Insularidad televisiva
Se dice pronto, pero no es un hito fácil: este año ha cuarenta años que TV3 se puede ver desde Mallorca. Todo empezó en 1985, gracias a la Asociación Voltor, impulsada por la Obra Cultural Balear, y la campaña 'Queremos TV en nuestra lengua: TV3 ahora!', que recibió las aportaciones de más de 1.000 ciudadanos para comprar unos terrenos en Alfàbia e instalar un repetidor. Más adelante llegaron otras cadenas, como el Canal 33, las hoy extintas Canal 9 y Punt 2 valencianas y las emisoras Catalunya Ràdio, Catalunya Informació y Catalunya Música. Y en 2005 nació, naturalmente, IB3, que ha pasado épocas mejores y más flacas en cuanto a la normalización lingüística y la representación de nuestra sociedad. ¿Pero qué queda hoy de todo esto? Todos y los aparentes avances, ¿tenemos el ecosistema audiovisual que nos merecen?
Si en ámbitos como los desplazamientos humanos o el transporte de mercancías es indiscutible, que los ciudadanos de las Islas Baleares sufrimos el agravio de la insularidad, parece que hoy todavía estamos empequeñecidos de aplicar esta idea a otros ámbitos que, de hecho, están bien relacionados. El cultural, el mediático o el audiovisual son algunos ejemplos. Porque si bien la oferta de medios en catalán, a escala cuantitativa, nunca había sido tan amplia, y más con las posibilidades que ofrece internet, queda por ver si el objetivo de buena parte de estas cadenas de radio y televisión cumplen dos de sus objetivos fundacionales así como toca: el de la normalización lingüística, por un lado, y el de la dinamización del sector audiovisual autónomo.
Un primer foco de preocupación es la de cada vez más bilingüe TV3, o la que ahora quieren llamar 3Cat. La (merecidísima) jubilación de la admirada Margalida Solivellas como corresponsal ha dejado al descubierto lo que parece ser una cierta dejadez por parte de la CCMA hacia las Islas, y la intermitencia en la voz que nos representa a los informativos, por citar un indicador aparentemente anecdótico pero bien simbólico, hace que nuestro más acústico.
Y lo mismo ocurre en IB3, en el que programas con un marcado componente diglósico, como el concurso musical LaLaLa, así como algunos debates de la radio hechos de forma casi íntegra en castellano no hacen más que delatar la falta de complejos de la nueva dirección de la casa, Josep Codony, a la hora de ir limando espacio a la lengua propia de las Islas Baleares.
Mientras, ya la espera de que À Punt se pueda ver un día desde nuestra casa, queda por ver si el 2Cat, el nuevo canal en catalán de Radiotelevisión Española, se emitirá también en las Islas. Y aún más: ¿contará, como tocaría, con profesionales de Baleares y del País Valenciano a la hora de conformar sus equipos?
La insularidad tiene unos efectos materiales, pero también una honda huella simbólica. ¿Hasta cuándo seremos ciudadanos de segunda, los ciudadanos catalanohablantes de las Islas Baleares?