Un terraplanista preside el Parlamento

Uno de mis momentos preferidos del año es cuando con mi madre vamos a la misa solemne que conmemora cada día 31 de diciembre la entrada de Jaume Ia Ciutat. Lo es por muchos motivos, pero en los últimos tiempos, porque me divierte contemplar cómo se revuelven los cargos políticos de Vox, normalmente sentados en primera fila como buenos cristianos, cuando el Obispo recuerda que el mismo día y el mismo rey que llevó el cristianismo a Mallorca llevó también a la catalanidad. Básicamente, porque era catalán.

Es todo tan sencillo, tan simple, que cuesta creer que todavía alguien quiera manipularlo. O quiera negar una parte. Porque claro, Vox va bien alerta a reivindicar la catalanidad del cristianismo en Mallorca. Les encanta el relato del rey que sometió a los musulmanes, pero cuando se les recuerda, como hace el Obispo con exquisita precisión, que lo hizo un catalán, y en catalán, entonces la cara les cambia.

Porque los hechos son los hechos, y porque tenemos muchos problemas como sociedad cuando, en el siglo XXI, un presidente del Parlament pide a los científicos de la UIB qué encontrarían modificar un registro formal de una lengua, la catalana, que es la propia de las Islas, para adoptar unas supuestas formas más coloquiales. Es de una ignorancia tan enorme que sólo puede ser calificada de terraplanismo. Que un presidente del Parlamento se dirija a la academia para intentar fingir que la tierra es plana, es de ser muy poco consciente del cargo que se ostenta.

Son tiempos para responder a los retos culturales, sociales, económicos y ambientales. No por inventar un relato gonella. Curiosamente, toda esta lucha casposa siempre la hace gente que principalmente se expresa en castellano. Qué cosas.