En verano, tenga lista las luces de Navidad
Vivimos días en los que casi todo se convierte en una bandera ideológica, y el alumbrado de Navidad no podía ser una excepción


PalmaYa hace bastantes años que Loterías y Apuestas del Estado, empresa pública, empezó a vender décimos del sorteo de Navidad en pleno mes de julio. Este año ha sido distinto: se han empezado a vender el 30 de junio. Cada vez hay más ansiedad y hay que ir más rápido a poner en circulación las apuestas para lo que todavía es el máximo sueño de muchos súbditos del Reino de España: que les toque el Gordo de Navidad. En este sentido se puede comparar en la Liga de Fútbol, que de cada año hace las vacaciones más cortas y vuelve a empezar más pronto. Tanto el Gordo de Navidad como la Liga de Fútbol son dos grandes ilusiones para mucha gente; para muchos, quizás las principales ilusiones, quién sabe si las únicas. Esto hace que sea importante mantenerlas puestas en marcha mucho tiempo, dar a la gente su oportunidad de soñar. Preguntarse qué harían si les tocara un premio de los gordos, o quizás sólo una pizca, pero de varias decenas de miles de euros. Preguntarse si su futbolista preferido marcará muchos goles este año, si las lesiones respetarán a su equipo (lo dicen así, si las lesiones respetarán al equipo), y sobre todo y más importante que ninguna otra cosa, si al adversario le irán las cosas mal, y si es posible, terriblemente mal. Son las ilusiones de la buena gente y es necesario, en serio, que estén encendidas tanto tiempo como sea posible durante el año. De ello depende la estabilidad emocional y psicológica de muchas personas, y también, digámoslo todo, inmensos negocios que generan cantidades impresionantes de dinero.
Las luces de Navidad tienen relación directa con el sorteo de Navidad, e indirecta con la Liga de Fútbol. Vivimos días en los que casi todo se convierte en una bandera ideológica, y el alumbrado de Navidad no podía ser una excepción. Abrieron camino dos personajes ciertamente luminosos de la derecha española: los señores Abel Caballero, alcalde de Vigo de hace dieciocho años, y Xavier Garcia-Albiol, que en distintas legislaturas suma aproximadamente ocho años como alcalde de Badalona. Caballero fue el primero en ponerse, pero al cabo de un tiempo Garcia-Albiol decidió competir con él para ver cuál de las dos ciudades, si la gallega o la catalana, tendrían el árbol de Navidad más alto y más espectacular de España. O del mundo, pero en el imaginario de estos dos estrategas el mundo es España, ya la inversa.
En paralelo sucedió otra cosa: cogió bastante (no bastante aún, como es evidente) la alerta climática, o la preocupación por el cambio climático. Las reacciones a la evidencia de que la especie humana necesita reconducir su relación con el entorno natural son de mucho tipo, pero una muy extendida, sobre todo en sociedades atrasadas, es un negacionismo recalcitrante que se emparenta en el tiempo con los que se negaban a admitir la rotación de la Tierra alrededor del Sol. Cierta derecha (que no es la misma en todas partes, pero sí coincide bastante de lleno con la que tenemos aquí) decidió que la alerta climática formaba parte de la dictadura progre, o woke, que ven por todas partes, y de su pensamiento único. Y se pusieron a desarrollar discursos (pocos) y acciones (algunas más) para combatir con las ideologías que a su juicio pretenden poner fin a sus libertades.
Tudadizas masivas de fluido eléctrico
Entre estas acciones, las tudadizas masivas de fluido eléctrico son de las más vistosas y más celebradas por sus autores. Si los dictadores de la progresía, acompañados de los insufribles científicos que por el motivo que sea disfruten de darnos pena con sus avisos, recomiendan la moderación en el consumo eléctrico, entonces la respuesta es el derroche de electricidad al por mayor y sin mirar delgado. Y qué mejor que hacerlo con la excusa de la celebración navideña, que el imaginario tradicional lleva asociado a un falso buenismo (es curioso, pero tanto como critican el supuesto buenismo de la izquierda, la derecha va llena de buenismos: el buenismo de la familia, el de la empresa, el de los cuerpos y fuerzas de seguridad, el de la monarquía que siempre llevan allí mismo: que la gente se gaste todo lo que tiene por la campaña de Navidad, la que cobra paga extra y la que no cobra. El alumbrado en las calles, pagado con dinero público, es uno de los estímulos principales de las compras compulsivas navideñas. Por eso hay que tenerlos puestos ya en julio. No fuera que la ilusión se desvaneciese.