Los proletarios que Franco convirtió en propietarios
Antoni Roca, el arquitecto del monumento fascista de la Feixina, fue el encargado de diseñar en Baleares las primeras viviendas sociales que ideó el franquismo para las clases bajas. Los más famosos son los de Corea, en Palma, inaugurados en 1955. En Ciudad haría otros, pero también en Inca, Alaró, Maó e Ibiza
Palma"Queremos una España de propietarios y no de proletarios". Es la famosa frase atribuida a José Luis Arrese, el primer ministro de Vivienda del franquismo (1957-1960), y que está emparentada con la que pronunció en 1946 Amintore Fanfani, el líder de la democracia cristiana italiana: "Non tutti proletario, tutti propietarioEn plena posguerra, muchos españoles abandonaron los pueblos para irse a vivir a las ciudades, convertidas en los nuevos polos económicos. Aquel éxodo puso de manifestado la emergencia habitacional que sufría el país –de 1911 databa la primera ley de casas baratas, que acabaron acogiendo a familias numerosas en condiciones bastante insalub. los precios de los alquileres fijados antes de la guerra, prorrogando al mismo tiempo los contratos de manera indefinida, e impulsando un plan de viviendas de protección oficial (VPO), pero, en realidad, este último plan era una herramienta para desactivar cualquier revuelta social. trazar en 1954, tres años antes de la creación del ministerio del ramo y un año después de los Pactos de Madrid, con los que España abandonó la autarquía gracias al apoyo económico de los Estados Unidos. se podían pagar en un máximo de 10 años –pese a que los tipos de interés eran muy altos, el precio de los pisos era razonable.
Franco se presentaba como un hombre 'magnánimo' dispuesto a llevar a España el sueño americano. En lugar de una casa con jardín y un perro en las afueras, él prometía a sus conciudadanos un pisito en un bloque de apartamentos. Para los más escépticos, aquella propuesta era una especie de "calaboso" o "colmena" que enajenaba a la clase trabajadora. El encargo fue a parar al Instituto Nacional de la Vivienda (INV) y la Obra Sindical de la Hogar (OSH), creados en 1939. El NO-DO, el noticiario propagandístico del régimen, se ocupó de inmortalizar algunos actos de entrega de claves a los beneficiados, que se acababan de autoridades locales y estatales.
La España 'De los toldos verdes'
El destino de la 'nueva España' se regiría por la Ley de viviendas de renta limitada, aprobada en el mismo 1954. La norma buscaba estimular la construcción privada de casas asequibles, manteniendo, sin embargo, el control del Estado, que regulaba los precios máximos de venta (también podían ser de alquiler), las dimensiones mínimas del al cabo de unos años existía la opción de sacarlo a la venta). A cambio, el constructor recibía una serie de ventajas fiscales y administrativas.
Fue el inicio del boom de la construcción, sobre todo en altura, hasta 13 plantas. El régimen podía expropiar terrenos para dárselos a los promotores. Aquella España sería batiada como la 'de los toldos verdes' por ser éste el rasgo distintivo de balcones y ventanas de muchos barrios obreros. Se trataba de edificios de estructura sencilla y con buenas condiciones higiénicas, en sintonía con el movimiento de arquitectura moderna que imperaba en Europa.
Una de las placas del Ministerio de la Vivienda en la fachada de un edificio de Son Gotleu.ISAAC BUJ
El plan nacional de la vivienda de 1954 también bebía de la V Asamblea Nacional de Arquitectos, que en 1949 tuvo lugar con diferentes actos organizados en Palma, Barcelona y Valencia. La cita nacía de la urgencia de diseñar un nuevo plan urbanístico, con viviendas económicas, ante los problemas que estaba provocando el éxodo rural –muchas familias optaban por construirse chabolas en la periferia de las ciudades.
