Absentismo
A raíz de la negociación del convenio colectivo de hostelería ha salido a la palestra el absentismo laboral. La patronal lo situó en el primer lugar de las preocupaciones. Seguramente, para algunos, es un tema importante en sí mismo, pero no puede desligarse de un cuadro laboral más general marcado por la escasez de mano de obra. Es indudable que sin esa circunstancia previa no se hablaría de absentismo laboral con la intensidad y urgencia que se plantea. Sin embargo, la problemática es más compleja de lo que parece a primera vista y trasciende al mundo laboral.
El origen del fenómeno, en las características que adopta actualmente, debería situarse en los momentos finales de la pandemia, en un contexto de agotamiento, estrés y reflexión sobre las condiciones de vida y de trabajo. No es una cuestión local, sino que tiene un alcance global y se extiende a muchos países del mundo. Se produce lo que se llamó como The Great Resignation o la Gran Deserción. Se da especialmente en Estados Unidos, pero también en China y Europa. Sólo en Estados Unidos, más de 40 millones de personas abandonaron voluntariamente su puesto de trabajo en 2021.
Como es lógico, las cifras en Baleares son mucho más modestas. Pero, el problema de escasez de mano de obra en el mercado laboral local, que empieza a aflorar en ese momento, no es ajeno a esta tendencia general. personal, y muchos trabajadores empezaron a priorizar la conciliación y el bienestar, por delante de ciertos aspectos de la vida laboral. Además, hay que sumar que el sector hotelero arrastraba desde hace tiempo problemas de precariedad, elevada temporalidad y una fuerte carga física, especialmente en puestos de trabajo como el de camarera de piso, lo que acentuó la respuesta.
También, existen otras circunstancias, de una índole muy distinta, que en nuestro país provocan la aparición de nuevos puestos de trabajo a cubrir, el cual, de forma positiva, ha agudizado aún más el problema. Diríamos que fue consecuencia del propio dinamismo del sector, en el que una cantidad significativa de establecimientos habían elevado la categoría y la calidad, con el consiguiente aumento de plantillas. Paralelamente, el cumplimiento más riguroso de las condiciones laborales pactadas en el convenio vigente, en respuesta a la volatilidad laboral posterior a la pandemia, también iba en la misma dirección. Se ha calculado que la suma de ambos factores, en algunos casos, podría provocar el aumento del número de puestos de trabajo de los establecimientos por encima del 25%. Se creaba una tensión antes desconocida.
Hace tiempo que el modelo turístico chirría socialmente por muchos lados. Lo hace por el lado ambiental y de consumo de territorio. Y, ahora, es la costura laboral la que se está deshaciendo. Se llame "gran deserción" o "absentismo laboral", el problema es de estabilidad. Un concepto ligado esencialmente a la actividad empresarial y al modelo de empresa, muy difícil de conseguir en una industria de carácter marcadamente estacional. Ambas cosas son directamente proporcionales. No deja de ser una paradoja que para combatir el problema se obtuviera por la figura del fijo discontinuo. Este tipo de contrato encubre formas de precariedad y traslada responsabilidades privadas al sistema público. Es decir, no soluciona el problema, sino que lo enquista.
Sin embargo, sería iluso no ver que en torno al tema se produce una lucha ideológica enterrada. El éxito del escudo social y empresarial como respuesta a la crisis provocada por la pandemia, en contraste con la austeridad y rescate del sistema financiero a la crisis del 2008, provocó los celos de la derecha. Se mantuvo al acecho hasta llegar la primera oportunidad, que se dio con la escasez de mano de obra en el mercado laboral. Desde el primer momento, sin argumento sólido alguno, las derechas atribuyeron la falta de mano de obra a que los trabajadores prefieren las ayudas estatales a un sueldo producto del trabajo. En resumen: el Gobierno eran unos derrochadores y los trabajadores unos vagos.
A rebufo de esa idea, la CEOE está impulsando una ofensiva en contra del absentismo laboral, supuestamente producto de esa actitud desertora. Y, al afán de llevarla a cabo, la patronal ha convertido a la figura del absentismo en un cajón de sastre donde se computan ilusoriamente la totalidad de las horas no trabajadas, sin distinción. No importa que sea un permiso de maternidad o paternidad, una baja médica o un joven que el lunes no ha ido a trabajar. Es un engaño para magnificar el problema. La patronal de hostelería, siguiendo la misma estrategia agresiva, avisó de que el convenio que se estaba negociando no era la continuación del anterior, sino que se hacía de cabeza y de nuevo: ¿tanto ha cambiado la estructura de propiedad y la correlación de fuerzas a la patronal para olvidar el pasado?
Zygmunt Bauman define las relaciones entre el patrón y los trabajadores en la sociedad líquida como vínculos marcados por la inestabilidad, la flexibilidad y la falta de compromiso a largo plazo. La flexibilidad es el gran arma de la empresa para el control de la masa laboral. Sin embargo, en un contexto de escasez de mano de obra, el instrumento pierde operatividad. Pretender recuperar la iniciativa mediante la adhesión a la lucha ideológica de la contrarreforma laboral no parece ser el más acertado y justo, ni la solución más eficaz.