Expedientes disciplinarios a docentes: “Son la punta del iceberg”
Los profesionales problemáticos, a pesar de ser minoritarios, entorpecen el día a día de los centros, afectan a la confianza de la comunidad educativa y perjudican al alumnado


PalmaEn todos los centros educativos hay docentes "habas podridas", según explica una persona cercana al Departamento de Inspección Educativa de la Conselleria de Educación (DIE). Con esta expresión se refiere a aquellos profesionales que no cumplen sus funciones con diligencia, deterioran el ambiente del claustro, no respetan sus deberes como funcionarios y que, en consecuencia, perjudican al alumnado y la imagen del sistema educativo. Todo en un momento en el que la labor de los docentes es objeto de debate político constante.
Las cifras de la Conselleria muestran una realidad concreta. Durante el curso 2023-2024, se elevaron seis propuestas de resolución de expedientes disciplinarios: cuatro terminaron con suspensión de sueldo y funciones; una, con amonestación, y otra se archivó. Al año siguiente, las propuestas se duplicaron hasta catorce: seis, con suspensión; tres, con amonestaciones; dos, archivadas, y tres, en "otras circunstancias", señalan fuentes de Educació. Son datos exclusivamente de centros públicos, puesto que la Conselleria no tiene competencias disciplinarias sobre los concertados, que actúan según su régimen interno. Lo que es una falta para un centro, no debe serlo necesariamente para otro.
El coordinador del Colegio Profesional de Docentes de las Islas Baleares, Antoni Salvà, asegura que estas cifras son "la punta del iceberg". Según explica, el expediente disciplinario es la última vía, puesto que muchas situaciones previas se intentan reconducir entre el equipo directivo y el inspector. "Hay docentes que perjudican al sistema. En la docencia entra mucha gente, y para ello se necesitan habilidades académicas, pero eso no garantiza siempre las competencias personales y profesionales", afirma Salvà.
La actuación "ha de tramitarse de forma garantista" y no "con la espada levantada", señalan fuentes cercanas a Inspección Educativa. La Administración recuerda que el procedimiento disciplinario de los docentes se regula por la Ley de función pública, el estatuto básico del empleado público y un decreto que establece las conductas sancionables. Cuando se detecta una actuación incorrecta, el director del centro lo comunica a Inspección, aunque también pueden hacerlo familias y otros docentes.
Inspección suele empezar con requerimientos informales para reconducir la situación. Si el caso es grave o no se resuelve, el inspector podrá proponer la apertura de un expediente disciplinario, que implicará la evaluación de los servicios jurídicos de Personal Docente. Un instructor diferente realiza la investigación y, una vez finalizada, la resolución se vuelve a validar.
De la amonestación a la expulsión
Parte de las denuncias que llegan son por docentes que manifiestan posibles trastornos mentales, mientras que el resto se refieren a profesionales que no preparan las clases, muestran comportamientos discriminatorios o actúan con prepotencia. El régimen sancionador es progresivo: la expulsión de la función pública es la pena más grave y requiere aprobación del Consejo de Gobierno; la suspensión varía según la gravedad, dejando constancia la amonestación sin consecuencias inmediatas. Según fuentes docentes, el colectivo tiene cierta tendencia corporativista, intentando evitar que los conflictos internos traspasen el centro. "Ahora bien, también hay mucha gente con ética que valora profundamente la profesión y denuncia las prácticas que no le corresponden", dice Salvà. "Los docentes disruptivos representan un porcentaje muy pequeño pero molesto", añade.
Cuando existe una situación problemática, "los sindicatos suelen adoptar posiciones muy corporativistas", denuncia la fuente cercana a Inspección. Lo confirma un ex director de escuela jubilado: "Si hay un conflicto, muchas veces los sindicatos nos acusan de hacer bullying al maestro en cuestión. Cuando les expones el caso, a menudo simulan que no saben nada. Recuerdo que un delegado, que sí conocía el historial del docente, me dijo: 'Sí, lo sabemos, pero es afiliado y debemos defenderlo'. Y yo le respondí: 'Por eso tenéis mala fama y la gente ya no se fía de vosotros'".
