Juguetes estrañados
De repente, la sorpresa en el Port de Sóller, y con la sorpresa, la alarma y la consternación: la temporada turística, ay las, no es tan buena como en los años anteriores. Los periodistas especializados en recuentos de vuelos, pernoctaciones y gastos acuden veloces a recoger las declaraciones de los dueños del pedazo. Aquí, un restaurador lamenta haber tenido que echar a cinco camareros (lo lamenta por él, no por los cinco camareros): "He pasado de no tener trabajadores a tener más". Allí decano, otro propietario se hace preguntas sobre los usos y costumbres de la parroquia turística: "Hay récord de llegadas al aeropuerto, pero gastan menos que otros años. Acaso se compran uno bocadillo y se lo llevan a la playa, en vez de almorzar en un restaurante..." Algunos, por no decir bastantes, de los turistas que tienen a bien visitarnos son más de llevarse a la playa consumiciones líquidas o inhaladas, antes que sólidas. Es una apuesta que una buena parte del sector turístico hizo hace muchos años (y todavía hoy liga el nombre de '). embellecerlo tanto como quieran, pero ésta sigue siendo la realidad. rehenes. Y dos, el bajón se explicaría como consecuencia de "las campañas sociales y mediáticas contra el turismo". ha sido tan exagerada, tan desproporcionada y fuera de tono (desde una gran campaña, esta sí, de anuncios deseando a los turistas que hayan sido felices aquí, hasta calificar a los jóvenes de Arran de nazis y terroristas, pasando por titulares que les amenazaban con persecuciones policiales y judiciales), que ha acabado dando más la medida de la baja de la baja anticapitalista local.
Si quieren encontrar respuestas a su inquietud, tal vez nuestros empresarios turísticos podrían fijarse en un documento presentado hace pocos días, el del BBVA Research, que se refiere al primer semestre de 2025 de la economía catalana, pero que se fija en un hecho que sucede allá, pero que pernoctaciones medias por turista, que podría sugerir la sensación de agotamiento del modelo actual. Una sensación que se ve reforzada por la falta de personal cualificado (es la consecuencia de décadas de empujar a los jóvenes al abandono prematuro de los estudios, también de la formación profesional) y por los efectos en el mercado laboral, y en la calidad de la oferta turística, del crecimiento llega a Baleares, como en Barcelona, buscando trabajo en la hostelería, aunque no tengan ninguna noción) En resumen, el turismo de masas podría estar sufriendo las consecuencias de sus propios excesos.