La transformación social que vive Mallorca en los últimos años, marcada por la masificación turística y la compra de viviendas por parte de extranjeros, también ha llegado al mundo del arte. Palma, que durante décadas fue un polo de creación, ve cómo su mundo artístico se desdibuja en medio de la fuerte presión económica y social.

Esta semana llega a Ciutat una nueva edición de la Noche del Arte, un evento que se concibió como plataforma para dar visibilidad sobre todo a la escena artística local y que hoy refleja el cambio de ciclo. Del centenar de artistas que se expondrán en las galerías, son poquísimos –se pueden contar con los dedos de una mano– los que viven y trabajan en la isla. El resto llegan de fuera, muchos del extranjero, seleccionados para responder a otro tipo de demanda: la de unos coleccionistas y compradores que mayoritariamente son también foráneos.

Cargando
No hay anuncios

Además, en paralelo al aumento de galerías de fuera instaladas en Palma, han proliferado otras que difícilmente pueden considerarse galerías, al menos no en el sentido tradicional. Más bien, son espacios que venden arte o piezas para decorar las segundas o terceras residencias de nuevos propietarios extranjeros. Es un mercado potente, ciertamente, pero poco tiene que ver con la misión histórica de las galerías como espacios de apoyo a la creación, de mediación y de complicidad con los artistas.

El problema no es que lleguen artistas de fuera –bienvenidos sean–, sino que cada vez es más difícil que los creadores locales encuentren un espacio para crecer, para mostrar la obra y para consolidarse. La cantera propia queda relegada a un papel casi testimonial. Y esto tiene consecuencias: Mallorca corre el riesgo de dejar de ser un lugar de producción artística para convertirse sólo en un escaparate de obras que pasan fugazmente, como sus autores, por el calendario de exposiciones.

Cargando
No hay anuncios

También muchas de las galerías de aquí en cierto modo han ido cediendo terreno. Lejos de reforzar su identidad y diferencia, muchas han optado por tomar un cierto parecido con las foráneas. Predominio de los artistas extranjeros y, entre otros, al margen de la Noche del Arte los nombres de eventos y exposiciones son a menudo sólo en inglés. Puede parecer un detalle menor, pero es un síntoma de un mundo artístico local que se va debilitando, absorbiendo formas ajenas, en lugar de reivindicar las propias.

La gentrificación cultural no expulsa de manera física a los creadores locales, como ocurre con los vecinos de muchos barrios. Pero sí que los desplaza de otra manera: los hace bastante invisibles, los deja sin margen y sin demasiadas oportunidades en el propio territorio.

Cargando
No hay anuncios

La Noche del Arte es hoy un espejo de esta deriva. Palma sigue llenándose de público, de coleccionistas y de oferta cultural, pero de cada vez le cuesta más reconocerse en el arte que se muestra. Si Mallorca quiere seguir siendo un territorio vivo y creativo, habrá que mirar más allá del mercado inmediato y apostar más por sus artistas. No sea que el magnífico escaparate esté vacío de voz propia.