02/08/2025
3 min

Si haces una encuesta y pides lo importante que es la música para la ciudadanía probablemente recibirás respuestas apasionadas y acabarás teniendo la impresión general de que la música es muy importante para mucha gente, de hecho algunos te asegurarán que una música les acompaña todo el día y otros, directamente, te dirán que no podrían vivir sin ella. dinero invierte a estas mismas personas en un bien cultural tan importante para ellos, sea en formato físico, digital, entradas a conciertos o la suscripción a algún servicio de streaming, es probable que recojas un buen número de expresiones de incomodidad tipo 'ehhhh', 'uhhhh' e incluso algún 'ahhhh'.

No creo que el dinero que te gastes en música tenga que ser la única medida de tu pasión, pero siempre me ha llamado la atención esta incongruencia, porque pienso que delata algo muy típico de nuestros tiempos, aunque sólo sea de qué manera consumimos, que es, en general, lo que nos dice lo que es de ciego, y sin reflexionar prioridades.

El fenómeno, de hecho, no es exclusivo de la música, pero con la música es más obvio que en otros campos porque, es un hecho, puedes disfrutar de música siempre que quieras sin tener que pagar absolutamente nada y eso convierte en voluntario el acto de apoquinar, acto que mucha gente ni siquiera se plantea.

Quizás donde es más doloso este fenómeno es en la información, sobre todo en el caso de la prensa: de nuevo, si haces una encuesta a pie de calle, la mayoría de gente te dirá que la información de calidad es uno de los pilares de la democracia, un bien indispensable para entender el mundo en el que vivimos y que intenta estar bien informado. También es probable que te haga saber que, por lo general, piensa que los periodistas son casi todos unos incompetentes. Sólo puedo rebatir parcialmente esa afirmación (siempre me he pedido cuánta gente quedaría viva si los médicos actuaran con la misma displicencia con la que hacen su trabajo algunos redactores). Pero, de nuevo, y volviendo a la encuesta: ¿cuánto gasta la gente para contribuir a sostener a la prensa de calidad?

Con los diarios digitales, las estimaciones hablan de un 20% de lectores de pago. Los periódicos en papel vendían en 2004 más de 4 millones de ejemplares al día. En 2014 habían bajado casi a la mitad. Actualmente no llegan ni a 800.000. La población española es ligeramente superior a 49 millones de personas. Esto supone que, de cada 100 personas, sólo dos compran prensa escrita. Los otros 98 españoles también se informan, claro. Está la tele, la radio y, sobre todo, las redes sociales.

Y es aquí donde hay que tener en cuenta la máxima de la economía en la era de internet: si no estás pagando por un producto es porque no eres el cliente, eres el producto. O dicho de otra forma más enfática: no recibes un servicio, eres el servicio que alguien ofrece a otro.

De nuevo, no creo que tener acceso a información veraz deba ser un tema económico: la cultura y la información deberían ser un derecho, no un privilegio. Pero también pienso que existe aquí una incoherencia que delata algo de ese momento histórico y que, sobre todo, explica la precarización laboral en ambos sectores, una precarización que, en el caso de la prensa, supone la casi desaparición de ese periodismo lento y de fondo que te permitía entender qué estaba pasando más allá de los titulares. Nunca habíamos recibido tanta información. Es un bombardeo constante. Pero, ¿cuánta de esa información entendemos realmente? ¿Y cuánto estaríamos dispuestos a pagar por hacerlo? Aquí su respuesta teórica. La respuesta real, a estas alturas, es que mucho menos de lo que estamos dispuestos a pagar por ver las series de moda, comprarnos unas zapatillas nuevas o tener un teléfono de última generación para hacernos nuestros buenos selfis. Cuestión de prioridades, supuesto.

stats