¡Nos sentimos pecios del Gobierno, señora presidenta!
Cuando llegó la noticia del tren a Sa Pobla, no éramos conscientes del verano que nos esperaba. Así es la vida. Si el estudio y los trazados del tren hubieran sido hechos con cuidado y sensibilidad hacia la gente y el territorio, seguramente que nadie hubiera dicho mucho, pero no, no fue así. Dos rayas rojas surcaban y descuartizaban de mala manera las tierras llanas de Marjal. ¿A cualquier precio? Ya dijimos que no el primer día. El Govern no nos había llevado el tren que necesitábamos, nos había presentado lo que él quería que tuviéramos. Nadie de la DG de Movilidad o del SFM, de esta legislatura, tenía el interés suficiente para hacer una revisión y darse cuenta de los peligros que comportaba este estudio. La paradoja es que el trabajo fue contratado en Ayesa en enero de 2023, increíble pero cierto.
Hablamos con el equipo de gobierno municipal y durante semanas escuchamos su silencio y el de la oposición... sólo empezaron a entendernos después de la tensa reunión en el colegio Vialfàs. Llegamos a pensar que hablábamos lenguas distintas. Su palabra era superficial y con reducida clave de partido político local. Si lo desea entender mejor, escuche los programas y las declaraciones que hicieron los portavoces en Sa Pobla Ràdio el mes de junio en relación con el tren. Tenían sabor a una pose poco trabajada, no hicieron los deberes. Nuestro lenguaje emergía de la fuerza interior y la incredulidad. Tuvimos miedo y nos sentimos solos. En el siglo XXI estamos acostumbrados a que padre estado o padre municipio nos lo dé casi todo hecho y bendecido. Vimos nuestro mundo amenazado ya punto de hundirse. Las primeras semanas de julio nos sentimos como pecio del gobierno municipal, sin apoyo ni dirección... abandonados. Acababa de nacer la plataforma 'Este Tren No!'.
Habríamos podido callar y después enfermar. No teníamos mucho tiempo para tomar decisiones, los plazos estaban dictados por el Govern balear y el derecho administrativo. Sin avisar a la ciudadanía, sin poder opinar, ellos –que son los que velan por el bien común y el interés general– nos habían llevado la peste. ¿Qué podíamos hacer? Visto en perspectiva está claro: hablar, denunciar, criticar, salir... hacernos visibles y canalizar la ira y la frustración. Esto ha sido la esencia de la plataforma: preservar y dar una salida saludable a los ciudadanos que enfermaban y sufrían por decisiones de gente que no nos conoce ni ama a Marjal. Por un tren que nace con la voluntad de servir a intereses poco transparentes. No queríamos ser pecios de nadie. Evidentemente también hemos presionado 'con cordura de bistia vieja' lo que hemos podido para que nos escucharan. En los primeros días, recuerdo las caras de la gente afectada por el trazado. Se sentían aplastados 'por el sistema'. La gente de Levante reclamaba hacía 25 años el regreso de su tren y no la han escuchado, nosotros que mostrábamos indiferencia... casi ya lo tenemos aquí.
Hablando de lenguaje y de cómo nos comunicamos, Sebastià Botilla lo explicó claramente en el pleno del 7 de agosto, cuando dijo a los portavoces del PP y de MÁS: "Os he escuchado durante una hora y no os he entendido nada. Charla claro, charla como nosotros. ¿Por qué no charla como nosotros?". Sebastià se ha especializado en el cultivo de las alcachoferas, en sus fincas de sueño Tut en la Marjal. En los últimos veinte años ha comprado maquinaria agrícola por valor de 400.000 euros nos dijo el día de pleno. Estaba dolido, triste y cabreado, hablaba en voz alta: "Ahora los del tren vienen y me dicen que las tierras son suyas y que me vaya a hacer de jardinero para los turistas. Ah, pues pase el tren por dentro de los hoteles, a ver si gustará a los hoteleros. Los de ciudad y los del Govern no hablan el mismo lenguaje que los de Marja.
Si ha leído hasta aquí, ya sabe el significado de 'delecto'. Por si acaso, conviene aclarar que suele emplearse en términos de naufragios o marineros, pero literariamente da un juego especial de abandono.
Un 24 de octubre de 1878 fue fiesta grande en sa Pobla. Las calles y plazas del pueblo, la Casa de la Villa y la iglesia parroquial lucieron sus mejores damascos y enramadas, las autoridades se vistieron con la mudada nueva y cuello de camisa bien almidonado para ir a recibir a la estación y presenciar, con el latido del corazón alterado, la llegada del primer tren a la villa. Ponieron mirto en las calles y hicieron arcos de triunfo. Nueve pobleres compraron las acciones necesarias para poder pagar el coste del carril de hierro desde el enlace a sa Pobla. Personalmente, pienso que estaba detrás la astucia del ingeniero Waring y el propietario de la New Mayorca Land Company, John La Trobe Bateman, que acababan de desecar el prado de la Albufera. La amistad de estos ingleses con el urbanista Eusebi Estada y el político pueblo Miquel Socies no era casualidad. El hecho es que ahora metafóricamente vuelve el tren a los andenes pueblores, y nos quieren llevar un tren con destino a Ciutadella y Barcelona; un tren que el Partido Popular no votó en el plan de Movilidad aprobado en 2019.
El plazo legal de las alegaciones termina el 18 de agosto de este año. Seguramente habremos pasado con creces las 300 alegaciones sólo en sa Pobla. Desde ahora, y hasta Navidad, tendrán una primera oportunidad de empezar a hacer las cosas mucho mejor y después de Reyes, cuando nos muestren un trazado nuevo, sabremos qué sensibilidad tienen hacia los pueblores. Una de las muchas alternativas propuestas sería enterrar unos dos o tres kilómetros el tren bajo la Ronda, y procurar chapar cuanto menos fincas mejor. Mientras esperamos, deberemos estar pendientes de la implicación del Consistorio pobler, especialmente del grupo del Partido Popular, porque en las siguientes etapas tendrá un papel clave.