Lengua

¿Hablamos mal cuando decimos “hemos comido porcella”?

En Navidad, San Esteban o Año Nuevo pasamos muchas horas en la mesa y muchas más hablando de lo que comemos. Lo hacemos con verbos muy habituales ('desayunar', 'desayuno', 'comida', 'merienda', 'cena') que aunque no lo parezca, tienen un comportamiento gramatical curioso en catalán

Un niño comiendo
20/12/2025
4 min

PalmaLa tradición gramatical catalana ha sido bastante coherente a la hora de describir estos verbos. Así, 'desayunar', 'desayuno', 'comida', 'merienda' y 'cena' se han clasificado como verbos intransitivos, es decir, verbos que no cogen complemento directo. Dicho con ejemplos concretos: según esta descripción, en catalán no 'dinam canelons' ni 'sopam pez'; lo que hacemos es 'comer canelones para comer' o 'comer pescado para cenar'. El verbo que introduce el alimento es 'comida', mientras que el verbo de comida sirve para indicar el momento o el tipo de comida. En Mallorca, además, esta estructura convive con otra solución muy habitual: 'dinam de canelons', 'sopam de pescado', con un complemento introducido por la preposición 'de'. Esta construcción permite especificar el contenido de la comida sin que sea un complemento directo, lo que encaja también con la clasificación tradicional de estos verbos como intransitivos.

La normativa gramatical contemporánea mantiene esta línea. La Gramática de la lengua catalana del IEC (2016), de hecho, afirma que estos verbos "no admiten en ningún caso ese uso transitivo". Sin embargo, cualquier hablante sabe que la lengua real no siempre sigue las fronteras que dibujan las gramáticas. En la conversación cotidiana –y también en textos escritos– pueden aparecer como '¿Qué has comido?' o 'Ayer cenamos arroz'. No son errores particulares ni lapsus: forman parte del uso vivo de la lengua.

Uso transitivo

Este uso transitivo, de hecho, lo recoge explícitamente el Diccionario normativo valenciano, con ejemplos como 'Hoy comemos arroz al horno'. Ante este escenario, la pregunta interesante no es si estas construcciones existen (claro que lo hacen), sino qué peso real tienen dentro del sistema del catalán y cómo se pueden explicar desde un punto de vista descriptivo.

Cuando dejamos de lado las impresiones subjetivas y miramos los datos, el panorama es curioso. Los estudios basados ​​en grandes corpus del catalán, como el Corpus Textual Informatizado de la Lengua Catalana (CTILC), que recoge textos contemporáneos, y el Corpus Informatizado del Catalán Antiguo (CICA), que incluye textos medievales y modernos, muestran un patrón de uso muy estable a lo largo del tiempo.

De entrada, la inmensa mayoría de las ocurrencias de los verbos de comida son, efectivamente, intransitivas, lo que confirma que ésta es la construcción central y no marcada del catalán. Ahora bien, junto a este patrón dominante, aparecen de forma sistemática usos transitivos con todos estos verbos. No son demasiado frecuentes, pero tampoco inexistentes. Lo curioso del caso es que las diferencias entre los corpus son mínimas: las construcciones transitivas de estos verbos forman parte de la periferia del sistema gramatical, pero están ahí desde hace siglos.

La comparación con otras lenguas románicas ayuda a entender mejor este patrón. El italiano, por ejemplo, funciona de forma muy parecida al catalán. Verbos como 'pranzare' ('comida') o 'cenare' ('cena') son principalmente intransitivos, y cuando se quiere indicar qué se ha comido se utiliza el verbo general 'mangiare': 'mangiare una pizza a cena'. Los diccionarios italianos recogen usos transitivos de estos verbos, pero casi siempre marcados como antiguos, literarios o raros. En la lengua cotidiana actual, decir 'lo cenato la pizza' suele sonar extraño a la mayoría de hablantes.

El francés y el occitano aún van más en esa dirección. En ambas lenguas, verbos como 'déjeuner' ('almuerzo'), 'dîner' ('cena') o 'cena' (en occitano) se describen hoy como intransitivos. Históricamente hay ejemplos transitivos, pero actualmente lo que se ingiere se expresa, como en italiano (o, normalmente, en catalán), con el verbo 'comida': 'manger algo chose au diner' en francés o 'comer algo a la cena' en occitano.

En el otro extremo del continuo románico encontramos el español y el portugués. En estas lenguas, los verbos de comida ('desayunar', 'almorzar', 'cenar'; 'almanzar', 'jantar') son claramente bivalentes: pueden funcionar como intransitivos o como transitivas sin ninguna marca de extrañeza. En castellano, preguntar '¿Qué has cenado?' es normal y, en portugués, decir 'jantámos bacalao' no genera ninguna duda normativa.

El rumano presenta un patrón diferente. Los verbos simples de comida son menos frecuentes ya menudo se prefieren construcciones con verbos de apoyo como 'mânca' 'comida' o 'a lua' 'tomar'. Los usos transitivos existen, pero son claramente marginales y asociados sobre todo a registros coloquiales.

Tipológicamente

Desde el punto de vista tipológico, todo esto plantea una pregunta interesante: ¿por qué unos verbos que describen una actividad tan orientada hacia un objeto –comer algo– tienden a ser intransitivos? La respuesta es probablemente semántica. Verbos como 'comida' o 'cena' no describen tanto la acción física de ingerir alimentos como hacer la comida del mediodía o de la noche. El foco del verbo no es el alimento concreto, sino participar en la comida. El objeto alimenticio, en este contexto, es secundario ya menudo queda fuera de la estructura del predicado. Ahora bien, esto no quiere decir que cuando el verbo de comida se acerca semánticamente a 'comida' no pueda admitir un complemento directo. No es un mecanismo general ni especialmente habitual, pero es perfectamente posible en el sistema y lo ha sido durante siglos.

Por tanto, decir que 'hemos comido porcella' en Navidad no redefine la gramática del catalán ni es una anomalía inexplicable. Sencillamente es una opción que, con un peso más marginal, convive con 'hemos comido porcella para almorzar' (más general) o 'hemos comido de porcella' (más habitual en Baleares). Sin embargo, la normativa no siempre recoge todo lo que permite el sistema, ni tampoco hace falta que lo haga. Entenderlo quizá nos permita hablar de lo que comemos sin angustia por si lo hacemos con 'corrección' o no. Y eso, en Navidad, siempre se agradece.

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