El mapa escolar de Palma, herencia del franquismo (ricos y pobres separados por una línea)

La geografía educativa de Ciudad refleja el poder adquisitivo de los barrios y las políticas urbanísticas de los años cincuenta y sesenta

PalmaSi bien en tiempos del Pacto de izquierdas Palma estaba dividida en hasta ocho zonas escolares, actualmente sólo existen dos. Esto es parte del camino hacia la zona única que defiende el Govern para garantizar lo que considera "libre elección de centro" por parte de las familias. Entre estas dos zonas se encuentran diferencias importantes en lo que se refiere a la oferta de centros públicos y concertados. La distribución de unos y otros viene determinada, en parte, por las políticas urbanísticas del desarrollismo franquista de los 60, 70 y años posteriores.

La zona A incluye barrios del distrito Norte —como El Secar de la Real, Establecimientos, Son Espanyol, Son Sardina, Caso Capiscol, Campo Redondo, Buenos Aires, Plaza de Toros, Son Oliva, Amanecer, el Olivo, La Indioteria Urbana y Rural, Archiduque—, de Ponent —, Bellver, La Teulera, Son Espanyolet, Son Dureta, Santa Catalina, El Jonquet y Son Vida—, así como la mitad del distrito Centro. En esta zona, la fuerza de la escuela concertada es prácticamente equivalente a la pública. Hay 25 centros concertados (46,29% del total), frente a 18 CEIP (33,33%), 9 institutos (16,66%), un único CEIPIESO (1,85%) y un CEIPIEEM (1,85%). En su conjunto, los centros públicos representan el 53,69% del total.

El área donde la concertada tiene mayor presencia coincide con las barriadas más ricas de Palma. En Son Rapinya, por ejemplo, existe un auténtico parque temático de escuelas: La Salle y Montesión están una frente a otra, y, a pocos metros, está Madre Alberta. En Son Espanyolet, la cooperativa Mata de Jonc sólo está separada del CC Sagrat Cor por el parque homónimo. Según datos de 2023 del INE, la renta media anual por unidad de consumo en este distrito es de 31.850 euros, siendo aún más alta la de los distritos censales donde se encuentran Montesión (36.050 euros) y La Salle y Madre Alberta (29.750 euros). Por lo general, todos los distritos de la zona A superan ampliamente la media de la ciudad y están muy lejos del distrito más pobre, que está en Son Gotleu y tiene una renta media de 10.850 euros.

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La zona B agrupa a los barrios más humildes de Palma —como Pere Garau, La Soledad, Son Gotleu, Son Canals— pero también zonas en crecimiento económico y proceso de gentrificación, como Nou Llevant. También se incluyen la Playa de Palma, Son Ferriol, las áreas periféricas que rodean el Aeropuerto, hasta tocar Llucmajor, y una parte del distrito Centro. La oferta pública representa el 64,28% de los centros (+11 puntos respecto a la zona A): el 42,85% son CEIP (+9 puntos respecto a la zona A, con 24 centros), el 14,28% son IES (-2,4 puntos, con 8 centros), el 5,35% son CEIPIESO (+5 puntos, (un centro). La presencia de la concertada se reduce al 35,71%, 11 puntos menos (20 centros).

Cabe decir que actualmente en las zonas humildes de Palma también hay presencia de centros concertados con función social, como Corpus Christi, situado justo enfrente del CEIPIESO Gabriel Vallseca,una de las escuelas con el índice socioeconómico más bajo de Baleares; San Vicente de Paúl, en la zona de La Soledad, y El Temple, en la calle de Manuel Azaña, entre otros ejemplos. Ahora bien, dentro de esta zona, y separadas por escasos 500 metros lineales, hay realidad de la Escuela Graduada, con un alumnado extremadamente vulnerable y mayoritariamente extranjero, y la del CC Sant Francesc, con un perfil de alumnos, en general, más acomodado y autóctono.

¿Cómo se ha llegado a esta distribución?

El fenómeno de los centros concertados en Baleares es consecuencia directa del desarrollo económico y social del Estado a partir de finales de los años cincuenta. Según el doctor Pere Fullana Puigserver, profesor de Teoría e Historia de la Educación en la UIB, "el boom de los colegios concertados nace del desarrollismo franquista de los años cincuenta y se fortalece con la Ley general de Educación de 1970". En ese momento, los centros que ahora son concertados eran completamente privados y sólo iban las familias que podían pagarlos.

