27/09/2025
2 min

Una de mis mejores escuchas de este pasado verano ha sido Bukele: el señor de los sueños, un podcast emitido originalmente en enero del 2024 y producido por Radio Ambulante Studios, responsables de otros dos podcasts indispensables, como son Radio Ambulante y El Hilo. De hecho, son los presentadores deEl Hilo, Eliezer Budasoff y Silvia Viñas quienes narran el auge de Nayib Bukele, como se convirtió en presidente de El Salvador y cómo, lentamente y de manera sistemática, fue derribando cualquier obstáculo y contra-peso institucional para no tener que rendir cuentas ante nadie y convertirse en un ejemplo de manual de cómo la pérdida de fe en las instituciones democrás. como él.

En la descripción del podcast lo resumen muy bien: "Una figura emblemática de nuestra era: la de un publicista que llegó a la presidencia y logró convencer a una sociedad de que la única manera de resolver sus problemas era entregarle un poder sin límites. ¿Cómo se llega al punto en el que las promesas de la de"?. Es una pregunta importante, una pregunta crucial, es la pregunta que toca hacer ahora.

Porque Nayib Bukele es el estereotipo del nuevo bro totalitario, aquel que piensa que el estado democrático y todas sus instituciones son poco "eficientes" y que los tiempos piden soluciones expeditivas y atrevidas, soluciones teóricamente impopulares, pero que en realidad sintonizan perfectamente con los instintos bajos del ciudadano común, un calco del espíritu disruptivo tan propio de nuestros grandes gurús nombre de la innovación (y de incrementar su riqueza personal). Y los productores del podcast aciertan de lleno a la hora de tratar a Bukele, no como un exotismo local, sino como el paradigma de una nueva ola de líderes, cada vez más desacomplejados a la hora de mostrar su naturaleza dictatorial, que se están imponiendo en occidente ya quien una parte de la población parece del todo decidida a entregar.

Todos sabemos hacia dónde conduce todo ello, también que esto significará un sufrimiento innecesario y absurdo, sobre todo para aquellos más vulnerables; y, aun así, parece inevitable. Quizás lo único que podemos hacer es decir las cosas por su nombre y empezar a observar y señalar dónde acaban los experimentos como el de Bukele, que por ahora ya ha modificado la constitución para permitir la reelección de forma indefinida de su presidente, mientras en Estados Unidos la pregunta es cómo lo hará Trump para perpetuarse en el poder. Que lo va a intentar, nadie lo duda. Lo triste, en todo caso, es que si lo consigue será con la complicidad de una parte (importante) de la población, a la que quizá habría que recordarle un dato importante: la mayoría de regímenes totalitarios llegan al poder gracias a una combinación de mecanismos electorales y métodos coercitivos. Es lo primero lo que les hace sentir legitimados para desplegar los segundos y poner en práctica el libro de jugadas fascista. Estaría bien, por una vez, no picar el cebo.

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