Observatorio

Bruckner, quien nunca decepciona

La Orquesta Sinfónica Illes Balears acompañó a los cinco componentes de la Spanish Brass en el Auditorium

El grupo de metal Spanish Brass, interpretando 'La devota lasciva'.
22/11/2025
2 min

Palma"Mitad genio, mitad loco", decía de Anton Bruckner Hans von Bulow. "Mitad Dios, mitad loco", apostrofaba Gustav Mahller. En cualquier caso, a nosotros nos ha llegado tan sólo la primera parte de la exposición y, por otra parte y con todo merecimiento, la historia ha colocado al beatífico Bruckner en el lugar que le corresponde, por su increíble capacidad de hacer música, a partir de sus admirados Schubert y Wagner, hasta conseguir un sello propio e inmarceble. Del primero absorbió su destreza melódica y del segundo, la inconmensurable monumentalidad. La combinación de estas dos habilidades y sin olvidar que era organista y, por tanto, con la capacidad de manejar todos los resortes de una orquesta como si fuera un solo instrumento, le han convertido en uno de los pocos miembros de este grupo de privilegiados que nunca decepciona.

En este segundo concierto en el Auditorium de la alambicada programación inicial de la Orquesta Sinfónica Illes Balears, la segunda parte del programa se convirtió en la gran estrella de la velada, gracias a la interpretación de la Sinfonía núm. 4 'Romántica' WAB 104, del organista de la Catedral de Linz, quien, contrariamente a la gran mayoría de compositores, no se inició en esta labor hasta cuarenta años. Por tanto, una existencia peculiar y una vida llena de anécdotas que le hicieron digno de la segunda parte de los epítetos ya mencionados, que desde luego no resultan ni siquiera anecdóticos en comparación con su música.

Brillando el inicio de esta cuarta sinfonía con el solo de trompa –impecable Fortea– con las cuerdas como acogedor trasfondo. Acogedor y al mismo tiempo de gran solidez, seguido de un tutti que surge a continuación y que lo dejó todo en su sitio. Una aleación perfecta, entre delicadeza y vigor, lirismo y soberanía. Setenta minutos en los que habita un inabarcable discurso musical desde donde provoca sensaciones de todo tipo y condición. Todos los instrumentos tienen su momento primordial, algunos incluso glorioso, que no desaprovecharon a los maestros de la Sinfónica, dirigidos por Mielgo, y demostraron, una vez más, sus posibilidades.

La primera parte no fue el mejor inicio de un concierto de la Sinfónica. Fue con el Preludio deLos maestros cantores de Nuremberg, de Richard Wagner, que sonó como un passatú, como un totum revolutum, sin matices ni contrastes. Para contrastes la segunda prenda. Con los miembros del grupo de metal, el quinteto Spanish Brass como solistas, interpretando, el ingenioso y divertido título La devota lasciva, del compositor valenciano Joan J. Colomer. Un diálogo con algunas pinceladas de mucho interés, equilibrados y de una originalidad e idiosincrasia que hace necesaria una segunda audición para poder masticar tantas y tan específicas características.

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