Menores migrantes, pasamos de la queja a la acción
La polémica en torno a los menores migrantes les ha convertido en un problema. Los responsables de la Administración afirmaron que el reparto entre comunidades autónomas es opaco e injusto. Además, han repetido que no están preparados para acoger a los menores provenientes de Canarias, no hay espacio ni profesionales que puedan atenderlos. La actitud ha sido reactiva. En ningún caso propositivo.
Los menores migrados están ahí y continuarán llegando, nos guste o no. La reciente revuelta de la generación Z en Marruecos nos lo evidencia y la forma en la que abordamos el fenómeno tendrá unas consecuencias u otras, tanto para los menores como para la sociedad. Por tanto, pasamos de la queja a la acción. Hay que reflexionar sobre ellos y buscar soluciones de forma seria.
Sabemos que los menores migrantes solos, sin acompañamiento de ningún tipo, pueden caer en situaciones de exclusión porque su proceso migratorio no ha sido fácil y su futuro está lleno de incertidumbres.
En uno comunicado de Prosocial de 7 de octubre de 2025, que publicó el ARA Baleares, enumerábamos una serie de medidas que a nuestro entender deben tomarse para dar respuesta al tema. En aquel escrito apostábamos por revertir la situación, dejando claro que no se trata sólo de un problema de carencia de inmuebles y profesionales, es sobre todo un tema de atención psicosocial y socioeducativa.
Queremos incidir aquí en aquellas iniciativas socializadoras y de participación comunitaria, porque toda la sociedad puede ser partícipe de la atención a los jóvenes migrantes.
Nuestras propuestas son:
Proponemos un programa de mentoría, que consiste en acompañar a un menor durante un período de tiempo de entre seis y nueve meses, ocupando entre dos y tres horas semanales.
Las actividades pueden ser diversas: conocimiento del entorno, acompañamiento para la resolución de temas burocráticos, acompañamiento al sistema de salud y educativo, etc.
Ayudar a trabajar de forma realista el proyecto migratorio, con grupos de discusión con personas migradas que ya se han establecido en las Islas.
Varios estudios en diferentes países europeos y en EEUU han mostrado cómo la mentoría no sólo ayuda a los jóvenes, cambia las percepciones que tienen los mentores sobre la cultura y las formas de vida y acentúa más las similitudes que las diferencias.
Contamos con muchas experiencias y, de hecho, en España existe una Coordinadora de Mentoría Social, una red estatal que agrupa a entidades sociales y algunas universidades que desarrollan proyectos de mentoría.
Proponemos un programa de conocimiento de la sociedad receptora para entenderla. Acompañamiento en el aprendizaje del idioma, acompañamiento en el ámbito laboral, cuestiones relacionadas con la vivienda. A diferencia de la mentoría, estas actividades se pueden realizar en pequeño grupo.
Proponemos impulsar un programa de familias acogedoras, destinado específicamente a familias migradas que puedan dar cobertura, aunque sea temporal. Pueden ser acogimientos entre seis meses y un año.
Proponemos que se realicen actividades de encuentros entre iguales, reforzando las redes de solidaridad. Jóvenes con jóvenes. Existen experiencias en institutos, asociaciones juveniles, en este sentido. Intercambio de rasgos culturales, preocupaciones, formas de afrontar el futuro.
Proponemos promocionar desde Cooperación para el Desarrollo proyectos que impliquen a jóvenes migrantes en las Islas, que tengan acciones en ambas comunidades, la del país de origen y las Islas. Las organizaciones no gubernamentales de desarrollo baleares pueden incorporar a jóvenes migrantes para participar en actividades de sensibilización sobre la realidad de los países de origen.
Proponemos integrar la red de recursos de emancipación, actualmente gestionada por el Gobierno, en los consejos insulares, como continuidad de la red de protección, incluyendo en los programas a los ayuntamientos medios y grandes, que pueden jugar un importante papel en la inclusión social de estos jóvenes.
La investigación demuestra que buenas prácticas de emancipación son relevantes para las trayectorias vitales y que los jóvenes inmigrantes, en general, tienden a aprovechar las oportunidades que se les da.
La propuesta del gobierno autonómico de repatriar a los menores argelinos tutelados en las Islas no va en la línea que aquí sugerimos. Las declaraciones de la presidenta del Gobierno parecen apuntar a una deportación. Si, como dice, está realmente preocupada por los menores y sus familias, debería ser un retorno transparente desde la tutela efectiva que está ejerciendo la administración autonómica, en ningún caso un retorno a ciegas, en el que sólo se piense en quitarse de encima a estas personas. Posibilitar su retorno familiar es un objetivo de trabajo que debe realizarse con todos los menores que están protegidos. Ahora bien, debe hacerse como corresponde y con garantías: dónde vuelven, en qué condiciones sociales y familiares. Y siempre con la supervisión de la Fiscalía de Menores y de acuerdo con la legislación sobre extranjería y protección de menores.
Lo repetimos una vez más, la migración juvenil no es un problema sino una oportunidad. Exigimos a nuestras autoridades que se dejen de demagogias y actúen decididamente preservando los derechos de los menores.