Los adagios de Erasmo
Erasmo cree que los adagios contribuyen al embellecimiento del habla, porque se adaptan a todos los recursos estilísticos


PalmaDesideri Erasmo, más conocido como Erasmo de Rotterdam, tiene un especial aprecio por los proverbios, como demuestra el hecho de que se entretuvo recopilando y descifrando el significado de 4.151 dichos cultos y populares, los famosos Adagis (1500-1515) provenientes de sentencias y máximas grecolatinas. La selección está precedida de los Prolegómenos, un tratado sobre los proverbios en los que ofrece su propia definición. También trata sobre su origen y procedencia, sus propiedades y características, la relación con otros géneros, sus valores y la utilidad educativa y sapiencial. El Tratado tiene un último apartado en el que hace algunas recomendaciones sobre su buen uso textual.
Erasmo define el adagio como "un dicho célebre que se distingue por su ingenio y originalidad" y precisa que no se corresponde con un aforismo. Dice que incorpora alguna novedad que "le hace diferente al hablar corriente", y es utilizado frecuentemente. Su originalidad depende del contenido, la forma y el estilo, las figuras retóricas (metáfora, alegoría, hipérbole), el idioma escogido, la ambigüedad, la originalidad expresiva y la comicidad. Es valorado por el ingenio, la antigüedad y la sabiduría. Y cumple otras tres características: la brevedad, el uso de sentencias y metáforas y, a veces, el carácter misterioso y enigmático, que le relaciona con los oráculos.
Erasmo recomienda a los autores que quieran introducir adagios en sus textos que sigan las reglas de Aristóteles y Fabio Quintiliano: con cuidado y moderación, en el lugar más adecuado y evitando la sobreabundancia, para mantener la gracia y el lucimiento.
Los adagios perviven a través del lenguaje popular, los oráculos de los dioses, los dichos de los sabios griegos grabados en los pórticos de los templos y las leyendas representadas en las obras de teatro de los trágicos y los cómics. Y adquieren gran prestigio y autoridad en la antigüedad, gracias al uso que hicieron filósofos como Aristóteles, y sus discípulos Teofrasto y Clearco de Soloi; los estoicos Crisipo y Cleantes; y Zenódofo de Éfeso, primer director de la biblioteca de Alejandría. También contribuyeron a la difusión y prestigio de los proverbios los compiladores Ateneo de Náucratis, Zenobi y Diogeniano de Heraclea.
Fuentes de consulta
Los filósofos citados son algunas de las fuentes de consulta de Erasmo, junto con el catálogo de textos jurídicos del siglo VI, conocido como el Digesta, y la enciclopedia medieval de la Suda. Según la erasmiana Margaret Phillips, los diez autores más citados por el humanista holandés en los adagios son Cicerón, Homero, Plutarco, Aristófanes, Horacio, Plauto, Platón, autores de la Suda, Ateneo de Náucratis y Luciano.
Erasmo considera que el conocimiento de los adagios sigue siendo útil principalmente para la filosofía y los filósofos porque tienen fuerza de verdad y les ayudan a dar credibilidad a las teorías. Piensa también que son útiles para persuadir a causa de su gran autoridad popular. Cree que contribuyen al embellecimiento del habla, porque se adaptan a todos los recursos estilísticos. Y, por último, considera que no sólo tienen utilidad, sino que son imprescindibles para facilitar una mejor comprensión de los autores clásicos. De hecho, Erasmo los utiliza en sus clases de retórica.
Erasmo sigue un patrón a la hora de comentar cada adagio. De entrada, ofrece el enunciado del proverbio en latín o griego, realiza un análisis filológico, cita las fuentes donde aparece y su significado, incorpora también algunas anécdotas antiguas o modernas y cierra el comentario con una conclusión.
