Ratios desbordadas y vulnerabilidad en aumento: la escuela 'se ahoga'

84 centros públicos superan ratios a grupos de Primaria, en un contexto marcado por la diversidad lingüística, el aumento de las necesidades y la falta de recursos para hacerle frente

PalmaReducir las ratios de alumnos por aula es una de las reivindicaciones históricas de la comunidad educativa, y se considera una herramienta clave para atender al incremento de vulnerabilidad infantil de los últimos años. Según las fuentes consultadas, las ratios máximas que fija la normativa –22 en Infantil, 25 alumnos en Primaria, 30 en la ESO y 35 en Bachillerato– dificultan ya la atención adecuada a todos los niños, teniendo en cuenta los condicionantes socioeconómicos y socioculturales de Baleares. Pero hay centros que superan estas cifras. De hecho, la Conselleria de Educación ha incrementado la cuota de profesorado en 84 centros públicos que han superado los umbrales máximos en grupos de Primaria, aproximadamente el 37,83% del total, y en 22 que han hecho lo mismo en Infantil. Se les ha permitido "bajar ratios a determinados niveles".

Hay que recordar que en Baleares existe la figura de los Centros de Atención Preferente (CAP), aquellos que, debido a una vulnerabilidad extrema de acuerdo con el baremo del Índice Socioeconómico y Cultural (ISEC), reciben recursos adicionales y tienen ratios reducidos entre un 10% y un 20%. Según el listado publicado por la Conselleria en el mes de mayo, este año lo son ocho escuelas, once institutos, cuatro CEIPIESO, el CP Es Canyar y el CEIPIEEM Simó Ballester. También tienen la catalogación de CAP trece escuelas concertadas.

El acuerdo marco educativo firmado en 2023 entre el Gobierno del Pacto y los sindicatos de la enseñanza pública fijó el objetivo de que, en un plazo de cuatro años, los ratios se redujeran hasta 22 alumnos por aula en Primaria en los centros con un índice ISEC inferior a -0,20. En el caso de los CAP, el acuerdo establece un máximo de 20 alumnos por grupo en Primaria, 24 en la ESO y 28 en Bachillerato. Además, se pactó elaborar un plan para reducir progresivamente los ratios al menos un 10% respecto a los máximos, hasta quedar en 22 alumnos por grupo en Primaria, 27 en la ESO y 31 en Bachillerato. Este objetivo afectaría a todos los CEIP, CEIPIESO, CEIPIEEM y IES.

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Ahora bien, una vez firmado el acuerdo, llega la realidad. El goteo constante de alumnado recién llegado es un fenómeno habitual en Baleares. Los centros lo asumen con predisposición, pero con la dificultad añadida de que buena parte de estos niños, especialmente si no dominan ninguna de las dos lenguas oficiales, son considerados NESE (Necesidades Educativas de Apoyo Específico) por definición y requieren una atención muchas veces individualizada. Con el actual parque inmobiliario educativo, la reducción de ratios en los términos previstos es compleja. De hecho, el mismo acuerdo marco ya lo reconoce: "Cuando, por falta de disponibilidad de espacios, no sea posible llegar a los ratios establecidos, se dotará de profesorado adicional a cada grupo afectado".

Mientras tanto, la Conselleria de Educación tiene en marcha el Plan de infraestructuras presentado en agosto del 2024 y que pretende invertir 600 millones en 10 años: aspira a construir 77 centros, reformar 158 y realizar 60ampliaciones de infraestructuras. De éstos, 150 millones se gastarían en los tres primeros años. La inversión prevista a 10 años es ambiciosa, teniendo presente que tradicionalmente el problema ha sido la falta de solares disponibles y adecuados para realizar equipamientos educativos. También que siempre ha habido pujas que quedan desiertas, algo que retrasa los procesos y dilata la construcción de los edificios.

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Un ejemplo claro es Caimari. Si bien la Conselleria inauguró el nuevo CEIP Ses Deveres este mes, la comunidad educativa del pueblo llevaba 16 años esperando: las pujas habían quedado desiertas en numerosas ocasiones. Por todo ello, existe una parte de la comunidad educativa que duda de que el plan se pueda cumplir. "Tenemos previstos 150 millones en tres años, y espero que, si no puedo inaugurarlo todo, al menos esté licitado, y también inaugurado en algunos casos", dijo el conseller de Educación, Antoni Vera, en conversación con el ARA Baleares.

