En junio de 1950 el legendario jugador húngaro utilizó la costa manacorina como campo de entrenamiento para jugar partidos en España con su equipo de expatriados que huían del comunismo. En julio una delegación del Barça ya llegaba a la isla para ficharle
PalmaMateu Mas, de 75 años, es presidente de la peña barcelonista Miquel Àngel Nadal de Manacor. "Ninguna biografía –lamenta– hace mención de la estancia de Kubala en Portocristo antes de ser fichado por el Barça. De pequeño oía hablar a la gente de la sensación de que causó un joven alto, rubio, corpulento y con ojos cielos como él". En 1950 el héroe azulgrana tenía 23 años cuando desembarcó en la costa manacorina en tiempos en que Franco todavía imponía la autarquía. Lo hizo huyendo del comunismo de su Hungría natal.
Nacido en Budapest en 1927, de pequeño László Kubala Stecz ya despuntó como promesa del fútbol, primero con el Ganz y después con el Ferencvaros. A los 18 años, partió a la antigua Checoslovaquia para evitar realizar el servicio militar. Recalaría en las filas del Slovan de Bratislava. Sus éxitos le llevarían a vestir la camiseta de la selección checa. En 1948 regresaría a su Budapest natal, donde jugaría con el Vasas. Entonces disputaría también partidos con la selección húngara, justo antes de que ésta se convirtiera en el 'Equipo de Oro', la potente máquina de hacer fútbol liderada por Ferenc Puskas.
Kubala a la derecha, entrenando en la playa de Portocristo.Arxiu Sansó Barceló / Arxiu Pau Mas
Equipo de prófugos
Terminada la Segunda Guerra Mundial, Kubala se sentía cada vez más oprimido por un régimen comunista que consideraba el deporte profesional un vicio capitalista. Su sueño era poder desarrollar una carrera futbolística como la de los jugadores del otro lado del 'telón de acero'. Así, en 1949 decidió huir. Con otros compañeros subió a un camión vestido de soldado ruso en dirección a Austria. Finalmente se trasladó a Italia, donde fichó por el Pro Patria. Pronto el Turín le pretendió. Tenía que debutar en un partido amistoso con Benfica en Lisboa. Pero un resfriado le impidió viajar. No sabría la suerte que tendría. A la vuelta, el avión que transportaba al equipo italiano se estrelló en las colinas de Superga. Murió toda la plantilla. La Federación Húngara no tardó en presionar a la FIFA para que castigara a los 'traidores de la patria' como Kubala. Le prohibieron jugar partidos oficiales durante un año.
Ante este nuevo revés, el astro de Budapest creó un equipo de exiliados, que daría cabida también a checos, rumanos y yugoslavos. Lo llamó Hungaria. Dirigiéndole estaría Ferdinand Daučik, entrenador suyo en Slovan y cuñado suyo. Ese sería un equipo nómada, sin campo ni socios. Respetando la normativa de la FIFA, cobrarían por disputar partidos de exhibición en Europa occidental. Era una forma de poder seguir viviendo del deporte y de darse a conocer en el mercado.
En mayo de 1950 Hungaria ya enviaba una carta al Real Madrid de Santiago Bernabéu para solicitarle un partido amistoso. El responsable del conjunto blanco estuvo encantado con la oferta. Era el rival perfecto para preparar la Copa del Mundo de Brasil. El encuentro tuvo lugar en el estadio Chamartín el 5 de junio. A pesar de ser derrotados por 4 a 2, el grupo de prófugos dio un buen recital de fútbol. Desde Mallorca, pendientes de ellos estaba el presidente del CD Manacor, el empresario cárnico catalán Isidre Abellanet. Se le ocurrió ofrecerles a Portocristo como base de operaciones desde donde ir jugando partidos. Disputarían más contra la selección española, el Espanyol y el Deportivo de A Coruña.
