25N

Las voces del 25N: "¿Es violencia cuando tu pareja insiste hasta conseguirlo? Sí, lo es"

Las cifras de agresiones siguen aumentando en un momento en que el movimiento feminista está dividido, como se reflejará en dos manifestaciones separadas

PalmaEn Palma, todos los días se registran más de quince delitos por violencia de género. En 2024 se contabilizaron 5.402, un aumento del 13% respecto al año anterior, según datos del Ayuntamiento. En el conjunto de Baleares, los delitos de la misma tipología alcanzaron los 8.752, un 3% más que en el 2023. Entre las víctimas, las mujeres mayores están cada vez más presentes: el servicio 24 h del Instituto Balear de la Mujer (IB-Mujer) registró un incremento del 183% en los pasando 7 a 6 acompañamientos presenciales un año. Son cifras que van más allá de los números: detrás hay historias que piden justicia, reconocimiento y visibilidad.

Ante este contexto, el 25 de noviembre, Día internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres, se vuelve más que simbólico. Es un recordatorio de que la violencia machista es estructural y que sigue afectando a mujeres de todas las edades y condiciones. Maria B, de 48 años y dependienta de un negocio, lo ejemplifica: "Mi ex (se divorció hace 9 años) no me pegaba, pero me controlaba todo el tiempo. Me revisaba el móvil, criticaba cada gesto mío… Yo pensaba que era mi culpa", explica. Para ella, el 25N es un momento del año en el que se siente más acompañada y en el que su voz suena más fuerte: "Sin ese día, muchas mujeres seguiríamos en silencio, sin darnos cuenta de que lo que vivimos tiene un nombre y que no es normal", apunta.

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Víctimas invisibles

Entre los jóvenes, las experiencias son también reveladoras. Naiara es estudiante y tiene 18 años. Relata que la expareja la controlaba constantemente y limitaba su libertad. Solo después de recibir una clase en el instituto sobre violencia de control reconoció que había sido víctima de una relación tóxica. "Si no hubiera sido educada en esto, no habría sabido que era violencia. Reaccioné de repente y le envié a poner", asegura. También está acostumbrada a los hombres que la miran de forma lasciva por la calle. "En verbenas, me han tocado el culo decenas de veces y, si voy a la playa y hago topless, me siento muy observada. Pero me la sopla", dice.

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Arnau, de 22 años y estudiante de Sociología, tiene una visión crítica y concienciada sobre la violencia: "El 25N no es simbólico; la violencia es estructural". Recuerda que cada año hay mujeres que sufren y que las instituciones "deben reaccionar". Según él, la violencia puede tener formas sutiles, incluso invisibles para personas concienciadas. "Que tu pareja, por mucho que te lo diga con cariño, insista hasta conseguir que quieras mantener relaciones sexuales… ¿es violencia?", es violencia? Yo lo he vivido, pero en una pareja homosexual. Abrimos otro melón: la invisibilización de la violencia intragénero, que todo el mundo ignora", lamenta.

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Los datos de 2024 ofrecen un retrato concreto. Los perfiles mayoritarios de las víctimas son mujeres de 31 a 40 años (38,6%), muchas con hijos (44,3%), un 10% en situación de exclusión social y sinhogarismo y un 7,4% con discapacidad. El IB-Mujer atendió a 4.737 llamadas (+1,7%), una media de 13 diarias, y se realizaron 728 seguimientos y 229 demandas de orientación jurídica (+69%) gracias al servicio de asesoría jurídica. Todo ello evidencia que la respuesta institucional va en aumento, pero todavía es insuficiente frente al incremento de casos. Los casos de mujeres mayores, que a menudo sufren en silencio, se hacen visibles a través de los acompañamientos presenciales: un incremento del 183% en mujeres de 61 a 70 años señala que la violencia no es sólo una problemática juvenil, sino que afecta a toda la sociedad.

Entre estas voces, las experiencias más traumáticas explican la importancia del 25N como altavoz. Laia, de 33 años, no ha sufrido agresiones directas, pero su hermana sí. "No lo denunció, tenía miedo y vergüenza. Él le obligaba a prácticas sexuales humillantes y ella lo consintió durante cinco años", explica. "El 25N como día aislado y 'aquí acaba la lucha' no ayuda a las víctimas. Es postureo", reflexiona.

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Al otro lado del tablero generacional, María Luísa (84 años), empezó a interesarse por el feminismo ya de mayor y celebra que haya espacios como el 25N para reivindicar la figura de las mujeres y la violencia que sufren. "Durante el franquismo, si el marido te pegaba, no lo decías; te acusaban fácilmente de ser culpable y te decían: 'seguro que algo le has hecho'. Las amigas lo vivíamos en silencio, sólo nos lo contábamos entre nosotros, con miedo a que alguien de fuera lo supiera. Mi marido, sin embargo, siempre me trataba de ella; negro", relata.

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No todo el mundo tiene la misma percepción del 25N. Javier M, autónomo de 55 años, rechaza la conmemoración: "Violencia hay hacia todo el mundo, no sólo hacia las mujeres. No creo que sea necesario un día sólo para ellas", dice. En cambio, Tomeu Ferrer, jubilado de 74 años, admite su ignorancia sobre el tema, pero tiene una visión más progresista de la realidad que un hombre (Javier) de 34 años menos: "Sé que hay dos días cada año para reivindicar a las mujeres, porque alguna vez he oído hablar mi nieta, pero no sabía el último motivo que también es importante. es necesario", opina.

División del feminismo

La conmemoración del 25N vuelve a evidenciar la división del movimiento feminista con dos manifestaciones separadas: la de la Coordinadora Transfeminista de Mallorca y la del Movimiento Feminista de Mallorca –saldrán prácticamente del mismo punto ya la misma hora. Esta fragmentación no resta visibilidad al problema, pero debilita el mensaje de unidad que la sociedad debería proyectar frente a la violencia machista. "Es lamentable y da pie a aquellos que nos critican. Claro que debe haber diferencias, porque la Transfeminista quiere a todas las mujeres, y el Movimiento Feminista de Mallorca deja de lado las trans. El día de la protesta, todas juntas. Ya después de que se estiren el pelo si quieren", reclama Laia, que mañana irá a la protesta Transfeminista.

De todas formas, el 25-N sigue siendo necesario. No sólo como recuerdo simbólico de luchas pasadas, sino como termómetro social que muestra lo que se sabe, lo que se ignora y lo que debe transformarse. La división en manifestaciones pone de relieve la complejidad del debate, pero deja claro que, más allá de las diferencias, la lucha por la libertad y la seguridad de las mujeres es un objetivo que, superado en el cuarto del siglo XXI, todavía queda lejos de alcanzarse.