Entrevista

Alex Atanasov: "El Pla es la Mallorca auténtica; todavía preserva la cultura, el paisaje y la forma de vivir tradicional"

Arquitecto

Alex Atanasov (Sineo, 2000)
Joan Socias
14/09/2025
7 min

SinedHijo de padres extranjeros, Alex Atanasov (Sineu, 2000) ha crecido y se ha criado en el Pla. "Toda mi vida está arraigada en Sineu". En 2012 inició la Secundaria y, más adelante, siguió sus estudios universitarios en Barcelona. Hoy es arquitecto, con una trayectoria que combina la experiencia en despachos y la colaboración en varios proyectos en el ámbito arquitectónico.

Estudió arquitectura. ¿Sabía qué carrera o camino quería hacer cuando empezó en el instituto?

— Sí, lo cierto es que desde pronto tuve claro que quería estudiar arquitectura. Todavía era muy joven y, obviamente, no sabía lo que significaba exactamente ser arquitecto ni cómo sería la carrera, pero ya me apasionaba dibujar de una manera más técnica: detalles, fachadas, perspectivas de viviendas… Con el tiempo este interés se fue consolidando, y cuando llegó el momento de elegir estudios, la decisión surgió de mí. Y ahora, cuando miras atrás y piensas que lo que de jovencito querías ser finalmente lo has llegado a ser, la satisfacción personal es tan grande y tan buena que justifica todo el esfuerzo y el camino hecho hasta aquí.

Su trabajo de fin de grado fue sobre la evolución histórico-urbanística de Sineu. ¿Qué conclusiones extraisteis?

— Hacía mucho tiempo que tenía claro que quería dedicar mi trabajo final de grado a Sineu. Al fin y al cabo, es el pueblo que me ha visto crecer, adonde he ido a la escuela, dónde he hecho amistades y dónde me he formado como persona. Cuando llegué al final de los estudios de arquitectura, me parecía casi una obligación moral, pero también un deseo muy personal, devolver a Sineu todo lo que me ha dado. La investigación puso de manifiesto que la evolución de Sineu no puede entenderse sólo desde una mirada urbanística, sino que requiere una lectura histórica y patrimonial. A pesar de perder la capitalidad real, la villa mantuvo un papel central en el Pla de Mallorca gracias al mercado semanal ya su condición de núcleo de servicios. Este hecho explica la continuidad de un tejido urbano compacto, en el que conviven espacios de representación como el palacio/monasterio, la iglesia o el hospital, con una red de calles y plazas vinculadas a la actividad comercial y social.

Estudio de la evolución urbana de Sineu

— Las conclusiones apuntan en dos direcciones: por un lado, que Sineu ha sabido adaptarse a los cambios económicos y sociales sin perder la identidad, manteniendo legible el trazado medieval, al tiempo que incorporaba nuevas capas constructivas y funcionales; y por otro, que la arquitectura se convierte en una herramienta de lectura de las tradiciones y culturas que han perdurado a lo largo de los siglos. El patrimonio no es una imagen estática, sino un organismo vivo que se transforma y actualiza. Entender esta evolución nos permite proyectar intervenciones más respetuosas y coherentes con el carácter de la villa, a la vez que nos invita a reconocer la arquitectura como vehículo de memoria colectiva y de futuro.

¿Los pueblos del Pla, en general, cree que han conservado su estilo arquitectónico?

— Sí, por lo general sí que han conservado su estilo arquitectónico. La mayoría de pueblos del Pla tienen normativas y restricciones que protegen los elementos característicos de los centros antiguos, como el uso de la piedra, los colores y las proporciones de las aberturas. Gracias a ello, a pesar de los cambios, los núcleos históricos han mantenido una imagen coherente y propia. En cuanto al crecimiento, el patrón es bastante claro: todos parten del casco antiguo, con calles estrechas y la plaza como centro neurálgico, y posteriormente se han expandido con nuevos barrios para dar respuesta a la carencia de vivienda y con polígonos industriales o zonas de servicios ligadas al crecimiento económico. En definitiva, vemos un proceso de adaptación: los centros históricos mantienen su identidad y estilo, mientras que las áreas nuevas responden a las necesidades actuales.

¿Cómo ve la situación de los jóvenes del Plan? Por ejemplo en vivienda.

