Cocina tradicional

El mapa que reivindica los restaurantes más emblemáticos de Mallorca

La iniciativa de Cabo de Haba con orejas reconoce los negocios familiares y las nuevas generaciones que mantienen viva la tradición gastronómica de la isla

ARA Balears

PalmaUn nuevo mapa difundido en las redes sociales por el perfil @Capdefavaamborelles recoge los restaurantes y bodegas más emblemáticos de Mallorca, iniciativa que quiere poner en valor la cocina tradicional de la isla y los negocios familiares que la han mantenido viva a lo largo de las décadas.

El proyecto diferencia tres tipos de establecimientos: los que siguen activos bajo el relevo generacional, los que han sabido mantener la tradición con equipos del pueblo y los más recientes, con entre 10 y 30 años de historia, que reivindican la cultura gastronómica mallorquina.

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Entre los locales que aparecen se encuentran Can Costa (1936), Bodega de Petra (1860), bodega Sa Premsa (1958) y Es Cruce (1934), auténticos referentes de una cocina de proximidad y arraigada a la tierra. También se destacan espacios más jóvenes, como Can Tronca (1998) y Can Pintxo (2011), que continúan esta herencia adaptándola a los nuevos tiempos.

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Según explican los impulsores del mapa, algunos restaurantes han preferido no aparecer o no disponían de la fecha exacta de fundación, lo que ha obligado a priorizar a otros establecimientos. Las flechas que acompañan a algunos nombres indican tanto la antigüedad del edificio como la fecha de apertura del restaurante, un detalle que quiere reflejar el peso de la historia en la gastronomía local.

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Pero el mapa llega también en un momento de profunda transformación de la cocina mallorquina. La globalización gastronómica, la presión turística y la estandarización de los sabores han ido desplazando los platos tradicionales de las cartas, a menudo sustituidos por recetas internacionales o adaptaciones pensadas para el visitante. Muchos cocineros veteranos alertan de que cada vez cuesta más encontrar un frito mallorquín, una lengua con alcaparras o un arroz sucio hecho como antes, y que el relevo generacional en los fogones no siempre está garantizado.

Sin embargo, proyectos como el de Cabeza de haba con orejas sirven para recordar que la cocina mallorquina no es sólo comer, sino también memoria e identidad. En cada plato se cuecen la historia de un pueblo y la transmisión de un saber que se ha construido, generación tras generación, en las cocinas de las casas y en las bodegas de los pueblos.

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Con esta iniciativa, los impulsores del mapa quieren rendir homenaje a una forma de hacer y comer que forma parte de la identidad mallorquina, y que hoy sigue viva gracias a la pasión de cocineros, familias y clientes fieles.