Devoraba yo el último tomo de la tetralogía Dos amigas de Elena Ferrante, avanzando en la historia de Lila y Lenù en el Nápoles de los últimos 50 años. Delante de la chimenea, en una casa en medio del campo, de vacaciones, y pensaba que aquello debía parecerse mucho a la felicidad. Me debatía en si cerrar el libro para que me durara hasta el día siguiente o continuar (nunca elijo la primera opción) cuando me enviaron un WhatsApp exhortándome a escribir sobre el encendido de luces de Navidad en Palma. Sin trabajar, no había reparado en qué era el día de ese teatro con pulsador, aunque presumía que, tratándose del PP, habría echado el resto en la escenificación. A los políticos les gusta Nadal, pero a la derecha, más. La quieren XXL. Sin ir más lejos, el alcalde de Palma ha anunciado que se gastará 850.000 euros en renovar la cabalgata. Le honra el interés por ofrecer un mejor servicio a la ciudadanía, sobre todo cuando el populacho (votantes y no votantes) tomarán las calles igualmente aunque entre las carrozas haya, que sé yo, un autobús de la EMT con una estrella encima. Ocurrió cuando yo era niño y en ese momento rogué a mi madre que no volviera a castigarme con ese espectáculo. La ilusión debe mantener unos mínimos.
Mientras crepitaba el fuego, escuché el audio sobre el encendido de luces: "Están haciendo algo vergonzoso, que no tiene nada que ver con Navidad, hay gente haciendo pool dance, nada que ver con los niños. Muy tronado, absurdo. Ido, una mierda". Aclaré que no estaba de servicio y, por tanto, me interesaba tanto como si se hubiera producido un gran apagón. Bueno, una pana el día del encendido sí que habría tenido su gracia.
¿Cuándo empezó este desenfreno navideño? ser Vigo. Sevilla ha querido ser Málaga. Y Palma no sé en quién se estará mirando para mantenernos la ciudad vestida de Navidad hasta finales de enero, aprovechando el atrezzo para San Sebastián. el anterior. En este punto, es que hubiera incluso defendido a los titiriteros que, según mi amiga, hacían el ridículo al lado del alcalde.