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A mediados del siglo XX, España vivió una acelerada transformación social, con una creciente demanda de educación y una estructura pública aún insuficiente para cubrirla. "En los años cincuenta empieza a crecer la necesidad de escolarización y las órdenes religiosas aprovechan ese vacío para expandirse", apunta Fullana. Durante esta década, nacen centros como San Francisco (1952) y San Felipe Neri (1953, el actual Gorg Blau), concentrados en el centro de la ciudad o cerca de las Avenidas: Trinitarias, La Pureza, San Agustín y La Salle (que ahora está en Son Rapinya).

El plan de urbanismo de Palma, ya en elaboración en los años sesenta, preveía la creación de áreas socioeducativas. Pero las escuelas privadas se adelantaron al desarrollo de los nuevos barrios. "La Salle ya sabía que la ciudad crecería hacia poniente, por lo que adquirió terrenos fuera del centro", explica Fullana. Zonas como Son Rapinya, Son Serra y Vileta experimentan un auténtico auge demográfico. "Son los nuevos barrios de las clases medias, familias que pueden invertir en educación y que buscan un tipo de centro determinado", resume Fullana.

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En este contexto también nacen San Cayetano (actualmente privada y cara) y proyectos cooperativos como el CIDE, fundado en 1962 por profesores de Lluís Vives. "Estos maestros ven que la educación puede ser un negocio, pero también un motor urbanístico: una escuela favorece la urbanización y la urbanización beneficia a la escuela", expone el doctor.

La escuela pública, a remolque

Mientras el sector privado consolidaba su presencia, la enseñanza pública avanzaba más lentamente. "La oferta pública llega tarde y no empieza a crecer hasta la Transición", dice Fullana. Durante esos años, Palma sólo tenía tres institutos: Antoni Maura, Ramon Llull y Joan Alcover. Mientras, el mapa de los colegios privados se multiplicaba: Madre Alberta, Montesión, La Salle, CIDE, Mater Misericordiae, Sagrado Corazón, Santa Mónica y San José Obrero se instalaron en diferentes zonas de la ciudad, a menudo anticipándose a la llegada de las escuelas públicas.

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La aprobación de la Ley General de Educación supuso un punto de inflexión. Según Fullana, "esta norma fuerza el cierre del 70 por ciento de las escuelas de monjas de la Caridad y Agustinas", lo que dejó a muchos adolescentes sin centro. Algunas congregaciones se reinventan: las monjas del Sagrado Corazón crean al Jesús María, que rápidamente llega a los 700-800 alumnos. Otros proyectos, como el de Franciscanas, intentan construir grandes institutos, pero acaban fundando Mater Misericordiae "con una clara vocación social". Mientras, en barrios populares como Son Gotleu cogen impulso las escuelas públicas, mientras que las privadas se desplazan mayoritariamente hacia zonas con mayor poder adquisitivo, donde después serán concertadas.

Durante aquellos años, muchas instituciones religiosas realizan movimientos estratégicos: las monjas de la Pureza compran terrenos para un nuevo colegio, La Salle construye un centro grande con instalaciones modernas que "en ese momento eran un escándalo de tan espectaculares que eran" y Montesion adquiere terrenos que luego vende a medida que se instalan. Estas decisiones no sólo favorecen a los centros, sino que contribuyen a configurar una Palma que crece urbanística y educativamente a la vez. "Los centros educativos son clave para entender la expansión urbana de la ciudad: fueron un motor de crecimiento y un elemento de atracción hacia las nuevas barriadas", señala Fullana.

Identidades diferenciadas

A pesar de compartir raíces, dentro de la escuela católica, los grandes colegios adoptan perfiles distintos. "Si comparas La Salle, Montesión y Madre Alberta, ves tres franquicias de una misma marca, pero con proyectos educativos muy diversos", apunta Fullana. La Salle, indica, es más abierta y liberal; Madre Alberta, más religiosa y tradicional; Montesión, por su parte, "apuesta por una formación de élite, conservadora y orientada a familias acomodadas con proyección internacional". "Históricamente, ha sido un centro vinculado a las familias acomodadas; muchos de sus alumnos acaban estudiando en universidades extranjeras y los padres los llevan allí pensando en ese futuro para ellos".

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Fullana concluye que el crecimiento de los colegios concertados no puede entenderse sin la metamorfosis urbana de la Palma de los años 60 y 70, ni tampoco sin el ascenso de unas clases medias que querían una educación determinada. La ciudad y sus escuelas crecieron de la mano, y las decisiones educativas de esa época todavía marcan (en cierto modo) el mapa escolar de la Palma actual.