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Diez años rompiendo almendras en Son Macià: la historia de una máquina antigua que une un pueblo

Hace una década que un grupo de jóvenes campesinos recuperó la rompedora de los años 40 en el Levante mallorquín

El rompedor de almendras Nofre Fullana.
Sebastià Vanrell
17/09/2025
5 min

Son MaciàHace diez años, un grupo de jóvenes campesinos de la aldea manacorense de Son Macià, unidos para hacer mercado los sábados y dar salida a sus productos, aceptó el reto de volver a poner en marcha una máquina de los años cuarenta. Una rompedora tradicional que permite a los socios decidir qué hacer con sus frutos.

Detrás de la farmacia de Son Macià (aldea manacorí con poco más de 800 habitantes empadronados) y siguiendo el camino de Son Vell a mano izquierda, una construcción cuadrada y blanca que antes había servido para secar albaricoques, resuena como un tamborino. Tiene un portal pequeño para los sacos y una cristalera grande para las personas. Este año hace diez años que esto va así. "Y por muchos más", responde Pep Lluís Reche, a punto de pagar el estropicio.

Pep Lluís Reche con la furgoneta llena de sacos de almendras.

Ha venido desde la Colonia de Sant Pere con una furgoneta roja llena de sacos de almendras, con la voluntad de que las máquinas macianeras hagan el trabajo. En total, 15 sacos, de los que sacará 474 kilos de fruto pelado. "En nuestra casa, aparte de algarrobos, tenemos sembrados cerca de 300 almendros; de aquellos que la Conselleria de Agricultura subvencionó hace 25 años a cambio de arrebatar a los viejos", dice sonriendo.

Parte de estos kilos (de las variedades ferragnas, ferranwel e iguara) irán a parar a la Cooperativa de Artà, "pero otra parte será para consumo propio y para regalar entre amigos y conocidos". "Tú no sabes qué es llegar a una fiesta o que vengan a cenar a casa y regalar una bolsita de almendras nuestras", añade Reche mientras empieza a cargar por partir.

Son pasadas las 11 h, y la suya ha sido el primer trabajo de la temporada en Sa Trencadora, el nombre que la Asociación de Labradores y Artesanos de Son Macià Beniulpech dio al proyecto hace una década. "Estamos muy orgullosos de hasta dónde hemos llegado, no pensábamos cuando empezamos en agosto del 2015", recuerda Nofre Fullana (Son Macià, 1984, licenciado en Ciencias Ambientales), uno de los tres rompedores actuales que cada sábado, hasta Navidad, se relevante para controlar la peladora, la trenca. (Los otros dos son Gaspar Alomar y el músico y librero Miquel Serra.) "Estamos muy contentos, porque gracias a estas máquinas la gente puede decidir qué hace: es un ejercicio de soberanía alimentaria".

Andreu Serra descarga sacos de almendras.

Recuperar el patrimonio industrial

La máquina rompedora estaba detenida desde principios del siglo XX en una portaza de Porreres. "Nos la ofrecieron gratis y de repente aceptamos. Porque encajaba con nuestra filosofía –la asociación nació para que los jóvenes agricultores pudieran vender sus productos cada sábado en la plaza del pueblo– y porque podríamos recuperar así un patrimonio industrial único, así como, en cierto modo, la historia de las familias que vivían".

La triadora, por su parte, fue ideada y fabricada también en Porreres por Bernat Mesquida. Separa el caparazón del gemelo a través de un sistema de cribas y conductos de ventilación. Una 'tecnología punta' que llegó a Son Macià en 2013 y que necesitó casi dos años de restauración para eliminar carcomas y reparar mecanismos averiados por el desuso.

Y es que, aunque no hay electrónica de por medio –"madera, hierro y cuatro pernos"–, todavía ahora, especialmente al inicio de la temporada, hay que hacer mantenimiento constante. "Hoy, por ejemplo, se ha roto la correa de piel de la rompedora. Lo he podido arreglar para terminar el día, pero habrá que cambiar y no hay repuestos…", dice Fullana. Habrá que encargar una nueva hecha a medida, que costará 200 euros, un gasto que tendrá que asumir la asociación, sin ánimo de lucro.

