Café Gótico, el bar de Mallorca al que iban Yoko Ono y Johan Cruyff
El establecimiento, donde siempre sonaba jazz, destacaba por su arquitectura y decoración
PalmaSeguramente sea recordado como uno de los bares más bellos y emblemáticos de Palma. Juan Carlos Palou abrió el bar Gòtic en 1992, cuando el ambiente de Gomila empezaba a decaer y muchos locales fueron bajando la barrera. "Venia de hacer de disc-jockey en la Polilla y pensé en abrir mi propio bar, pero no sabía dónde", comenta Palou. Entonces, fue cuando se enteró de que el souvenir que estaba ubicado en la plaza de la Lonja cerraba y traspasaba el local.
"La sorpresa vino cuando empezamos a realizar la reforma, ya que después de picar unas paredes, encontramos cinco arcos góticos y un fresco del siglo XIII que actualmente se encuentra en el Museo de Mallorca", comenta Palou. "Aquí tuve claro que el bar debía ser Gòtic, para homenajear a los arcos de lo que años atrás había sido una tonelería, donde fabricaban botellas", explica. "El local era tan especial que no necesitaba mucho más que una barra y la iluminación correspondiente. Compramos el mobiliario en el mítico restaurante El Patio, tapizamos de nuevo y ya tuvimos el bar montado", comenta.
"Muchos clientes que vendían eran exgomiles que buscaban otros lugares para salir a hacer unos beberes. Había de todo, vendían tanto los señoritos como los progres", recuerda con humor. "Cuando abrimos, no había mucho ambiente por aquella zona, sólo estaba el Café Llotja, el Xampanyet, donde iban los periodistas y alguno más". "Siempre poníamos jazz, salvo algunas excepciones; incluso, programamos música en directo", explica. "A muchos de los que venían de Gomila les sorprendía verme en ese ambiente tan diferente, si me conocían de la Polilla, y algunos se quejaban de que sólo pusiéramos jazz y no rock, punk u otros estilos musicales", señala.
Dentro del Gótico era habitual escuchar a Miles Davis, John Coltrane, Charles Mingus, Bill Evans y Billie Holiday, entre otros. "Había todo tipo de clientes, progres, señoritos, músicos, profesores, personas que les gustaba el jazz... También había un grueso importante de gente que venía por lo guapo que era el bar" recuerda. "Había gente que me decía que cuando tenían alguna visita de Barcelona, les gustaba llevarlos al Gòtic porque hacía planta comparado con la estética de los bares de esa época, que era allí, que, a menudo, que era. fuesen famosos cuando visitaban la isla, seguramente por la zona y por la arquitectura del local. "Por aquí han pasado Yoko Ono, Johan Cruyff, la infanta Cristina, Arturo Pérez-Reverte, entre otros", señala.
"La verdad es que venían muchos, pero no les hacíamos ni puta caso. En Mallorca es muy fácil que venga gente famosa si tienes un negocio", dice. "Recuerdo que el día que vino la infanta Cristina vi que había entrado un grupo de mucha gente de golpe y que había policías, pero aún no había visto a la infanta, que estaba de espaldas a la barra. Le pedí qué quería. Se dio la vuelta y me dijo que nada", recuerda. "Iba acompañada de amigos y estirados, todos madrileños y maleducados, los policías bebieron a Coca-Cola y cuando partieron, uno de ellos dejó la pistola sobre la barra y tuvo que volver", explica.
"El negocio fue bien los siete años que duró, hasta casi el cierre, que principalmente fue porque la zona había cambiado mucho y vendían más turistas que hacían cafés con leche y se pasaban horas en la terraza, que mallorquines que venían a escuchar música ya tomar copas", comenta. "Ya no compensaba y pensé que había llegado el momento de bajar la persiana", explica.
El bar responde
¿Qué música solía sonar?
— Miles Davis, John Coltrane, Charles Mingus, Bill Evans, Billie Holiday...
¿Qué bebida era la más solicitada por los clientes?
— Especialmente combinados, whisky de malta, escocés, etc. Mucho ron y vodka, y gintónic también, pero todavía no estaba tan de moda.
¿Cuál diría que era la marca del bar?
— Diría que la arquitectura: era un espacio muy guapo y distinto. Cuando lo cogimos, sólo tuvimos que poner la barra y la iluminación.
¿Alguna anécdota que le haga reír cuando la recordáis?
— El día que vinieron dos chicas de la presentación de un libro de Arturo Pérez-Reverte. Se sentaban en la barra y una de ellas se quejaba de que no había podido conseguir el autógrafo que su hermano le había pedido, entonces le dije si quería que lo firmara yo, que sin embargo no sospecharía nada y así fue. "Atentamente, Arturo Pérez-Reverte", escribí. Las clientas partieron y minutos después comparece por la puerta Pérez-Reverte. No podía creerlo.