Josep Maria Llompart, el hombre que sólo quería ser poeta

PalmaJosep Maria Llompart pudo vivir una existencia tranquila y dedicada, exclusivamente, a la escritura, pero su actitud vital se fundamentó en la convicción de que la cultura es inseparable de la responsabilidad colectiva. Por eso nos dejó reflexiones sobre el compromiso de los escritores afirmando que "un escritor, si quiere ser fiel a su pueblo, no puede permanecer indiferente a las agresiones que éste sufre. La palabra debe ser arma y consuelo, resistencia y esperanza". En tiempos difíciles, Llompart y toda una generación de escritores y escritoras entendieron que el libro era un arma, una trinchera contra la desmemoria y contra la sumisión.
Aprovechando la exposición instalada en Ca n'Alcover, la sede de la Obra Cultural Balear, sobre el compromiso cívico de Llompart, es inevitable comparar los contextos de dificultad lingüística en los que se movió el poeta y la situación actual. Llompart venía de los tiempos oscuros del franquismo, con una lengua perseguida y arrinconada del ámbito público, pero con una fuerza casi hegemónica en lo que se refiere al uso entre la población de Mallorca. Ahora la situación es radicalmente distinta: con un corpus legislativo que, más o menos nos ampara, y un régimen democrático, no tenemos garantía de supervivencia como comunidad lingüística.
La situación actual de la lengua catalana es complicada. Los cambios demográficos de las últimas décadas, no acompañados de políticas de integración lingüística y cultural y los ataques manifiestos contra la lengua catalana, impulsados por los mismos poderes que tienen la obligación de defenderla, no son una anécdota: son un intento de desarticular lo que nos mantiene vivos como comunidad. Pero es precisamente en momentos complicados cuando conviene recordar que no partimos de cero. Otras generaciones, en condiciones muy adversas, supieron resistir y mantener la lengua viva.
Entre ellos, la figura de Josep Maria Llompart brilla con una fuerza especial. Llompart, a quien este año recordamos con motivo del centenario de su nacimiento, entendió como pocos que la literatura en catalán no podía ser sólo una manifestación artística: debía ser una forma de resistencia, una forma de defender la identidad colectiva y proyectarla hacia el futuro. El mejor homenaje que podemos rendirle es continuar su tarea: hacer de la palabra un espacio de resistencia y de libertad y esperar a que en un futuro no muy lejano esta tierra se convierta en un incendio.