Dialécticas Salvajes

Querida Virginia

Virginia Woolf hace una defensa de la lectura y la escritura no sólo como quehacer estético sino como apuesta ética

PalmaHace una semana que leo las Cartas de amor entre Virginia Woolf y Vita Sackville-West, en la traducción de Mireia Vidal-Conte. Leer las cartas y los periódicos de las escritoras que admiro siempre me ha parecido un placer oscuro, pasamos detrás del escenario, leemos los papeles privados que el tiempo pone al descubierto, penetramos en una intimidad que no nos pertenece. Como si fuéramos las confidentes de un secreto antiguo o las cazadoras de un tesoro que no podemos abarcar con ambas manos, leyendo estas cartas de amor, que intercalan fragmentos de los periódicos de Virginia Woolf, tenemos acceso a las singularidades de una de las mentes más brillantes del siglo XX.

Escribió Virgina Woolf: "Cada libro que leo me burbujea en la cabeza como si formara parte de un artículo que quiero escribir". A veces leer se convierte en una invitación a la escritura. Recuerdo la primera vez que leí algo de Woolf, eran los años de universidad y revueltas (interiores), fue su Orlando. Me pareció un acto de libertad honda que enseñaba un camino a los cuerpos inquietos para desafiar las normas. Ahora, leyendo las cartas, encuentro una llamada al amor libre, pero se trata de una libertad que no se asemeja a la nuestra. Más allá del mercadeo de los cuerpos y amores, que se consumen y apagan en un instante fugaz, las cartas de amor que se escriben Virginia y Vita son un elogio de la lentitud, una exploración de los vínculos de amor profundos y diversos que desbordan la institución del matrimonio y la dinamitan desde el centro.

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Las largas esperas entre los encuentros, las dificultades a la hora de verse, los viajes, alimentan su diálogo con el mundo, un diálogo que está escrito en la lengua de las amantes. Sienten el mundo y lo interpretan para la otra. Ser escritora, a modo de Woolf, significa estirar dos hilos a la vez, el de las palabras y el de la vida. Fue una lectora incansable de la vida y de los libros, quiso explorar las contradicciones y complejidades de su época con la pluma brillante y afilada. Las cartas y los fragmentos de los periódicos muestran aún con mayor nitidez que las novelas su capacidad para contemplar la vida, su sensibilidad para traducir la experiencia vivida en la palabra literaria.

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Actas de libertad

Tuvo que luchar contra la mirada machista de su tiempo y lo hizo crear una voz propia al margen de la Academia. Esta ruptura con el mundo académico es luminosa en las páginas deUna cámara propia. Virginia Woolf deseaba practicar la lectura y la escritura como actos de libertad y encontró un camino alternativo al academicismo al adentrarse por los bosques del ensayo. Entendido al modo de Montaigne, el ensayo no rehuye de la mirada íntima ni del bagaje de lecturas personal, pero tampoco renuncia al rigor ni a la responsabilidad. Así, tras las huellas de Montaigne, crea una voz propia inconmensurable. Con las metáforas y las imágenes, Woolf transmite su pensamiento como un hacha que no necesita la cordialidad de los conceptos.

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Ahora que vuelven a ponerse en marcha los encuentros de lectura en común en el Espirafocs, resuenan intensas y cercanas estas palabras que vienen de afuera, "no me deje paso para los que llevan peluca y toga. Léame, léame vosotros". Woolf vindica la importancia del common reader, quien lee por amor a la lectura, lentamente, quien juzga con euforia pero también con severidad. Como lectoras comunes participamos en el debate estético de nuestra época. El compromiso con el common reader y con la difusión del conocimiento sobre la literatura y la lectura derrama por todas las páginas de su obra.

Virginia Woolf hace una defensa de la lectura y la escritura no sólo como quehacer estético sino como apuesta ética. Su generación recibió el impacto de la gran guerra y la amenaza de la Segunda Guerra Mundial. Woolf tenía la convicción de que a través de la lectura y la escritura podían construirse los puentes hacia un mundo mejor. "La literatura no está dividida en naciones, allí no hay guerras", la literatura, si entramos sin miedo, desde la lectura, desde la escritura, sobrevivirá a las guerras, nos salvará del abismo.

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Este escrito querría ser una carta de amor a Virginia Woolf, querida Virginia, tu pensamiento ha encendido tantas claridades, tus palabras son la cámara y el faro, la noche estrellada y el bosque insondable. No necesitas nuestro amor, pero es inevitable.