Comercio

Adiós a los comercios que fueron los pilares de la economía local: "Haremos la vida en los polígonos"

Hasta 5.000 tiendas han cerrado en Baleares en los últimos 15 años. Este hecho implica la pérdida de una parte del tejido social y también la homogeneización paisajística de los municipios de las Islas

La avenida Jaume III de Palma, llena de franquicias y comercios de marcas extranjeras, ha perdido las tiendas locales.
29/09/2025
6 min

PalmaEl uno de abril, Vicente Cajuso, de 73 años, bajó por última vez la barrera de Didasko, la papelería que tenía en un polígono de Maó. Después de haber pensado durante mucho tiempo la posibilidad de jubilarse por su edad y en un momento en que el negocio aumentaba los beneficios y la facturación, lo hizo. Mientras aún lo pensaba colgó un anuncio en páginas web de emprendedores y programas de la administración pública para ver si algún menorquín lo cogía, pero no le quedó más remedio que traspasarlo a una empresa mallorquina. "Si hubiera podido confiar la papelería a una menorquina lo hubiera hecho", asegura. También le hubiera gustado que sus hijos siguieran con "el trabajo de hormiga" que hizo él durante 38 años "siempre que les gustara el oficio y les hiciera felices", recalca con la sinceridad de un padre que quiere lo mejor para sus hijos.

Este es uno de los miles de pequeños comercios de Baleares que no encuentran relieve generacional. De hecho, en los últimos quince años han cerrado 5.000 en las Islas, muchos de ellos por esta falta de relevo, según asegura la presidenta de la Federación de Empresarios de Comercio de Baleares (Afedeco), Joana Manresa. Por su parte, Cajuso, quien también fue presidente de la Asociación Empresarial de Comerciantes de Menorca (Ascome), lamenta que en algunos municipios "hay menos comercios que hace 20 años aunque la población ha crecido notablemente". En la misma línea, advierte que "si todo sigue así" pueblos como el Migjorn "quedarán sin comercios".

Vicente Cajuso, expropietari d’una papereria

En 2024, para la primera fase del programa Relevo en negocios, el Govern realizó encuestas a empresas de más de 10 años de antigüedad, con menos de 11 trabajadores y situadas en municipios de menos de 20.000 habitantes. Los resultados de las 530 encuestas evidenciaban que de los negocios previstos en el cierre, el 48% considera que la causa principal es la falta de relevo generacional y el 54% de las empresas no tiene previsto el futuro en caso de que no exista relevo familiar. Desgraciadamente, la pérdida del pequeño comercio por esta problemática no es un fenómeno puntual sino una tendencia "totalmente estructural", según explica el antropólogo José Mansilla.

¿Quién ha provocado esto?

Ahora que las calles principales de las ciudades de las Islas están llenas de franquicias con escaparates relucientes y modernos, las reivindicaciones que hace el comercio de siempre "tienen un punto romántico", a juicio de Mansilla. "Parece que no recordamos que, antes de que el comercio tradicional fuera desplazado, aparecieron los supermercados y nos gustaba coger el coche e ir. Y el hecho de que desde el móvil se pueda encargar la compra parece maravilloso, pero en realidad esto es poner una nueva capa encima del comercio tradicional", recuerda.

La gente tiene una "nueva manera de comprar", explica la presidenta de la Asociación del Pequeño y Medio Comercio de Mallorca (Pimeco), Carolina Domingo. "Y se ha acostumbrado porque es muy cómodo", añade. El comercio online, que ha sufrido un aumento de demanda desde la pandemia, se ha convertido en una fuerte competencia de los negocios de siempre. "Hoy en día puedes encontrar en un euro un juego que yo vendo a la tienda por 14,90 euros, porque me cuesta 10,90. Por eso, se compra más barato y si no les gusta lo tirarán y no pasará nada", lamenta la presidenta de Ascome, Joana Torres, que tiene una tienda de juguetes, donde trabaja desde 5 años.

Además, denuncia que ambas empresas (pequeñas y grandes) "compiten con las mismas cartas". Así, considera que la estructura de un comercio tradicional "es muy pesada" porque "hay cosas que no están adecuadas a una pequeña empresa". "Las grandes sociedades tienen departamentos para hacer cosas que a las pequeñas debe hacer una persona sola", denuncia. Admite que no sabe qué va a pasar con su negocio familiar. "Es un tema algo tabú", dice.

Segundas oportunidades

El cierre del comercio de siempre provoca "un cambio total de las ciudades", dice Mansilla. "Pero siempre han cambiado. Las ciudades cambian, lo que debemos procurar es que lo hagan de la forma más justa posible. No podemos detener la transformación de los barrios, pero se puede controlar que el mercado inmobiliario no sea tan agresivo con organización y planificación", apunta.

