2000-2025: Cómo éramos, cómo somos

El sector primario: entre el abandono y la reinvención

El primer cuarto del siglo XXI en el campo está marcado por la pérdida de suelo, la crisis del modelo tradicional y el auge de la agricultura ecológica

Un tractor labra el campo en Mallorca.
30/12/2025
4 min

PalmaA principios del siglo XXI, el campo de Baleares todavía arrastraba las consecuencias del éxodo rural que sufrió principalmente en la segunda mitad del siglo XX. La expansión del turismo de masas reclutó a muchos trabajadores del sector primario. Además de la pérdida de mano de obra, durante el primer cuarto de siglo los campesinos han tenido que hacer frente a la crisis del modelo agrario tradicional, la desigualdad de precios con la Península, la pérdida de suelo rústico y los fenómenos meteorológicos adversos, entre otras problemáticas.

Ahora bien, en cierto sentido, la sociedad balear ha ganado conciencia de la importancia del sector primario en las Islas, que ha tenido que reinventarse para sobrevivir. Sin embargo, Foravila ha sumado normativas, burocracia y también problemáticas que la ahogan de cada vez más. "Nos va peor que a principios de siglo", resume la gerente de Unió de Petits Agricultors i Ganaders (UPA-AIA), Joana Mascaró.

Foravila se convierte en un solar

La pérdida de trabajadores en el campo provocó el abandono de las tierras y también de los monocultivos tradicionales. De hecho, el 99% de almendros de secano que años atrás producían la almendra de Mallorca ya no existen. A principios de los años 2000 foravila se empezó a percibir socialmente como un paisaje y no como un terreno productivo. "El campo se convirtió en un solar con la entrada de urbanitas, especuladores y gente que quería vivir en desfile", especifica el presidente de la Cooperativa Agrícola de San Bartolomé de Sóller, Miquel Gual.

Además, esta problemática, iniciada casi en los años 2000, se ha agravado con el incremento de la tolerancia de las administraciones a la hora de autorizar ciertos usos que son impropios del rústico. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Baleares ha perdido en diez años (del 2013 al 2023) 28.500 hectáreas de superficie agraria y 1.700 explotaciones.

En cuanto a los productos agrarios, entre 2015 y 2020 se redujo la producción de cereales (de 49.341 a 48.937 toneladas), legumbres (de 3.090 a 2.057 toneladas), tubérculos (de 58.284 a 8,284 toneladas). 10.739 a 6.535 toneladas), cítricos (de 12.540 a 8.860 toneladas), frutas dulces (de 2.031 a 1.200 toneladas), frutos secos (de 7.364 a 3.956 toneladas) y hortalizas (de 5 a 5.00 toneladas).

El sector de la ganadería no es ajeno a esta situación de deterioro. Mascaró apunta que "en Mallorca sólo quedan un 10% de las vaquerías que había sobre el año 2000". En cuanto a la producción de leche explica que en el mismo período se ha pasado de producir 40 millones de litros al año a siete. Todo ello ha provocado la desaparición de fábricas de piensos y otras actividades relacionadas con el sector, mientras que otras tienen un futuro incierto, como es el caso de Agama.

Auge en la agricultura ecológica

Durante los primeros 25 años de siglo, la tendencia que sigue a la agricultura ecológica es totalmente contraria a la tradicional. En 2000, la superficie de ecológico en las Islas era de 3.455 hectáreas, según datos publicados por el Consejo Balear de la Producción Agraria Ecológica (CBPAE). Esa cifra ha aumentado, y mucho. En 2024 la agricultura ecológica consiguió alcanzar las 50.542 hectáreas inscritas y respecto a 2023 sumó 43 nuevos operadores hasta llegar a un total de 1.301.

Las cifras demuestran que "la agricultura ecológica en Baleares ha dejado de ser una ideología", celebra el coordinador de Unió de Pagesos, Joan Gaià. Al principio de la implantación de este modelo, los campesinos ponían en entredicho su rentabilidad, ya que los productos que se emplean son más caros. Pero, con los años, los agricultores han comprobado que las técnicas ecológicas palian los efectos del cambio climático y también aprovechan los recursos naturales de Baleares, que han mermado en estos 25 años. Por eso, Gaià apunta que la agricultura ecológica "es el futuro del campo de Baleares". En la misma línea, insiste en que "para ir bien" en los próximos 25 años "deberían ser casi la desaparición de la agricultura convencional, de la que deberían preservarse prácticas".

Con la implantación y crecimiento de la agricultura ecológica se incorpora al sector un nuevo perfil de payés que "está más comprometido con el medio ambiente", según considera Miquel Gual. Los jóvenes campesinos crecen en Baleares. Según datos que anunció en 2024 el consejero de Agricultura, Pesca y Medio Natural, Joan Simonet, las Islas han pasado de tener una tasa de incorporación al campo de 30 jóvenes agricultores al año a una media de 110. "Nunca había habido tanta gente joven tan bien preparada", celebra Gual. Ahora bien, advierte que los jóvenes campesinos "son el último eslabón que une el pasado del campo de las Islas con el futuro" y añade que "si la Administración no les da facilidades está claro que el sector está terminado". Por otro lado, la ganadería ecológica también crece en algunos sectores en Baleares. Una muestra es el aumento de hasta 150 explotaciones de ovino de carne frente a las 26 que había en el 2002, según CBPAE.

El producto local, a debate

Antes de la crisis de 2008 existe un aumento notable de las importaciones de mercancías en las Islas. Esto hace que los productores locales compitan cada vez más con los precios bajos de la Península por un factor que les juega muy en contra: la insularidad. Los costes de producción en Baleares son más caros y los campesinos deben reflejarlo en el precio final del producto. Todo ello ha provocado que los foraviles tengan que hacer filigranas para vender el producto kilómetro cero. Sin embargo, esta cuestión ha logrado unir a los campesinos "gordos y pequeños para luchar por el mismo objetivo: que se consuma más producto local", dice Gaià.

Al factor de insularidad se añadía que hasta 2019 no llegó la Ley agraria para definir y regular exactamente qué era el producto local. A partir de este año y ante las reclamaciones del sector, se incrementaron las normativas que abordan su gestión. El Gobierno de Francina Armengol implicó al sector turístico con una norma que obliga a todos los establecimientos del sector a ofrecer, al menos un 3% de producto local. Pero, según apuntan los campesinos, las administraciones competentes en turismo, los consejos insulares, no realizan las inspecciones pertinentes para comprobar que esto se cumpla. Por eso, la normativa no se refleja en las ventas del producto local ni tampoco ha solucionado del todo el problema.

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