Erasmo integra más de 300 adagios de la primera recopilación en su obra maestra, laElogio de la locura (1509). Erasmo va alternando los adagios morales, humorísticos e irónicos, superficiales y profundos, largos y cortos, serios y divertidos que se pueden clasificar temáticamente en adagios sobre los locos y la locura, y otros sobre la amistad, el amor propio, la edad, la igualdad, la sabiduría, el poder patria, la política y la guerra.
Una pequeña muestra de 26 adagios extraídos delElogio han sido traducidos al catalán por Jaume Medina, en una edición titulada Los Adagis (Libros del Índice, 2014), ilustrada por Manuel Clavero. Entre los proverbios más representativos, hay dos que tratan de los locos y la locura. El primero dice una obviedad, que "el tonto dice tonterías", mientras que el segundo alude a "loquear con los locos", que significa adaptarse a todo. Otro adagio hace referencia a la amistad, "el amigo es más necesario que el fuego y que el agua", y simula que no se puede vivir sin amigos. Un adagio atribuido a Platón y Aristóteles dice que "quienes se parecen se gustan", al igual que "un viejo merece una vieja". El adagio "perdí el aceite y el trabajo" se aplica a aquellos que pierden el tiempo y el dinero. La desconfianza hacia los políticos está presente en la selección en el proverbio: "La política no es para la gente instruida", sino ignorante. Hay una cita dirigida a los mediocres que se alaban mutuamente, la que dice que "los mulos se rascan entre ellos". Sin embargo, para Erasmo, la suerte es determinante, ya que "las grandes empresas ya es mucho haberlas intentado", y son igualmente adagios las frases hechas o expresiones. Por eso la edición incluye "por tierra y por mar" y "la proa y la popa".
Existe otra antología en catalán de 406 adagios, titulada No puedo no hablar (Ela Geminada, 2018), que tiene la singularidad de reproducirlos sin el comentario erasmiano, eso sí, citando la fuente de procedencia, y con la intención clara de invitar al lector a realizar su propia interpretación con la ayuda de un índice analítico.
Erasmo se muestra muy crítico con las costumbres del pueblo. Así, en el comentario del adagio "por los vagos siempre es fiesta", se queja de la disposición de los cristianos a aprovechar las fiestas religiosas para ir con prostitutas, jugar a juegos de azar y meterse en rencillas, en vez de seguir una conducta piadosa y decente. La solución que propone es abandonar las costumbres que degradan y mejorar el comportamiento de la población.
Herejías reformadoras
El poder religioso y político de la época censura en varias ocasiones los adagios de Erasmo como herejías reformadoras a causa de las críticas recibidas y propone su destrucción. Escandaliza que equipare a Cristo con un sileno, que se oponga al militarismo cristiano y la guerra santa contra los turcos, que ponga en evidencia la tiranía de los monarcas y critique la conducta hipócrita del estamento eclesiástico orientada a hacer dinero e incrementar su patrimonio, cobrando por decir misa y otros servicios, y de la de la misa y otros servicios.
Según el humanista, los príncipes a menudo son inmoderados e inmorales, crueles y salvajes aplicando su poder absoluto, "unos verdaderos enemigos del bien público y unos ladronzuelos" que esparcen su mal gobierno "por todas las venas del cuerpo" político. A pesar de esta tendencia destructora del estado, Erasmo cree que la educación es el medio para que los gobernantes actúen pacíficamente, con justicia y moderación, y en defensa del bien común. Esta esperanza está expresada en el adagio tomado en Platón, según el cual "los tiranos se convierten en sabios si tratan con sabios". Erasmo insiste en que los buenos gobernantes deberían estar formados moral y filosóficamente en el comentario a un adagio donde Aristófanes denuncia con ironía que demasiado a menudo "el gobierno del estado no es algo para un hombre de cultura". En continuidad con la defensa de la educación, Erasmo confía en la sabiduría de los estudios humanísticos y la cultura clásica, puesto que "sin estos estudios la vida de los seres humanos no es propiamente vida humana sino vida de bestia".