De vuelta a los ratios, las máximas actuales que fija la normativa, a pesar de ser elevadas en relación con las características del alumnado balear y con la falta de profesionales para atender su vulnerabilidad, coinciden con los objetivos de futuro que se ha marcado recientemente el Ministerio de Educación para todo el Estado: 22 alumnos en Inf. Cada alumno con necesidades específicas computará como dos plazas.

Las consecuencias de trabajar en aulas llenas

Trabajar con ratios máximos comporta una serie de dificultades estructurales, que afectan al profesorado y al alumnado. En primer lugar, la diversidad lingüística y cultural del territorio, con un elevado porcentaje de alumnos de incorporación tardía y con muy variadas competencias lingüísticas, hace que sea especialmente complicado ofrecer un acompañamiento personalizado. Con grupos muy numerosos, el tiempo para atender necesidades individuales, adaptar materiales o apoyar lingüístico se reduce.

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A esto se suma el impacto sobre la atención a la diversidad y las necesidades educativas específicas. Las ratios altas dificultan la inclusión real, porque el docente no puede dedicar tiempo suficiente a las adaptaciones individuales ni a la coordinación con los servicios de apoyo (Pedagogía Terapéutica y Audición y Lenguaje), que a menudo ya trabajan al límite de su capacidad. Según ha podido saberse, también se ve afectado el clima de convivencia: las aulas demasiado llenas generan más ruido, más tensión y más conflictos. También hacen más difícil el seguimiento emocional y social que muchas veces necesita el alumnado, en un momento en el queacoso escolar va al alza y que es necesaria la vigilancia y la prevención.

Otro problema relevante es la limitación de infraestructuras. Muchos centros baleares tienen aulas pequeñas, espacios saturados o edificios antiguos, y trabajar con ratios máximos hace casi imposible implementar metodologías activas, moverse libremente, trabajar en grupo o disponer de rincones de lectura, laboratorios o salas de soporte. El proyecto pedagógico queda condicionado por la carencia de espacio físico. De hecho, existen centros que han suprimido espacios comunes, como aulas de música o gimnasios para poner aulas ordinarias. También los hay que el comedor se les ha quedado pequeño y hay parte de los alumnos que comen en las aulas.

Docentes quemados

Este contexto también incrementa el desgaste del profesorado. En Baleares, donde ya existe una dificultad añadida para captar y mantener docentes a causa del coste de vida, los ratios altos generan más estrés, más carga de trabajo y más rotación de personal a causa de las bajas médicas. Esto afecta directamente a la continuidad educativa y la calidad del seguimiento tutorial. Paralelamente, la comunicación con las familias se vuelve más superficial, porque es inviable dedicar tiempo suficiente a cada caso cuando un tutor tiene demasiados alumnos a su cargo.

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Las ratios elevadas tienen, además, consecuencias sobre el rendimiento académico, especialmente en los centros de mayor complejidad, habituales en Baleares. Los alumnos más vulnerables, dada su condición, son los que más sufren cuando hay demasiados niños por aula: reciben menos atención, menos seguimiento y acumulan mayores dificultades a lo largo del curso. Se genera, por tanto, un factor de desigualdad que puede derivar en el abandono escolar prematuro, uno de los principales achaques del sistema educativo que alcanzó el 20,14% en 2024, sólo superado por Melilla (26%).

Finalmente, los ratios máximos también limitan la capacidad de los centros para incorporar alumnado nuevo a lo largo del curso, algo habitual en Baleares por la movilidad interna y los flujos migratorios. Esta presión añade desequilibrios entre aulas y saturación en determinados grupos. En conjunto, los elevados ratios generan un modelo educativo menos inclusivo, menos personalizado y más tenso, donde el docente dedica más tiempo a tareas de gestión que a enseñar, y donde los alumnos –especialmente los que requieren más apoyo– son los principales perjudicados.

Los resultados académicos en las pruebas del IAQSE tampoco son positivos. Sin embargo, están condicionados por múltiples factores más allá de los estrictamente académicos o de las horas lectivas. Todos los elementos mencionados anteriormente, derivados de las ratios altas, impactan de lleno en la realidad educativa balear. Por eso, comparar los resultados de Baleares con los de Asturias o Castilla y León, como se hace en determinados entornos, sin ponderar el contexto de cada territorio, no ofrece una lectura justa.