Maria de Lluc Muñoz

El Grupo Blanquerna, cuarenta años de compromiso y futuro

En tiempos de fragmentación y desconexión, espacios como el Seminario Blanquerna recuerdan la importancia de pensar y construir colectivamente. Este año se han cumplido cuarenta años de este proyecto impulsado por el Grup Blanquerna, nacido con la voluntad de ser un espacio de debate, formación y convivencia entre personas con inquietudes de país y ganas de transformarlo. Cuatro décadas después, el seminario se ha consolidado como un referente del mallorquinismo político y un punto de confluencia del soberanismo de los Països Catalans.

Lo que le hace realmente especial es su capacidad de adaptarse a los tiempos y seguir siendo útil. En un país que sufre un modelo económico que nos aboca a la precariedad y al individualismo, este espacio quiere contribuir a encontrar respuestas a los retos colectivos. Asimismo, ante el auge del españolismo más rancio, tiene el deber de aglutinar a personas de procedencias y tradiciones diversas que quieran transformar la realidad.

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La edición más reciente, llevada a cabo en Can Picafort, ha sido una constatación de que el Seminario Blanquerna sigue siendo un espacio vivo y necesario. Este año, y de manera especial, el seminario se ha integrado en el proceso del Congreso de Cultura Catalana, que conmemora cincuenta años de su creación y que, como el Grupo Blanquerna, quiere volver a poner en el centro el pensamiento crítico y el compromiso cultural como herramientas de transformación colectiva.

Durante un fin de semana, un centenar de personas de los Països Catalans nos reunimos para debatir, aprender y también celebrar. Porque el Seminario Blanquerna no es sólo una cita formativa: es un encuentro que conjuga lucha y ocio, análisis y hermandad. Su fuerza reside, precisamente, en esa combinación que hace del debate un espacio de convivencia y de la convivencia, una forma de militancia.

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Los debates de este año giraron en torno a cuestiones tan primordiales como el sindicalismo nacional y de clase, con la participación de representantes de sindicatos catalanes pero también vascos y gallegos; o el papel del catalán como lengua de acogida, con la filóloga Catalina Amengual y la escritora Òmnia el Bakkali. También se analizó el camino hacia la hegemonía política, con aportaciones del politólogo Jordi Muñoz y la senadora del BNG Carme da Silva, y se debatió sobre respuestas políticas a la crisis de la vivienda con representantes de diversas organizaciones juveniles de los Països Catalans. Por último, la mesa dedicada a las Islas Baleares –con Miquel Àngel Maria, Alejandra Ferrer y Bernat Joan, moderada por Margalida Solivellas– ofreció una reflexión profunda sobre nuestra realidad y sobre la relación que establecemos con el resto del país.

Más allá de las ponencias, el mayor valor del Seminario Blanquerna es demostrar que todavía hay espacios para pensar colectivamente el futuro. Cuarenta años después, sigue siendo un espacio de país y para hacer país. En tiempos de complejidad y desencanto, esto es, sin duda, una buena noticia. El Seminario Blanquerna es un espacio de resistencia cultural y política, pero sobre todo una herramienta para seguir avanzando con espíritu crítico y colectivo. Hacerlo vivo cuarenta años después es, de por sí, un acto de futuro.