Turina, Falla, Debussy y Strauss
El concierto se inició con Joaquín Turina, uno de los españoles que compartieron tiempo, principios de siglo, y espacio, un París donde aplastaba el nuevo mundo de las artes


PalmaHubo muchos momentos destacables y relevantes en el concierto inaugural de la temporada de la Orquesta Sinfónica Illes Balears, pero, para empezar, me gustaría destacar lo que corresponde a Preludio à el après-midi de un fauno, de Claude Debussy. La primera pieza que se interpretó en la segunda parte y de la que Pierre Boulez dijo que "La flauta del Fauno de Debussy insufló aire nuevo al arte de la música". Josep Miralles, el flauta solista de la formación, fue el encargado de lucir sus mejores atributos en la interpretación de estos sobrenaturales momentos, los cuales sugieren las sensuales evocaciones del fauno protagonista. somos, Mielgo y la Sinfónica hicieron gala de ese momento tan primordial que vive el grupo, y la pieza del francés, que en su momento marcó toda una revolución, fue un buen termómetro para comprobarlo. Son muchos los instrumentos que un momento u otro se convierten en protagonistas de esta traslación del poema, solista, el oboe, por supuesto, e incluso los platillos antiguos, para conseguir un universo cromático que, por otra parte, no se asemeja a ninguna otra de las composiciones de uno de los grandes vanguardistas de la historia de la música. aplastaba el nuevo mundo de las artes, con uno de los capparas del impresionismo musical. La oración del torero es una obra pequeña, pero no menor, con todos los ingredientes de la música española y la envoltura impresionista que tanto le había desquiciado. Originalmente, se concibió para cuatro llaüts, que no es sencillo imaginar cómo podían sonar, para pasar después a un cuarteto de cuerda y finalmente a la versión que inició la velada, para orquesta de cuerda. De uno de sus compañeros de aventuras musicales parisinas, Manuel de Falla, quien bebió de las mismas fuentes, Davide Cabassi en el piano interpretó las tres Noches de los jardines de España, la del Generalife, la Danza Lejana y las de La sierra de Córdoba, donde podemos encontrar las referencias más evidentes en Debussy y Ravel,Parfumes de la Nuit del primero y el Preludio en la Nuit del segundo. Intensa, templada y minuciosa, fue la interpretación del solista, con estos magistrales diálogos con la orquesta, creando texturas de una riqueza excelsa y rubricadas con un final de una finezza extraordinaria, con el "sonido extinguido", como señala la partitura.
El concierto podría haber terminado aquí y todos nos habrían dado por muy satisfechos, pero faltaba el cuarto en discordia, coetáneo de los tres anteriores, pero alemán, con todo lo que esto musicalmente implica. Richard Strauss fue la guinda de una tarde mágica con la orquesta interpretando el abrumador y vigoroso poema sinfónico, Don Juan Op. 20 en mí menor. Una composición muy original, para gran orquesta, que no fue el caso, con una impetuosa melodía, aunque no están ausentes las influencias de Richard Wagner, como por ejemplo en el evocador sehr energisch de las trompas. En cualquier caso, un inicio de temporada que hace garganta para todo lo que vendrá a continuación.