"Era muy simpático"
Uno de los integrantes de aquel equipo de vagabundos fue el húngaro Georg Mogoi, que sería el primer jugador extranjero de la historia del RCD Mallorca. En agosto de 1967 concedió una entrevista a Diario de Mallorca, en la que hablaba de su llegada a la costa manacorina en junio de 1950: "Era un pueblo tranquilo, bellísimo y sin complicaciones. Con Marick, Hrotko y Kubala hablamos más de una vez de quedar aquí de por vida".
Mateu Mas, presidente de la peña barcelonista de Manacor, ha recopilado información de fuentes orales sobre la estancia de Hungaria en Portocristo. "Aquí no estuvieron todos. Kubala se alojó en la pensión Oriente, aunque solía ir a comer al Hotel Perelló. Entrenaba en la playa, pero también iba a un campito de fútbol en la ciudad. Ya era una figura mundial. Todo el mundo le miraba". Hace unos años el periodista e historiador Sebastià Sansó estuvo a tiempo de recoger los últimos testimonios vivos de esa visita. Uno de ellos fue el del mítico caricaturista Tòfol Pastor Pífol, fallecido en 2023 a 103 años. "Solía entrenar –decía– incluso con su hijo pequeño. Le ponía dos sillas en la terraza del hotel y le hacía chutar el balón intentando que pasara de por medio".
Uno de los niños que quedó sorprendido por las genialidades de aquellos jugadores fue Joan Brunet Camello. "Siempre –contó a Sansó– los estábamos esperando en la playa [...]. Todos eran buena gente, pero Kubala en particular era muy simpático con nosotros e incluso nos dejaba jugar con él [...]. Todo era nuevo, nunca habíamos visto camisetas de fútbol con los números en la espalda ni balones Más... [...]. a unos 50 metros desde la arena hasta el agua. Era impresionante, no me lo podía creer".
Sansó descubrió la historia de la estancia de Kubala por la región fruto de una casualidad. "El padrino regentaba el Bar Turismo en Manocor día, repostando por las cajas del bar, encontré una foto de los Hungaria vestidos de blanco. Era de un partido que disputaron contra el Manacor en el campo de la Capellera. 4 a 0. Franco estaba encantado de tener 'desertores comunistas' jugando en España".
Fichaje por el Barça
Desde su actuación en Chamartín, el Madrid se propuso fichar a Kubala. Sin embargo, el húngaro exigió como condición llevarse con él al entrenador de su equipo y cuñado suyo. Santiago Bernabéu se negó rotundamente. El presidente del Barça en ese momento, Agustí Montal, no quiso desperdiciar la oportunidad. El 27 de julio llegó a Portocristo el secretario técnico del club azulgrana, Josep Samitier, de pasado merengue. No hubo ningún problema con las exigencias del jugador que el equipo rival había rechazado. Entonces Hungaria se acababa de disolver y sus integrantes habían empezado a firmar contratos como amateurs con equipos de la Primera División española.
Para solucionar los conflictos pendientes con la FIFA, el 1 de junio de 1951 Samitier consiguió que Franco concediera a Kubala la nacionalidad española por la vía de urgencia. La dictadura no dudó en presentarlo como un fugitivo del 'terror rojoque había optado por la paz y la libertad. Aquel proceso supuso el bautizo católico del húngaro en Águilas (Murcia), el pueblo de donde estaba el presidente de la Federación. El 29 de abril de 1951 el jugador ya pudo debutar con la camiseta azulgrana. El 5 de julio de 1953 lo haría con la selección española contra Argentina. Se convertía así en el único futbolista de la historia que ha jugado con tres selecciones distintas. Al cabo de cuatro años, para poder terminar de regular la ficha de Kubala, el equipo culé tuvo que indemnizar al club húngaro que había dejado con contrato todavía en vigor.
Di Stéfano
En 1952 el objetivo del Barça fue otra promesa del fútbol, el argentino Alfredo Di Stéfano, de 26 años. Entonces, aunque pertenecía al River Plate, jugaba de forma ilegal en el Millonarios de Bogotá. Samitier se reunió con él en la capital del estado tras un amistoso entre su equipo y el Real Madrid. El futbolista le confesó su ilusión de jugar junto a Kubala. El 24 de mayo ya entrenaba en el antiguo estadio de Les Corts. Santiago Bernabéu, sin embargo, no estaba dispuesto a que el eterno rival le volviera a meter un gol. Con el aval de Franco ya través de una fraudulenta maniobra de la Federación, se las ingenia para que Di Stéfano tuviera que jugar alternativamente una temporada en cada club. En desacuerdo con el veredicto, el Barça renunciaría al jugador.
