Filosofía

Erasmo contra la guerra

Erasmo adopta una posición pacifista inspirada en la convicción de que la naturaleza humana predispone a la amistad

Erasmo
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PalmaUna de las cuestiones que más preocupa a Erasmo de Rotterdam es la guerra. Las reflexiones sobre este tema tienen un interés intemporal. Uno de los adagios más representativos de esta preocupación es aquel que dice que "la guerra atrae a aquellos que no la han vivido". En este extenso proverbio expone el origen y la evolución de la violencia desde la prehistoria, las causas de la guerra, contrapone el guerrero y el cristiano, se esfuerza en demostrar que los evangelios proporcionan razones a favor de la paz y la caridad. También dedica algunas partes de su discurso antibelicista a combatir los argumentos de los apologistas de la guerra. Y no deja pasar la oportunidad de proponer algunas soluciones globales, como crear organismos internacionales con la función de favorecer el entendimiento entre los pueblos, sentar las bases para una relación pacífica con los turcos, y ejercer un control efectivo del poder absoluto de los monarcas que impida declarar unilateralmente la guerra.

Desde un humanismo cristiano, argumenta con gran determinación contra el belicismo imperante en la Europa del siglo XVI, que vive en primera persona, con la guerra en Italia, el enfrentamiento entre turcos y cristianos, y los inicios de las guerras de religión entre católicos y protestantes, y sale al paso de paso trabajen para una paz duradera. Concretamente, en la guerra contra los turcos, propone la solución pacífica de evangelizarlos con argumentos moderados que les convenzan del error de creer en una falsa religión, porque no se puede esperar que sean buenos cristianos con una conversión impuesta a "sangre y espada", a través de la violencia y la dominación, dado que "lo que es de lo que es de lo que es de lo que es de lo que es lo que es." La iglesia y todos sus estamentos deberían dar ejemplo y mostrar a los turcos que la vida cristiana es auténtica y se adecua a las enseñanzas de Cristo, poniendo en práctica una vida humilde, alejada de riquezas y del deseo de gloria y dinero y actuando con inocencia, voluntad de hacer el bien, incluso a los enemigos, y aplicando la enseñanza. En este sentido dice que "sin duda ser abiertamente turco o judío es un mal mucho menor que ser un cristiano hipócrita".

Cristianos contra cristianos

Pero de todos los conflictos mencionados, lo que más le repugna y enfada de largo es la guerra que enfrenta a cristianos contra cristianos, dado que son hermanos y miembros de la misma iglesia. Le preocupa especialmente el fanatismo de los falsos cristianos y el uso que hacen de las habilidades retóricas para tergiversar el mensaje de amor y paz de las escrituras, así como su estrategia de acusar de herejía a los verdaderos cristianos que no aprueban la guerra y la combaten verbalmente con "el escudo de la fe".

La guerra está en el origen de todo tipo de males. En cuanto a los males que provoca la guerra, lo peor es que la mayoría de las víctimas son personas inocentes: "Los campesinos, las personas mayores, las madres, los niños, las chicas que se casan". La guerra hace "callar las leyes", destruye la felicidad y siembra la humanidad de odio, dolencia y mortalidad.

Denuncia que las guerras movidas por los reyes y príncipes tienen el interés oculto de incrementar su poder de manera absoluta sobre sus súbditos. A veces, la motivación bélica de los gobernantes es la gloria, restituir el orgullo herido, expandir sus dominios, la codicia y el deseo de enriquecerse, apropiándose de los bienes de los ciudadanos y de los enemigos vencidos. Asimismo intenta apaciguar el ansia belicosa de los príncipes exponiendo los males de las guerras, y si los argumentos disuasorios no fueran suficientes, reclama que sean los pontífices los que se encarguen de frenarlos con su autoridad.

Erasmo adopta una posición pacifista inspirada en la convicción de que la naturaleza humana predispone a la amistad. Está convencido de que Dios no nos ha creado para la guerra y ve indicios claros de esa voluntad en que el hombre nace débil y desarmado, sin partes del cuerpo que pueda destinar a la guerra, y que se desarrolla plenamente gracias al apoyo mutuo. Otra característica que lleva a Erasmo a pensar que el hombre está destinado a la amistad y la concordia es que Dios le ha inculcado "el odio a la soledad", "el gusto por la compañía" y "la pasión del conocimiento", y le ha concedido sobre todo el don de la palabra y la razón. Le parece que el hecho mismo de que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios ya es suficiente garantía para que haya una tendencia natural hacia el bien por el bien mismo, sin más. Propone que el hombre se reconozca en Cristo, que es amor, que le imite en las acciones, enseñando amor y paz y haciendo todo lo posible para liberarse de los vicios, con paciencia y tolerancia, y respondiendo a las ofensas con buenas acciones.

La comparación con la conducta animal le proporciona otros argumentos contra la guerra. Así, los hombres, a diferencia de los animales, se enfrentan entre sí con armas antinaturales y técnicas destructoras por causas muy frívolas y, además, este combate puede ser muy sangriento y largo provocando un gran número de víctimas; en cambio, destaca que los animales de una misma especie nunca se enfrentan entre sí, que la mayoría ataca únicamente cuando tienen hambre, se sienten amenazados o por proteger a las crías. Los enfrentamientos son breves e implican a pocas víctimas. Además, cuando un animal es herido, se detiene la lucha.

En el comentario al mencionado adagio se pide: ¿por qué es preferible la paz a la guerra? Su respuesta está estructurada como si hiciera un balance de las ventajas que proporciona la paz hacia las desventajas de la guerra. Así, argumenta que en tiempos de paz, existe riqueza y prosperidad, civismo, abundancia, solidaridad y generosidad, justicia y fervor religioso, se desarrollan las disciplinas más respetables, se celebran fiestas; mientras que la guerra es inhumana, criminal y triste, porque elimina todo lo que hay de bello, bueno y alegre en el mundo. En tiempos de guerra, se pierden vidas humanas, se destruyen ciudades y cultivos, se extiende el miedo y la tristeza, la corrupción y el vicio, desaparece la justicia y la religiosidad, y no se respetan las letras. En definitiva, tal y como dice Erasmo, "si sopesaras como en una balanza, las ventajas y las desventajas, llegarías a la conclusión de que es sin duda preferible una paz injusta a una guerra justa".

La paz cristiana

En los adagios sobre el poder político y religioso, y la guerra reivindica la paz cristiana, la democracia como sistema de gobierno defiende que el gobernante lleve una vida cristiana que tome como modelo a Cristo y los Evangelios y, por tanto, que sea honrado y aburra la corrupción, busque el bien común y el bienestar de su pueblo, tenga cuidado de su territorio, tenga cuidado de su territorio, tenga cuidado de su territorio; riquezas como de los placeres, los lujos y otros vicios. Como no se puede elegir democráticamente al príncipe más sabio y preparado, propone que, al menos, reciba una buena educación. Coincide con Platón en que se confíe el poder a los filósofos o se enseñe filosofía a los soberanos. Para Erasmo el poder deriva en tiranía cuando se disocia de la sabiduría y la bondad. Un mal gobernante será corrupto y beligerante y hará sufrir al pueblo; en cambio, un buen gobernante debe aproximarse a "la imagen de Dios gobernando el universo" y saber administrar de forma justa su reino. Se preocupa también por la ética de los negocios. Por eso, critica los impuestos excesivos, el comercio con los cargos públicos y el enriquecimiento de la iglesia. Y es partidario del intervencionismo estatal de la economía para evitar la miseria y la concentración de la riqueza, la usura y los negocios deshonestos.

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