Un atlas fotovoltaico que no sabe catalán

Leemos en el ARA Baleares, en una noticia de Laura López Rigo, que el Govern balear ha presentado un Atlas Fotovoltaico de Baleares, un dispositivo digital e interactivo que permite consultar cuántas placas solares caben en la cubierta de nuestra casa o de cualquier edificio de estas islas. No sólo eso; también el gasto aproximado que comporta poner las placas, el ahorro energético que representan, la rentabilidad y, en definitiva, todo lo que conviene saber a la hora de instalar placas solares en la propia casa, o finca de pisos, o edificio de oficinas, o garaje, o granja, o lo que sea. Una buena herramienta, este atlas, de esas que, al leer la noticia, hacen exclamar: "Ya era hora". Un atlas así permite avanzar en la implantación de las energías no contaminantes (imprescindible y de cada día más urgente) de la forma correcta: instalando las placas solares en los núcleos urbanos –aprovechando azoteas, cubiertas y otras superficies ya construidas– y no convirtiendo las tierras de cultivo en sembrados de placas solares.

Sin embargo, la alegría dura poco en la casa de quienes tienen gobiernos contrarios a la lengua propia de Baleares. Al entrar, en el Atlas, nos encontramos con que los textos están todos redactados en castellano, con el añadido de un mapa de Baleares con los topónimos escritos en traducciones o versiones libres también al castellano. San Francisco Javier, en Formentera; Santa Eulalia del Río, San José, San Antonio Abad e Ibiza, en Ibiza; Ciudadela, Alayor, San Clemente y Mahón, en Menorca; La Puebla, Marrachí, Palma de Mallorca, Buñola, Lluchmayor, Porreras, Villafranca de Bonany, Las Salinas y un imponente Santañyí, en Mallorca, entre otras grafías asombrosas. Asombrosas y de tradición indiscutiblemente franquista, todo sea dicho.

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Un mapa digital de Baleares con los textos en castellano y con topónimos escritos de forma aberrante. Por un momento pensé que quizás había algún error en el enlace, pero no: en la parte superior derecha de la página figura, bien visible, el logotipo del Govern de las Illes Balears, con el escudo cuatribarrado con la franja azul, que tanto gusta a nuestra derecha. Para que no quede ningún margen de duda y no podamos pensar que se ha tratado de un error, el Atlas ofrece un menú lingüístico: el usuario puede escoger entre realizar la consulta en castellano o en inglés. En catalán, no. El castellano es la lengua por defecto de este atlas, y después se ofrece también la versión en inglés. Es curioso que todavía se descuidaron el alemán. Otra curiosidad es que, en su versión con los textos en inglés, los topónimos están escritos correctamente en catalán.

Estoy seguro de que en el Gobierno muchos se preguntarían que qué problema hay: que, mientras el Atlas muestre lo que debe mostrar (los datos y las previsiones para instalar placas solares en los inmuebles de Baleares), y lo haga de forma digital e interactiva e incluso en 3D, qué importancia tiene si esa información aparece en uno u otro idioma. En parte tienen razón: el problema no es sólo ese. Lo grave es que personas que no ven ningún problema en un despropósito como éste tengan responsabilidades públicas. La falta de sensibilidad, la falta de respeto, la falta de cuidado, el trabajo mal hecho o medio hecho o hecho de cualquier manera, la mala fe, la convicción (porque algunos están convencidos) de que la lengua que ellos mismos hablan no merece consideración, y el gasto de dinero público en demostraciones continuas de menor precio, derechos lingüísticos y mallorquines. Todo esto sí que es un problema, y ​​grave.