Con 'La Saeta Rubia', el Real Madrid viviría su época dorada con cinco copas de Europa consecutivas. Con Kubala, el Barça ganó todos los títulos en juego en España entre 1951 y 1953. La temporada más destacada fue la primera, la de las Cinco Copas. A lo largo de once temporadas, el húngaro, dotado de un enorme carisma, fue el héroe que cambió la historia del barcelonismo en los años de la posguerra. Acompañándolo había otras figuras destacadas como Ramallets, Basora y César. Sus toques de genialidad, con disparo con efecto nunca vistos, hicieron doblar a la masa social del club, que en 1957 ya inauguraba el Camp Nou. En 1955, en medio de la Guerra Fría, la huida del crack de Budapest al oeste fue usada propagandísticamente por el franquismo con la película Los asnos buscan la paz. Fue protagonizada por los propios Kubala y Samitier. Cinco años atrás el gran mito culé había encontrado esa 'paz' en Portocristo. Murió en Barcelona en 2002, a 74 años.
La gran victoria de Franco sobre los comunistas
En 1964 Kubala tenía 37 años. Hacía tres que había dejado al Barça y ya había pasado su gloriosa etapa. Se quedó con las ganas de ser convocado con la selección española para disputar la Eurocopa. La de 1960, la primera de la historia, pudo ganarla junto a Di Stéfano, que también se había nacionalizado español. Franco, sin embargo, truncaría ese sueño al conocer que el rival en cuartos era la demonizada Unión Soviética, que dos décadas atrás había ahuyentado a la División Azul en la Segunda Guerra Mundial. En plena Guerra Fría, el dictador no dejó que la selección partiera a jugar el partido de ida en Moscú. Temía que en el partido de vuelta en suelo español el combinado soviético pudiera causar incidentes. Entonces la UEFA decretó la expulsión de España del torneo. La URSS se impondría en la final ante Yugoslavia.
Cuatro años más tarde, el duelo de la Eurocopa que no quería Franco se volvió a repetir. Esta vez estaría en la final. Sin embargo, entonces el dictador había cambiado de cantito. Era el año del vigésimo quinto aniversario de la victoria en la Guerra Civil y un enfrentamiento con el 'enemigo' comunista podría ser una buena herramienta propagandística para un régimen en plena época de aperturismo con el apoyo de EEUU. La Delegación Nacional de Deportes trabajó duro para conseguir que la final tuviera lugar en el Santiago Bernabéu el 21 de junio. Así se redimía la mala imagen que había dado España en su edición anterior. Sin embargo, hasta el último momento el Caudillo dudó de si acudir a la cita por miedo a que tuviera que entregar el trofeo al capitán del conjunto ruso. Era lo que le había ocurrido a Hitler en los Juegos Olímpicos de Berlín, tras las victorias del atleta negro Jesse Owens que impugnaron sus teorías sobre la 'raza aria'. Pero los planes le salieron bien.
El régimen ya se encargó de que la entrada de Franco en el Santiago Bernabéu fuera apoteósica. Más de 120.000 personas corearon su nombre. Le acompañaban su esposa, Carmen Polo, y el vicepresidente del gobierno, Agustín Muñoz Grandes, el general que había liderado la División Azul en tierras rusas. Los dos equipos marcaron el primer gol en cuanto empezó el partido. En el minuto 84 el gallego Marcelino, jugador del Zaragoza, consiguió desempatarlo con un remate con la cabeza, que dejó con un palmo de narices al portero rival Lev Yashin. La conocida 'araña negra' había obtenido la pelota de oro el año anterior. Era la primera Eurocopa que levantaba España (la segunda llegaría 44 años después). Ese triunfo acabaría de consolidar el papel de Franco como salvador ante 'la fiera comunista'.