"Lo hacemos para dar un servicio y porque pasamos gusto. Es un acto romántico. No es un negocio lucrativo, pero afortunadamente todavía somos jóvenes y nuestras cargas familiares nos permiten estar".

Romper almendras es un servicio que no existía en el Levante mallorquín desde hacía más de 30 años. Hasta que llegó el proyecto maciano. "Por eso hasta aquí viene gente de toda la isla e incluso de Menorca. Cuando piden hora (por correo electrónico a satrencadora@gmail.com o al teléfono 639 77 12 44) quieren saber quién habrá rompiendo ese día. Cada uno quiere el suyo", ríe.

Salida de la máquina rompedora de almendras.

Una oferta escasa

Actualmente, las rompedoras con horario periódico y estipulado pueden contarse con los dedos de una mano. Campanet, Llubí, Porreres, Andratx, Sineu y Petra han abierto de forma irregular. "Con Miquel Ordines de Santa Maria, por ejemplo, sí tenemos trato activo y, de hecho, nos pasamos rotas", dice Fullana.

De todos modos, la soberana sólo representa una parte menor de las almendras que se procesan en Mallorca. La mayoría acuden a cooperativas, entre ellas el Camp Mallorquí, a Consell, es la que hace más trabajo.

Sion Mora llega con su madre, de Son Servera: "Aunque los almendros los tenemos sembrados en unas tierras entre Portocristo y Son Carrió". Lleva tres sacos, la media que suelen llevar cada año los 165 socios que han pagado un euro (más el coste del peso neto del fruto) para acceder al servicio. En total, las máquinas han roto y separado más de 600 veces desde que están en el pueblo.

"Son árboles jóvenes, de entre 7 y 10 años, que ya dan una buena cantidad de almendras [la vida útil suele ser de unos 30 años]. Por eso pensamos que no debe perderse. Este año, no sé si por la sequía, pero la cosecha no ha acabado de ir. "Antes íbamos a Petra, pero el dueño se jubiló y fue mi cuñado quien me dijo que en Son Macià habían recuperado una rompedora".

Cáscaras de las almendras en la rompedora.

De todo el proceso, los socios se llevan el gemelo y la cáscara. "Con el primero suelen hacer turrón por fiestas", concluye Fullana, que habla con admiración de la nueva clientela: "Cada vez vienen más familias jóvenes con hijos pequeños, que aprovechan para ir de excursión o para merendar a Son Macià. O que quedan aquí para contarles a los chicos, que a menudo han ayudado al proceso. ilusión".

La cáscara, en cambio, tiene diferentes usos agrícolas: puede servir para retener la humedad del suelo o para encender fuego. El polvo que sobra del proceso mecánico se lo queda la asociación, que lo reparte entre los campesinos de la zona para hacerlo compuesto para los cultivos.

Los precios para mantener el servicio

Un letrero alerta: '¡Las piedras empujan a las máquinas!', justo al lado del listado de precios. Sin embargo, la sintonía con los socios es excelente. "Están orgullosos de venir y nosotros, también. Suelen pedir qué encontramos de las almendras que han llevado, si parecen buenas… '¡Mira de no hacerme blanco!', dicen algunos, haciendo referencia a que el gemelo no se rompa".

Los precios por kilo varían según la cantidad:

  • De 0 a 30 kg (aproximadamente un saco o uno y medio): 0,30 €/kg
  • De 31 a 90 kg (2 o 3 sacos): 0,27 €/kg
  • De 91 a 300 kg (4 a 10 sacos): 0,24 €/kg
  • A partir de 301 kg (más de 10 sacos): 0,21 €/kg

Sa Trencadora abre todos los sábados, de 8.30 ha 13.30 h, desde ahora y hasta Navidad. También abre el último sábado de cada mes entre principios de año y Pascua, y otros días entre semana con cita previa por rotas grandes (más de 300 kilos). Como aquella jornada de ocho horas ininterrumpidas: "Dos toneladas de almendras; ha sido la mayor en 10 años".

Por el portal pequeño, donde está la báscula, mira una cabeza. Andreu Servera (más de 70 años, gorro, aspillado) pregunta si puede descargar. Ya son más de las 12:30 h.

—¿Cuántos sacos son?

—¡Cuatro!

—¡Descárgalos!

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