El sinhogarismo se escapa de las manos de la Administración

La problemática crece en Mallorca mientras las instituciones públicas operan con datos desactualizados

Las chabolas y tiendas de campaña de personas sin hogar se encuentran alrededor de la vía de cintura, en solares vacíos y en parques urbanos.
01/12/2025
5 min

PalmaLas cifras de personas sin hogar no paran de aumentar en Mallorca –hay que tener en cuenta que las jaulas y las caravanas se engloban dentro de la categoría de sinhogarismo. Desde el 2019 hasta el 2023, el crecimiento ha sido del 112%: si hace cinco años había 207 personas, hace dos ya había 440, más del doble, según los datos del Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales (IMAS) –este dato no es exacto, porque sólo se incluyen las personas que están presentes.

El dato tampoco está actualizado porque el último recuento que el IMAS hizo fue en noviembre del 2023. "Sólo se hizo en Palma, durante una noche y apenas se identificaron las personas que ya estaban registradas en las Unidades Móviles de Emergencia (UME)", denuncian fuentes de entidades de acción social que prefieren. Consideran, entre otras cosas, que la Administración pone el foco sólo en Palma. "Si te quedas en la calle en cualquier pueblo, sólo puedes romper con todo tu vínculo e irte a Palma a hacer cola en Ca l'Ardiaca o no hay mucho más que hacer", opinan.

Por otra parte, critican que en el recuento no se clasifican a las personas sin hogar por categorías, tal y como establece la clasificación que estableció la Federación Europea de Organizaciones Nacionales que Trabajan con Personas sin Hogar (FEANTSA). "Tampoco interesa tener datos", lamentan. Este año, el Ayuntamiento de Palma ha contabilizado 156 caravanas y 600 personas que viven en asentamientos. Sin embargo, fuentes de la institución municipal reconocen que es "complicado" realizar un seguimiento continuo porque los asentamientos "cambian de lugar constantemente".

Una chabola en Palma fotografiada este noviembre.
Detalle de un asentamiento de Palma.

El problema crece en un contexto en el que la Administración no tiene datos actualizados ni tiene todos los asentamientos de las Islas localizados y los servicios sociales están desbordados. En Baleares ya se han levantado asentamientos de tiendas de campaña en las medias de las autovías y también en parques públicos, entre otros lugares: una muestra clara del grave problema de vivienda que sufre el territorio. De hecho, Maria (nombre ficticio), una mujer de 44 años que lleva cuatro meses viviendo en la entrada de la autopista Ma-19 hacia Palma, explica al ARA Baleares que Cruz Roja le regaló su tienda de campaña. "Y tanta suerte, porque no tenía nada", agradece. Sólo cabe un colchón y la comparte con su pareja. Estas estructuras para sobrevivir ya se aprecian incluso en Nou Llevant, muy cerca de la avenida de México, donde se comercializan pisos por 995.000 euros en la plataforma Idealista. Hay que recordar a todas las personas que viven en caravanas y también a estructuras como la antigua prisión de Palma, el aeropuerto de Son Sant Joan, la antigua pista de ciclismo de Campos y los asentamientos de Can Rova de Ibiza, que se han desmantelado en reiteradas ocasiones, entre otros lugares.

Las personas recurren a contactos que saben que viven en la calle para tener un lugar donde dormir. Joana (nombre ficticio), una mujer de 65 años, hace uno que vive en una nave industrial abandonada gracias a un hombre que conocía. Hace 23 años que vino a Mallorca desde Ecuador y trabajaba en un hotel como camarera de pisos, pero el año pasado ya no empezó la temporada porque le diagnosticaron lupus, una enfermedad autoinmune crónica. "No podía pagar el alquiler y me fui", cuenta. No quiere especificar dónde vive, pero la nave no se encuentra en Palma, lo que confirma que el sinhogarismo no sólo está presente en Ciudad, sino también en otros municipios.