En Baleares, el artífice de las viviendas subvencionadas por el franquismo fue el palmesano Antoni Roca Cabanellas (1909-1986), hijo del destacado arquitecto Francesc Roca Simó, autor de las casas modernistas Casasayas de la plaza del Mercat de Ciutat. En 1940, al morir el padre, se había puesto a dirigir la construcción del monolito fascista de la Feixina, que se inició un año antes –la inauguración fue en 1947. Después, sería el arquitecto delegado del OSH en Mallorca y, a partir de 1957, lo sería en Madrid. En 1943 también pasó a ocupar el cargo de arquitecto escolar en sustitución del difunto Guillem Forteza. En este ámbito uno de sus proyectos más importantes fue el colegio de La Salle (1950-1954), que en la actualidad alberga los juzgados de la avenida de Alemania.
Corea
En 1941 Roca ya diseñó su primera promoción de VPO en el Molinar del Levante de Palma, en las calles de Joan Alcover y de Joan Maragall. En 1947 hizo otras dos en Alaró e Inca, con el nombre respectivo de Generalísimo Franco y José Antonio –popularmente se las denominaba Casas Barato. De 1955 es su actuación social más emblemática en Ciudad. Fue en el barrio de Camp Redó, junto a la calle General Riera. Era una zona todavía rural, no lejos del centro y bien conectada con el tranvía. En un solar de 22.000 metros cuadrados, se construyeron 568 pisos, entre dos y tres dormitorios. Estaban distribuidos en 26 bloques aislados, la mayoría paralelos entre sí, que, por su forma, serían denominados como 'cajas de zapatos'. Esta disposición posibilitó un espacio público abierto equivalente al 56% de la superficie total y garantizó la ventilación y la luz natural de todas las viviendas.
Inicialmente las casas de Camp Redó eran, como las de Alaró, del Generalísimo Franco. Sin embargo, con el tiempo acabaron siendo conocidas como Corea. Otras capitales de España (Huesca, A Coruña, León, Toledo y Palencia) también tendrían barrios con el mismo nombre. Se habrían bautizado así en alusión al gran enemigo comunista de la Guerra Fría y por el ambiente de aislamiento y pobreza que les caracterizaría. En 1957 Roca inauguró otra promoción de VPO en el barrio de la Virgen de Lluc, en las afueras de Palma, en el límite con Marratxí. Una intervención similar haría también en Maó e Ibiza, la de Virgen del Carmen y la de Santa Margarita, respectivamente –esta última ya ha desaparecido.
En los años 60 hubo otros núcleos donde también se construyeron viviendas subvencionadas y que no llevaron la firma del reputado arquitecto. En Palma, fue el caso de los barrios de Son Gotleu, apegado a la vía de cintura, y el de la Indioteria, cerca del polígono de Son Castelló. Eran zonas del extrarradio que acogieron muchos peninsulares llegados para trabajar en boom turístico. También se construirían en el distrito de Ponent, en las barriadas de Son Roca y Son Ximelis.
La clase media de Franco
Hoy algunos conjuntos de VPO promovidos por el franquismo aún conservan en la fachada las placas del Ministerio de la Vivienda con el yugo y las flechas falangistas, que, de acuerdo con la Ley de memoria democrática, deberían retirarse. La arquitecta Cristina Llorente Roca hace la siguiente valoración: “Eran viviendas ultrabaratas porque estaban hechas con materiales de poca calidad, muy defectuosos, y se habían construido con prisas. Como sus propietarios eran personas con bajo poder adquisitivo, muchos no pudieron costear sus reparaciones. Así, algunos de estos complejos sociales. Sin duda, Franco abandonó a aquellos proletarios a los que había convertido en propietarios". Aquello, sin embargo, parece no importar al dictador, que murió en 1975, a 82 años, habiendo visto cumplido su sueño. Al diplomático norteamericano Vernon Walters le confesó: "Mi verdadero monumento no es aquella cruz del Valle [de los caídos], sino la clase media española. Cuando asumié el poder, no existía. La dejo en la España de mañana".