La característica estrella del comercio local es la proximidad con el cliente. Desde que se ha producido el cierre o traspaso de muchos de estos negocios, los consumidores tampoco "no hemos sabido sustituir las relaciones por otros", expone. En la misma línea, opina que "si una familia traspasa un negocio a otra, los consumidores habituales deben ir como siempre". Así, el antropólogo hace referencia "a toda la gente que viene de fuera que se encarga de reanudar los negocios" de familias mallorquinas, como los chinos que salvan la vida de los bares de toda la vida de Palma y además conservan sus nombres y ofrecen platos de aquí.

Si la tendencia de consumo no cambia, si no se dan segundas oportunidades a negocios traspasados ​​y los centros urbanos se llenan de franquicias con productos de fuera de Baleares, tendrán "ciudades exactamente iguales que en el resto del mundo", asegura Mansilla. Este hecho se vincula con el desplazamiento de la clase trabajadora de los centros urbanos porque "no podrán acceder a ellos", ni tampoco mantener los negocios porque "no serán de su nivel económico", añade.

Marga Camps

En Baleares, ya se han dado casos. Marga Camps, de 62 años, heredó la zapatería de sus padrinos en el centro del Migjorn Gran y en el 2016 la cerró porque no le salía rentable. "Se me hizo muy difícil cerrar la tienda donde prácticamente nací. Incluso soñaba con ella, pero no podía ser. Todavía en pag préstamos", lamenta. Cuando alguien le pedía por el traspaso de la zapatería ella misma confesaba que no salía a cuenta. "Me resistí a encerrar durante mucho tiempo, pero era insostenible", recuerda. Si ella hubiera podido sostener el negocio, seguramente su hija le habría cogido, cuenta Camps. Critica que el Migjorn llegará a ser "un pueblo dormitorio" y prevé que "todo se resumirá en ir de compras a los centros comerciales, las barriadas volverán pobres y la vida se hará en los polígonos". Este cambio en las ciudades pasará "por un proceso propio del capitalismo y porque habremos expulsado a la gente que vivía y trabajaba allí", sentencia Mansilla.

¿Qué perdemos?

Además de llevarse la vida que dan los pequeños comercios a una ciudad, su desaparición también podría provocar un cambio en el tejido social de las Islas. "Otros tipos de comercios no consolidan las relaciones sociales que se establecían con los de antes, que eran casi primarias", advierte Mansilla. Además, muchos de estos pequeños comercios nacían para satisfacer necesidades concretas de los municipios o porque el producto era tradicional de la zona (como los zapatos en Menorca), dos hechos que no corresponden con el origen de las franquicias.

A la expropietaria de la zapatería del Migjorn Gran, su hija siempre le decía "la psicóloga" porque hablaba horas con los clientes. "Tenía tiempo de atenderles, de aconsejarles y también de hablar con ellos", dice orgullosa. La atención personalizada es una parte social que desaparece también si lo hace el comercio de siempre.

También podría perderse la economía de kilómetro cero y los puestos de trabajo que crea, según explica el expresidente de Ascome. Las franquicias son de personas de fuera y el dinero que se destina no acaba en los bolsillos de los comerciantes de las Islas, por lo que los beneficios no se reinvierten en el territorio. "El comercio local es lo que invierte en Menorca", asegura.

¿Cómo se puede evitar?

Un estudio elaborado por el Consejo Económico y Social de las Islas Baleares (CES) determinó en 2019 que la media de edad de la población activa de Baleares era de 43 años. Además, el CES ya advirtió del envejecimiento demográfico que sufrirían las Islas. El sector del comercio no es ajeno a estos hechos, por eso el tradicional "hay que adaptarse a la digitalización y acercarse a los jóvenes. Ya bastan los factores que hacen que el comercio no sea atractivo y debemos trabajar para que lo sea de cara a las futuras generaciones", considera la presidenta de Afedeco.

Por su parte, la directora general de Empresa, Autónomos y Comercio, Pedrona Seguí, explica que el Govern tiene un proyecto llamado IB Relleu para "revertir" la problemática de relieve generacional que sufre el pequeño comercio de las Islas. "Ponemos en contacto a personas que por falta de comunidad o bien por límite de edad quieren traspasar el negocio con jóvenes emprendedores. Les enseñan cómo tratar a los clientes y el funcionamiento del negocio, entre otros", detalla. Gracias a este programa, en el primer semestre de 2025 se han cedido cinco empresas de Baleares. "El pequeño comercio es una representación de lo que somos y no se puede detener", concluye Seguí

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