Por su parte, Joana recibe la ayuda de Cáritas, a diferencia de Tomeu (nombre ficticio), un hombre musulmán de 55 años que vive en el parque de Les Sorts, en el barrio palmesano del Rafal. Tenía una tienda de electrodomésticos en la calle de Manacor que quebró. Según cuenta, le sacaron del piso donde estaba y vio que ese pedazo del parque estaba vacío. Además, conocía a una persona que vivía allí. "Empecé a quitarle la hierba con un rampino que hice con una rama de un árbol y un cuchillo de sierra", explica.

Después de casi dos años de vivir, se ha acostumbrado a estar en la calle aunque desea encontrar un piso pronto. Para dormir con el ruido de los coches que pasan a menos de 200 metros de la chabola, se imagina que está en su casa en Marruecos, junto al mar. "Transforme el ruido de los coches con el rumor de las olas", dice en medio del huerto que ha sembrado él. Ha aprovechado todo lo que se ha encontrado en la calle a lo largo de los años para fabricar una chabola donde refugiarse. El techo de su habitación es el forro de una piscina de plástico. "Así, si llueve, no me baño", dice.

Nada de servicios sociales

Explica que nada quiere saber de los servicios sociales. "Siente que me engañan. Juegan a hacernos preguntas a cambio de galletas", denuncia. Sin embargo, agradece a los vecinos, a las personas del parque ya voluntarios, como por ejemplo los de la asociación Proyecto Encuentro que le dan comida. Muchas de las personas sin hogar que ha entrevistado al ARA Baleares reniegan acceder a los servicios sociales. Fuentes de organizaciones sociales entienden este rechazo a la Administración y denuncian que "no les da respuesta". En la misma línea añaden que los servicios públicos hacen esperar mucho a las personas que se encuentran en esta situación, por lo que "se queman".

Entrada de un poblado de personas sin hogar en Palma.
Un huerto dentro de un asentamiento de Palma.

Hace casi seis años que Julià (nombre ficticio), un joven de 29 años que es de Bulgaria, vive con su mujer y sus tres hijos en un asentamiento de casi 50 personas que hay en el Secar de la Real. No acude a los servicios sociales porque prefiere quedar en su chabola que meterse en un piso que no podrá pagar. Al pedirle por qué no quiere su ayuda contesta claro: "No quiero problemas con nadie, quiero estar tranquilo con mi familia".

Los dos hijos pequeños, de dos y tres años, nacieron en el asentamiento. Al ver que el padre charla con alguien que no conocen no se deshacen. Ocurre todo el día con los niños. Duermen todos en una habitación que ha construido Julià con maderas y cartones que ha encontrado. Incluso le ha puesto unas pequeñas vidrieras en la puerta que preside "la fachada". Los niños tienen los juguetes repartidos por la tierra y la mujer está en trabajar. Limpieza casas. Este hecho refleja que el perfil de personas sin hogar también ha cambiado en los dos últimos años. Según explica la responsable del programa Personas Sin Hogar y Vivienda de Cáritas Mallorca, Teresa Riera, hace dos años el perfil mayoritario que vivía en la calle era un hombre de entre 40 y 60 años y con problemas de drogodependencia. Pero remarca que actualmente se encuentran en la calle personas mayores e incluso niños y gente que trabaja. La extrema derecha ha difundido un discurso que apunta a los migrantes como los principales culpables de la saturación de los servicios sociales. Sin embargo, Riera destaca que la mayoría de personas que asisten al centro de día de Cáritas de Inca son españoles.

Colapso

Riera advierte que los servicios sociales están "colapsados" y que los profesionales tienen una carga de trabajo "muy grande". "Es muy frustrante cuando viene una persona y no tienes ninguna respuesta para darle", confiesa. En la misma línea expone que las salidas de los usuarios de los programas de la entidad cada vez se alargan más porque no se encuentran alternativas habitacionales. "Antes, cuando empezaban se les iniciaba un plan de trabajo y de reconstrucción personal, y una vez que encontraban trabajo era relativamente fácil que empezaran su vida de nuevo, pero ahora puede que encuentren trabajo, pero continúan en situación de calle", lamenta. En las Islas ya nada garantiza el acceso a una vivienda.

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