En 1985 el primer gobierno socialista de Felipe González puso fin a las políticas de alquiler del franquismo. Miguel Boyer, ministro de Economía y Hacienda, impulsó a la conocida 'ley Boyer' para liberalizar el mercado de la vivienda. La norma, que activaría la primera burbuja inmobiliaria, provocó una gran indignación ciudadana al eliminar la prórroga forzosa de los contratos de la llamada 'renta antigua', de precios insignificantes, no sometidos a ninguna actualización. Era una prórroga que podía alargarse a los hijos y nietos del inquilino.
Hoy, Baleares es uno de los territorios del Estado con el porcentaje más bajo de vivienda pública, un 0,6%, cuando la media europea es del 9%. Al mismo tiempo, paradójicamente, con una población que no para de crecer, son la comunidad donde es más caro comprar y alquilar un piso. La buena noticia llegó en 2023. La prestigiosa revista El Croquis dedicó un volumen de casi 400 páginas a los edificios de alquiler social que promueve el Instituto Balear de la Vivienda (Ibavi). Destacó las técnicas constructivas y el material empleado (maderas y marés). Según la publicación, se trata de un "modelo alternativo" de calidad para dar salida no sólo a la emergencia residencial de las Islas, sino también a la climática.
José Candela Ochotorena, autor del libro Del pisito a la burbuja inmobiliaria (2019), estima que en 1950, en España, un 20% de la vivienda urbana era de propiedad. En 1960 la cifra se elevó al 43% y en 1970, al 70%. José Luis Arrese, el primer ministro de Vivienda del franquismo, lo tuvo claro: "Primero, la vivienda, y después, el urbanismo". Suya también es la frase: "Si queremos hacer Patria, debemos hacer casas". Arrese veía en la propiedad una herramienta para domesticar a la clase obrera. Pero Errà en sus previsiones, ya que al final de la dictadura las movilizaciones vecinales más importantes se produjeron en las periferias de las ciudades donde se habían concentrado la mayoría de construcciones de VPO.
Sin embargo, las VPO no estaban al alcance de todos. Así ya lo denunció el cine de la época en forma de comedia negra. Muchos de sus directores participaron en el I Congreso Nacional de Cine Español, que tuvo lugar en 1955 en la Universidad de Salamanca. Es famoso el discurso que hizo Juan Antonio Bardem: "El cine español es políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico".
En 1957 José Antonio Nieves Conde estrenó El inquilino . Fernando Fernán Gómez interpreta a Evaristo, un padre de familia con cuatro hijos que, al ser desahuciado de su piso, no consigue encontrar a otro que se ajuste a su exigua economía. La censura obligó al director a escribir un final diferente, ya que en la primera versión Fernán Gómez y su familia acababan viviendo en la calle, lo que era un escándalo. Al año siguiente el mismo actor dirigía y protagonizaba La vida por delante . Era otro drama social que, aunque no centrado en la crisis de la vivienda, sí mostraba los barrios marginales de la clase obrera. En 1955 Juan Antonio Bardem había hecho lo mismo en Muerte de un ciclista .
De 1958 es también El pisito , dirigida por Marco Ferreri e Isidoro M. Ferry, con guión de Rafael Azcona, que a su vez era el autor de la novela homónima. José Luis López Vázquez da vida a Rofolfo, un apocado oficinista de Madrid que quiere casarse con su chica. Al no encontrar un piso donde vivir juntos, decide casarse con una anciana moribunda con la esperanza de heredar su alquiler protegido. La película no sólo retrataba la dificultad de acceder a un alquiler social, sino que también denunciaba de forma enterrada la falta de alternativas que había para los más desfavorecidos. En 1967, once años más tarde, López Vázquez volvería a levantar la voz contra las desigualdades de la dictadura. En Un millón en las basuras , de José María Forqué, se puso en la piel de un humilde basura en Madrid que es testigo directo de los contrastes entre la vivienda de las clases bajas y la España del desarrollismo iniciado en 1959 con el Plan económico de estabilización.