Fiestas

Son Sardina desafía el calendario y celebra Fin de Año el 27 para preservar la fiesta popular

Cuando la normativa marca la hora, el barrio se adapta

La carpa donde pasa el año se celebró el Fin de Año en Son Sardina
ARA Balears
18/12/2025
2 min

PalmaLos vecinos de Son Sardina han tomado una decisión insólita y este año celebrarán el Año Nuevo el 27 de diciembre para evitar la hora límite de las dos de la madrugada que marca la normativa en Palma –siempre y cuando tengas los dos permisos extraordinarios que otorga el Ayuntamiento de Palma–. Esta decisión viene después de que el año pasado apareció la Policía Local minutos antes de las dos, "sin denuncia alguna de ningún vecino", explican los residentes de esta barriada. Los agentes exigieron que se detuviera la fiesta bajo la amenaza de poner multas. Por eso, el barrio ha apostado este año por una fiesta durante la tarde que se alargará hasta la hora permitida. En Nochevieja, las reuniones familiares hacen muy complicado llegar a la celebración antes de la una de la madrugada. Por eso es inviable una celebración que acabe a las dos.

Hay que remarcar que las campanadas no serán reales, los mismos vecinos las definen como "campanadas fake". Aunque todavía no han desvelado el programa de 'Fin de año avanzado: Horabauxa sardinero', ya han explicado que empezará a las 18 horas y que habrá varias actividades como happy hours, gigantes, fake campanadas, grupos de música y otras sorpresas que destaparán durante los siguientes días. Además, también ofrecerán a los asistentes cena y bebida a precios populares y tienen como único y principal objetivo "hacer pueblo" y permitir que los sardineros puedan pasar juntos Año Nuevo, aunque sea cuatro días antes de la entrada de año.

El adelanto del Fin de Año en Son Sardina pone de manifiesto el choque persistente entre la regulación municipal de Palma y las fiestas populares que se realizan en los barrios. Una tensión que reabre el debate sobre hasta qué punto las normas vigentes permiten –o, por el contrario, dificultan– el uso comunitario del espacio público y la celebración colectiva. Se trata de ordenanzas pensadas, en buena parte, para regular y controlar la actividad de los negocios privados, pero que, aplicadas de forma indiscriminada, acaban impactando de lleno en iniciativas vecinales y fiestas patronales, especialmente en los barrios periféricos de la ciudad. El resultado es un calendario festivo cada vez más condicionado por las limitaciones administrativas, que obliga a las entidades a adaptarse, avanzar o reformular celebraciones populares para evitar sanciones o interrupciones, y que pone en cuestión el papel real del espacio público como lugar de encuentro y vida comunitaria.

Para poner en contexto la situación que se vive en Son Sardina —y que se repite en el resto de barrios de Palma— hay que recordar que la obligación de detener las fiestas a las dos de la madrugada es una especificidad de la capital balear. En la mayoría de municipios del Archipiélago, las celebraciones populares se rigen por normativas propias, diferenciadas, que permiten alargar la actividad festiva más allá de este límite en ocasiones puntuales y fechas señaladas. Esta asimetría normativa hace que los barrios de Palma queden descolgados del marco general balear y acentúe el agravio comparativo con otros pueblos y ciudades, donde las fiestas patronales y populares disponen de mayor margen para adaptarse a la realidad vecinal sin tener que renunciar a su normal desarrollo.

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