Los lingüistas de la salud

Hace años que un grupo de profesionales se dedica a estudiar el lenguaje desde la perspectiva clínica. Es decir, qué ocurre cuando una patología afecta al habla de una persona

Un estudiante en la biblioteca de la Universidad de las Islas Baleares (UIB).
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Palma"¿Qué salidas tiene estudiar Lingüística?" Ésta es la pregunta más común que nos hacen los padres, hermanos y amigos, cuando declaramos, con la alegría de haber superado la Selectividad y la luz a los ojos de la juventud, que queremos hacer estos estudios. Esto también vale para cualquiera de las filologías. Siempre se suele pensar en la docencia (es la salida mayoritaria, no nos engañemos), pero encontraremos filólogos y lingüistas en librerías, en editoriales, en bibliotecas, en servicios de corrección lingüística de muchas entidades públicas y privadas, sin olvidar la radio o la televisión. Mucha gente suele pensar: "Claro, es una persona de letras".

Hablamos de una salida que emerge y que desde hace unos años va ganando cada vez más fuerza: la lingüística clínica. Parecía que este sustantivo y ese adjetivo no se podían juntar, pero sí, y de hecho hace más años de lo que pensamos que un grupito de lingüistas se dedica a estudiar el lenguaje desde la perspectiva clínica. Es decir, qué ocurre cuando un factor clínico afecta al lenguaje de una persona. Es verdad que inicialmente estos estudios fueron impulsados ​​por psiquiatras y psicólogos, pero la frontera se convierte en difusa entre la lingüística y la psicología y en estos últimos años se ven más y más personas formadas en lingüística general o en una filología concreta que se dedican a este ámbito.

Área de Broca

El s. XIX, el médico Paul Broca detectó un área relacionada con el lenguaje, precisamente porque un paciente suyo la tenía afectada y su capacidad del lenguaje estaba dañada. Hoy en día la conocemos como el área de Broca y se relaciona –entre otras cosas–, con la capacidad del hablante de estructurar lo que dice. En la misma época el psiquiatra Carl Wernicke localizó un área que se relacionaba con la comprensión de las palabras (y sí, hoy en día la conocemos como el área de Wernicke). Estos fueron dos de los principales pilares que han hecho que la lingüística se haga preguntas como las siguientes: ¿en qué regiones de nuestro cerebro se encuentra el lenguaje? Aparte de estas áreas, ¿hay más? ¿Cómo se relacionan, cómo trabajan unas con otras?

Tenían que pasar todavía muchos años hasta que se tuviera acceso a las modernas técnicas de neuroimagen que a veces se ven en televisión, ya sea en películas, en series o en documentales. Pero esto no fue un impedimento para seguir investigando cómo era que el lenguaje se desarrollaba en el cerebro de los niños, de una forma tan extraordinariamente rápida; muchos padres comentaban que "de un día para otro" su niño ya decía palabras y, de repente, oraciones, sin apenas que se hubieran temido. Otros lingüistas, siguiendo el camino iniciado por los doctores Broca y Wernicke, estaban interesados ​​en qué aspectos del lenguaje se ven afectados con la edad, o cuáles se ven afectados cuando la persona sufre un ictus. Los lingüistas no son (en su mayoría) expertos en biología ni en física o en anatomía. Pero pueden ser muy precisos cuando ven cómo se expresa una persona. Por ejemplo, hay casos en los que la persona, después de un ictus, entiende qué dice la gente, pero cuando quiere hablar lo hace de forma desordenada; algunos lo hacen de forma desordenada, pero eligen las palabras equivocadas. Otros se equivocan con los sonidos de las palabras. Otros dicen palabras, pero no de todas las clases. Se ha detectado que existen palabras que funcionan como enlaces, las cuales juntan otras palabras y hacen que la oración esté bien formada. Pero ciertas patologías pueden afectar justamente a estas palabras.

David Crystal publicó uno de los libros más influyentes sobre esta área de investigación. Y, además, el título puso nombre al área: Clinical Linguistics. Hoy en día la lingüística clínica está cogiendo mucha fuerza como línea de investigación por varios motivos. Los lingüistas se preguntan cómo funciona el lenguaje, y durante siglos han descrito cientos de lenguas diferentes. Pero ahora nuestra sociedad tiene acceso al funcionamiento del cerebro y por eso se forman equipos interdisciplinarios: neuropsicólogos con lingüistas, con psiquiatras, con genetistas y biólogos. Se ha abandonado ese prejuicio sobre si una persona es 'de letras' o 'de ciencias'. Esta división artificial de las personas se ha desvanecido y podemos encontrar a personas de diferentes ámbitos investigando cómo ciertas patologías afectan al lenguaje. Por ejemplo, Antonio Benítez Burraco, genetista, ha estudiado también sobre lingüística y hoy investiga –entre otras muchas cosas– los genes que se relacionan con el lenguaje. En la misma línea, otros se interesan en cómo determinadas alteraciones genéticas afectan a unos aspectos específicos del lenguaje. El psicólogo Albert Costa –que desgraciadamente nos dejó demasiado pronto, en el 2018– realizó una labor de investigación impresionante sobre cómo funciona el lenguaje en el cerebro de personas bilingües.

Lingüística clínica

Actualmente se pueden encontrar programas de estudio de grado que incluyen asignaturas como psicolingüística, neurolingüística o biolingüística. Existen en Europa másters de especialización en lingüística clínica.

La lingüística clínica se ha convertido en un punto de encuentro de muchas áreas de la ciencia, en el que cada vez más participan personas que se han formado inicialmente en lingüística general o en una filología concreta. Profundizar en cómo es afectado el lenguaje en una determinada situación clínica puede ayudar después a otros especialistas a producir materiales de apoyo docente más especializados. O puede ayudar a un neurólogo a entender mejor qué está pasando en el cerebro de su paciente.

Nunca sabemos dónde nos llevará la vida. La mayoría de filólogos y lingüistas que hoy investigan en el ámbito clínico no lo pensaban lo más mínimo, cuando justo comenzaban sus estudios. Por todo ello, parece conveniente arrinconar las etiquetas 'de letras' y 'de ciencias' y abrir la mente hacia nuevos horizontes en los que el trabajo multidisciplinar sea de lo más normal.

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