El primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, continúa con su huida adelante y ha anunciado que pondrá en marcha un plan para ocupar la Franja, empezando por su principal población, Ciudad de Gaza, donde se calcula que viven un millón de personas. Netanyahu ha encontrado resistencias en su propio estado mayor, que considera que el ejército no tiene en estos momentos suficientemente efectivos para mantener en el tiempo una operación de estas características y que, además, se pondría en riesgo la vida de los rehenes que todavía están en manos de Hamás.

Lo cierto es que la decisión de Netanyahu ha recibido fuertes críticas en el exterior, pero también en el interior, donde se esperan manifestaciones de apoyo a los familiares de los rehenes y en contra de la ocupación de Gaza. En el ámbito diplomático, Israel se queda cada vez más solo. Un país como Alemania, que hasta ahora se había negado siempre a aprobar represalias contra Israel oa condenar abiertamente el asedio a Gaza, ha anunciado que detiene las exportaciones de armas que se puedan utilizar contra los palestinos.

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Los analistas consultados por el ARA advierten que Israel ya ha intentado otras veces tomar el control total de Gaza y que hasta ahora siempre ha fracasado. Se trata de operar en una zona densamente poblada y al mismo tiempo destruida por bombardeos, donde a la gente le faltan los suministros básicos y donde el enemigo, Hamás, se mueve con facilidad por su red de túneles subterráneos. ¿Por qué debería funcionar ahora? Nadie sabe, porque el gobierno israelí no ha facilitado ningún detalle de la operación. Sólo se han hecho públicas fotografías de los jefes militares reunidos para discutir cómo dar respuesta al encargo del gobierno.

De algún modo, el paso del primer ministro israelí también entierra cualquier opción diplomática, ya que las negociaciones con Hamás quedan suspendidas. Sin embargo, Netanyahu podrá echar por el derecho siempre que disponga del apoyo de Washington. Solo Donald Trump, que estos días insiste en que quiere ganar el premio Nobel de la Paz y patrocina un acuerdo entre Armenia y Azerbaiyán, podría obligar a Netanyahu a abandonar sus planes y volver a la mesa de negociación.

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La decisión se debe seguramente a que Netanyahu empieza a impacientarse y teme perder el apoyo de la población. El próximo 7 de octubre cumplirá dos años de los terribles ataques de Hamás que acabaron con 1.139 muertos y 250 personas hechas rehenes. Aparte de que Netanyahu no ha asumido la responsabilidad por los errores de seguridad que permitieron esa masacre, el primer ministro israelí tampoco ha cumplido los dos objetivos que se marcó, que eran destruir a Hamás y liberar a los rehenes. Ni sus victorias estratégicas contra Hezbollah en Líbano y contra el régimen iraní han logrado tapar ese fracaso. Después de dos años, la sociedad israelí comienza a dar signos de cansancio a Gaza, y su primer ministro sólo les ofrece un camino de guerra sin horizonte de paz a la vista.