— Yo somos arquitecto y el tema de la vivienda, tanto para el sector como para mí personalmente, es una cuestión muy compleja y delicada. A menudo voces que gente poco informada levanta la voz y sólo genera polémica, y al mismo tiempo hay aspectos que pasan desapercibidos incluso entre aquellos que "se supone que saben". Demasiadas veces se lanzan titulares o soluciones rápidas que, en la realidad, no tienen sentido. Y aquí es donde creo que debemos ser muy cuidadosos: mejor no simplificar ni hacer ver que tienes la receta mágica. El tema de la vivienda debe afrontarse con rigor, tiempo y profundidad, porque es un tema que afecta directamente a la vida de la gente y no se puede resolver con discursos fáciles. Oportunamente, si hablamos de la situación de los jóvenes del Plan, lo primero que debemos decir es que no hay vivienda suficiente, y esto es un problema muy grave que no se resuelve de forma rápida: para que haya para todo el mundo hace falta tiempo, planificación y estrategia, y es evidente que la nueva generación de arquitectos tendrá este reto delante. Los alquileres son un auténtico disparate: hemos normalizado que una familia tenga que destinar prácticamente un sueldo entero a pagarlos. Y la autopromoción, que históricamente era una vía de acceso a una vivienda digna, hoy es casi imposible. El problema de la vivienda no es sólo que no se construya lo suficiente o que los costes sean elevados, sino que muchos de los solares existentes están en manos de especuladores o tienen precios desorbitados que hacen inviable construir vivienda asequible. Sin regular ese mercado y sin políticas valientes que liberen suelo o pongan límites a la especulación, es imposible dar soluciones reales. Además, esto hace que los jóvenes de los pueblos del Pla no puedan arraigarse en el lugar de origen. Los solares vacíos quedan inmóviles y lo único que crece son los precios. Es una situación que condena el futuro de los núcleos históricos y alimenta aún más la desigualdad. A esto se suma que la vivienda social es escasa y mal distribuida, y que los nuevos modelos de convivencia como la coliving siguen siendo residuales. En el Pla de Mallorca, hablar de coliving, cooperativas de uso o vivienda intergeneracional todavía suena casi exótica, como si fuera una idea importada de las grandes ciudades. Pero en realidad son modelos que podrían encajar perfectamente en el tejido de nuestros pueblos. Porque si algo tenemos en el Pla, son núcleos compactos, con casas cerradas y un parque de viviendas desperdiciado que podría reconvertirse en soluciones compartidas, flexibles y más asequibles. Esto sería un cambio de escalera que podría dar respuesta a un problema: pasar de ver el coliving como una moda urbana a entenderlo como una herramienta para salvar el futuro de los pueblos del Pla y para garantizar que haya vivienda digna, diversa y socialmente justa.

¿Qué opinión tiene de la vida social y cultural que hay en los pueblos del Pla de Mallorca?

— La vida social y cultural en los pueblos del Pla de Mallorca es un elemento clave que les da identidad y cohesión. Las fiestas, tradiciones y eventos populares no son sólo momentos puntuales, sino puntos de encuentro que marcan el calendario y refuerzan el sentimiento de comunidad. Ferias, mercados semanales, fiestas patronales, actividades artísticas y las propuestas de las asociaciones locales configuran un tejido vivo que ha sabido mantenerse a lo largo de sus generaciones. En el caso de Sineu, es fácil ver cómo estas tradiciones han sido uno de los pilares históricos del pueblo. Las celebraciones han atravesado siglos y todavía hoy siguen vivas y se han convertido en un elemento esencial de la identidad colectiva. Esta continuidad no sólo habla de una voluntad cultural de conservar sus raíces, sino también de la capacidad de reinventarse y adaptarse a cada momento histórico. Desde una perspectiva arquitectónica, todo este bagaje cultural ha tenido una incidencia directa en la forma en que se han concebido y transformado los espacios públicos. Las plazas, calles y espacios de encuentro han evolucionado en consonancia con estas prácticas colectivas, porque al final son los escenarios en los que se desarrolla la vida comunitaria. La arquitectura y el urbanismo, de una manera sutil pero constante, han ido respondiendo a estas necesidades: desde la configuración de las plazas mayores como centros neurálgicos hasta la creación de espacios adaptados a ferias y mercados, pasando por la forma en que los recorridos urbanos se preparan para procesiones o fiestas populares. Todo ello hace evidente que la vida social y cultural no es un elemento añadido a los pueblos del Pla, sino un motor que ha condicionado y moldeado tanto la identidad de sus gentes como el espacio físico donde esta identidad se desarrolla.

Con demasiada frecuencia al hablar del Pla se habla de la Mallorca auténtica en contraposición a la costa. ¿Entendéis que es así o ya no hay distinción, en cuanto al turismo, entre la costa y el interior?

— Es evidente que Mallorca vive del turismo y que es una de las principales fuentes económicas de la isla. Ahora bien, también existen unos límites claros, sobre todo cuando se trata de preservar la identidad y la calidad de vida. A menudo se habla del Pla como en Mallorca auténtica, en contraposición a la costa más masificada. La arquitectura y el territorio nos muestran por qué: en el Pla todavía encontramos un tejido urbano y rural muy vinculado a la tradición agrícola, con plazas mayores, mercados y tipologías de vivienda que conservan la memoria colectiva y que no han sufrido la misma presión edificatoria que la franja litoral. Sin embargo, el turismo también llega al interior, pero con otra forma: agroturismos, casas de pueblo rehabilitadas, actividades culturales y gastronómicas… En este contexto, la arquitectura juega un papel fundamental, porque es la que permite adaptar estos espacios patrimoniales a nuevos usos sin perder su esencia. Por tanto, todavía hay diferencia entre costa e interior, pero más que pensar en contraposiciones, el reto es gestionar equilibrios: mantener la identidad de estos pueblos del Pla y, al mismo tiempo, dar cabida a nuevas actividades económicas y sociales. Aquí es donde la arquitectura se convierte en una herramienta clave para compatibilizar turismo y patrimonio. La Mallorca auténtica no es tanto una cuestión de contraposición entre costa e interior, sino de saber preservar lo que nos define: la cultura, el paisaje y la forma de vivir. El Plan es un buen ejemplo, porque ha sabido mantener unas raíces que conviven con los nuevos retos. La clave es entender que la autenticidad no está sólo en el recuerdo del pasado, sino en la capacidad de hacer evolucionar tradiciones y espacios sin perder su esencia.

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