Cristina Maragall: “Mi padre quería fijar la imagen de todo lo que amaba”
Hija del expresidente de la Generalitat y presidenta de la Fundación Pasqual Maragall
PalmaDar visibilidad a la realidad detrás del Alzheimer, a través de exposiciones, libros o incluso un documental –el galardonado Bicicleta, cuchara, manzana, dirigido por Carles Bosch– ha sido una de las principales ocupaciones de la Fundación Pasqual Maragall, nacida en 2008 y liderada actualmente por Cristina Maragall, hija del expresidente de la Generalitat.
¿Qué recuerdo tiene de esas primeras fotografías que empezó a hacer su padre después del diagnóstico de Alzheimer?
— Lo recuerdo muy bien, y no sólo cuando hacía las primeras, porque lo hizo durante mucho tiempo. Era un tema muy presente, al principio de todo. De hecho, fuimos juntos a Croacia y tal y como me hacía las fotografías me las enviaba, aunque yo estaba justo delante de él, y en ese momento todavía se tenían que enviar por sms, ¡así que podéis imaginar la factura que nos llegó! [Ríe] Le hacía ilusión no sólo hacer las fotos, sino compartirlas. Era muy importante para él.
¿Siempre había sido aficionado a la fotografía?
— No, no, él era más de libros que otra cosa, pero la posibilidad de hacerlas con el móvil fue fabulosa para él, coincidiendo además con el diagnóstico. Mira si fue importante ese móvil para él que yo recuerdo a su jefe de gabinete, cuando él ya estaba enfermo, buscando por mercados de segunda mano por si encontraba el mismo modelo, porque era el único que él quería utilizar.
Muchas de las fotografías son autorretratos.
— Sí, no sé muy bien qué lectura hacer. Es verdad que muchos enfermos de Alzheimer, cuando llegan a un estado avanzado, dejan de reconocer su entorno y su propia fisonomía, pero no es el caso del padre. Yo creo que quería fijar esas imágenes para no perderlas, como hacía con todas las cosas que amaba.
Lo que sí tuvo claro desde un primer momento, y toda la familia con él, era que debía darse visibilidad a la enfermedad.
— Sí, fue una elección de los padres que yo creo que iba en consonancia con cómo habían vivido la vida hasta entonces. No debían esconderse de nada, era natural que entendieran la enfermedad como una herramienta política, como una manera de hacer cambiar la idea que tenían las personas sobre el Alzheimer, que entonces todavía se asociaba a una imagen de personas dementes, seniles o perdidas.
Y en esto sigue trabajando hoy en la Fundación Pasqual Maragall, con más de 100.000 socios.
— Sí, ha sido uno de los objetivos desde el principio y estamos contentos de continuar en esta línea, apostando por la divulgación y por proyectos culturales como esta exposición en la Fundación Toni Catany o en el Brain Film Fest. De los 100.000 socios, hay más de 2.500 que son de Baleares, algo que también nos ilusiona.
El vínculo entre su padre y Toni Catany, ¿lo conocía?
— Lo cierto es que no. Sí recuerdo aquella experiencia de las pernoctaciones, que entonces no se hizo pública, porque era un proyecto suyo, que quiso salir adelante para reanudar el pulso de los barrios y de las calles cuando ya llevaba un tiempo alcalde, pero no sabía que Toni Catany hubiera sido uno de ellos. Son historias que con el tiempo nos han ido devolviendo y que se han convertido en recuerdos muy bonitos e interesantes para nosotros.
Si tuviera que destacar una sola de las instantáneas de Pasqual Maragall, ¿cuál sería?
— Hay demasiado para escoger sólo una, pero hay quien no ha visto a nadie, y entre ellas ahora recuerdo a una de mi hijo pequeño, cuando era un niño, y que va acompañada de la frase "él sí sabe".