La Luna en Verso

Bewis de la Rosa: "Me interesa buscar belleza y poder en lo cotidiano y austero"

Cantante

Bewis de la Rosa.
27/08/2025
3 min

PalmaBeatriz del Monte nace en Madrid en 1994, pero crece en un pueblo de Cuenca: Villamayor de Santiago. Cuando va a casa su madrina, descubre la paciencia, el amor y la transformación que implica cocinar. Aprende dichos populares y refranes. Ve en la ropa tendida (bragas, calcetines, mantel) la exposición de los parches sucios de la gente, la evidencia de sensibilidad y humanidad. Los cucharones, las ollas y cualquier objeto del paisaje doméstico esconden una historia que intenta descifrar con su proyecto musical Bewis de la Rosa, que en el 2023 sacó su carta de presentación, el disco Amor más que nunca. Este sábado, 30 de agosto, lo presentará en Mallorca, en el marco del festival La Luna en Vers, en la explanada del Molinar de Montuïri.

¿De dónde nace la figura de Bewis de la Rosa?

— Antes de empezar este proyecto, ya tenía en marcha, desde 2014, la compañía Malditas Lagartijas, centrada en el teatro físico y la danza, con la que giramos espectáculos como No hay jazminas sin tomates. El proyecto Bewis de la Rosa nace en 2020, cuando decido grabarme por primera vez de una forma más profesional y musical. Yo siempre había estado vinculada a la danza y las artes escénicas, pero no me atrevía a dar el paso con la música, que hasta entonces quedaba en el ámbito íntimo. En 2020 me di permiso para grabar canciones y, poco a poco, se convirtió en mi primer disco: Amor más que nunca.

¿Cuál es la historia del nombre?

— Bewis de Rosa une dos partes de mí: Bewis era mi sobrenombre adolescente, que viene de Beatriz, y de Rosa es en homenaje a mi madre. Une ilusión infantil y raíces familiares, y nace de la necesidad de poner voz y música a lo artístico que antes sólo expresaba de otras formas.

Su trabajo está lleno de imaginarios cotidianos: objetos, costumbres… ¿Cómo los integra en el universo creativo?

— Hay objetos esenciales en mi simbología. Por ejemplo, la cuchara de madera fue la primera imagen que quise que saliera cuando grabamos 'A SAL'. Representa transformación desde el amor. El significado viene de una escena sencilla, cotidiana y familiar: cuando mi madrina me cocinaba guisos y hablábamos. Ella siempre empleaba refranes y dichos populares. Para mí, esto son palabras cocidas a fuego lento, llenas de amor, que te comes y transforman. También hay otros objetos como las bragas colgadas en el hilo a la vista de todos, que tienen un valor más poético: todos tenemos trapos sucios, pero exponerlos nos hace más humanos. Me interesa buscar belleza y poder en lo cotidiano y austero, en lo que tenemos a mano. Es una filosofía muy castellano-manchega: hacer con lo que hay, y darle valor.

¿Cómo llega este mundo a las letras?

— A menudo escribo de forma muy intuitiva. Me quedo con las primeras ideas, aunque después las perfil. Amor más que nunca es un disco muy visceral, casi crudo, que conserva mucho ese impulso inicial. Ahora, mis canciones son más concretas, pero sigo escribiendo desde un paisaje emocional muy vinculado al cuerpo. Esto me viene de la danza: lo que siente, lo paso por el cuerpo, y de ahí que toma forma. Es una forma de dar cuerpo a las emociones y transformarlas en palabra y música.

¿Qué papel tienen las emociones y el territorio en su música?

— Hay temas como 'Donde estabas' que son manifiestos emocionales, que van desde dentro hacia fuera, y otros que están muy conectados con mi tierra, como 'Mi tierra'. Y después hay canciones, como 'A SAL', que tienen una energía más festiva. No parten tanto de una crisis de identidad como de una celebración del origen, del pueblo, del colectivo.

Venid del mundo del teatro físico, la investigación escénica y la danza. ¿Hay que esperar a un directo performativo?

— Son bastante escénicos. Aunque las canciones sostienen la estructura, entre tema y tema hay mucho teatro y puesta en escena. Me interesa romper la barrera entre artista y público, hacer que todo el mundo pueda bailar y cantar, aunque no lo haga "bien". Busco horizontalizar el espacio y crear una comunión colectiva. Recuperar valores antiguos, compartir memorias, duelos y amores. El proyecto propone una conexión con la infancia perdida, con lo esencial.

¿Está contenta con el recibimiento del proyecto de Bewis de la Rosa?

— Mucho. No me esperaba que el proyecto tuviera tanto recorrido. Hemos estado tres años de gira y ha crecido mucho. Las artes escénicas tienen un punto de reciprocidad: puedes ponerle tu amor y tu necesidad comunicativa, pero si no hay un receptor que lo acoja, el proyecto no evoluciona igual. Ha habido mucha gente que ha abrazado el proyecto, que le ha hecho suyo y que le ha dado valor. Y esto lo agradeceré siempre. Éste feedback ha hecho que el proyecto pudiera crecer con coherencia y sentido, y que pudiera cerrar el círculo de comunicación.

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