Tanto SIAU como el STEI defienden que su intervención garantiza que el procedimiento disciplinario sea justo, que se sigan los pasos y que las sanciones sean proporcionadas o no por la juventud penal y la defensa en un juicio penal. arbitrarias. Debemos garantizar la presunción de inocencia", resume el secretario de Enseñanza Pública del STEI, Lluís Segura. También asegura que nunca ha justificado ninguna falta indefendible: "Los casos de docentes con una actitud claramente inadecuada son muy pocos y apenas llegan al sindicato. Nosotros actuamos en casos en los que no queda claro lo que ha pasado. Si un docente llega tarde, no va al trabajo o tiene comportamientos evidentes, el expediente se abre en breve".
La Administración tiene dieciocho meses para resolver un expediente. El secretario general de SIAU, Joan Crespí, denuncia que, en ocasiones, se deja que los expedientes caduquen "para proteger a personas conocidas o vinculadas con equipos directivos, de los que también recibimos denuncias". "No todo el mundo es igual", asegura. La fuente próxima a Inspección defiende que, si el instructor se excede en los plazos o comete errores procedimentales, el sindicato o la defensa puede impugnar el acto y el proceso debe repetirse. Esto puede provocar que algunos expedientes caduquen, no por voluntad sino por cuestiones técnicas. Las faltas leves prescriben a los seis meses y las graves, en año y medio. "Si caducan, hay que empezar de nuevo".
Directores sin poder
La figura del director es clave. "Son los únicos docentes que la Conselleria evalúa periódicamente y sobre ellos está más", señala la fuente próxima a Inspección. El director retirado critica ciertos modos de proceder de la Conselleria. Hay casos en los que un director eleva una denuncia porque ya no tiene margen de actuación –por ejemplo, cuando un docente falta muchos días– ya menudo Educació responde: "Deben decirle vosotros". Se hace el requerimiento y, si no funciona, la responsabilidad vuelve a Educació. "A veces, cuando un director avisa de un problema disciplinario, la respuesta que recibe es: 'Sí, ya esperábamos que telefoneara para hablar de esa persona'", añade.
Los docentes con mala fama no son muchos, pero se les conoce como Correcaminos. Van de un centro a otro acumulando antecedentes y, como no han hecho nada grave, no se les puede sancionar. Quizás no afectan directamente a los alumnos, pero sí indirectamente, porque perjudican el proceso educativo y el clima de los claustros. "A la Conselleria sólo le interesa si un docente agrede o insulta", lamenta el ex director. La mayoría de las denuncias proceden de los equipos directivos. "Cuando hablamos de personas problemáticas, no nos referimos a casos como el de Miquel Roldán, sino a docentes que acumulan ausencias o comportamientos inadecuados. Una vez me pasó con una maestra que constantemente decía que le telefoneaban de la escuela de la hija, y partía. No recordaba que yo conocía a la directora del centro, que me confirmó".
El presidente de Enseñanza de la Unión de Cooperativas (UCTAIB), Kiko López, asegura que la inspección educativa interviene cuando es necesario, pero que la mayoría de centros actúan con rigor y compromiso. "La titularidad regula el funcionamiento interno, y la inspección vela por que todo se haga correctamente", afirma. Según López, el inspector acompaña a los centros y les recomienda actuaciones dentro de su competencia, aunque no puede decidir cada paso. Reconoce que existen ámbitos todavía poco regulados y que algunos centros concertados interpretan la normativa con criterios propios, como evitar Gest-IB o gestionar cuestiones de forma diferente. Sin embargo, subraya que el sistema de conciertos es estricto y que cualquier irregularidad comporta sanciones severas, y recuerda que perder el concierto supondría un golpe económico y social muy fuerte.
Aunque los casos de docentes problemáticos son minoritarios, también afectan a la imagen del colectivo docente ya la confianza de la sociedad en el sistema educativo. La mayoría de las situaciones se intentan reconducir a través del equipo directivo y la inspección antes de llegar a expedientes disciplinarios, que siguen procedimientos estrictos y garantistas. Así, el sistema educativo combina la profesionalidad y el compromiso de la gran mayoría de docentes, con medidas de control y responsabilidad para asegurar la calidad de la enseñanza y la protección del alumnado.