Cooperativismo

Terranostra, un supermercado contra el sistema

El verano de 2026 hará cinco años que abrió el único establecimiento cooperativo mallorquín, que se sustenta gracias a la dedicación y aportación de los socios

Palma"Es fundamental entender que, si queremos mejorar la sociedad, deberemos implicarnos en la construcción de alternativas económicas". Quien habla es el presidente de Mercado Social Illes Balears, Jordi López. Implicarse significa no sólo hacer una reflexión sobre el consumo que ejercemos, sino también participar en empresas colectivas que apuesten por otra forma de hacer. De ahí la importancia de un pequeño gran negocio como Terranostra, el único supermercado cooperativo mallorquín, que va más allá de ser simplemente un establecimiento comercial: buena parte de sus 600 socios trabajan en el establecimiento dos horas y media al mes y, además, entre todos toman las decisiones que afectan a la cooperativa.

Defender el producto local, el territorio y la dedicación de los agricultores, así como tomar conciencia de que el consumo es determinante para el funcionamiento del mundo son dos de los motores que impulsaron la creación de Terranostra, que abrió sus puertas después de años de trabajo asambleario para poner las bases del proyecto que, además de los socios, tiene dos personas. Durante estos años, la empresa ha demostrado su viabilidad económica y ya no tiene pérdidas: han aumentado las ventas y el número de socios y se han consolidado las relaciones con unos setenta proveedores locales.

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"Nuestro objetivo no es simplemente vender, sino hacer una gran compra colectiva entre todos los socios", explica Lluís Ysasi, uno de los dos trabajadores contratados en Terranostra. De hecho, existe una comisión de productos y productores que se encarga de decidir al respecto –también hay comisiones de investigación de nuevos productos y proveedores, de intercooperación, de comunicación y de acogida de los nuevos socios, además de una asamblea de coordinación. "El trabajo de los asociados hace que el proyecto sea muy especial, hace que sientas realmente que el supermercado es tuyo: encuentras a gente, cuidas el espacio y el producto, puedes opinar y proponer. Si lo vives así, es mucho más directo", señala Marta Pizarro, una de las socias de Terranostra y miembro del grupo que se encarga de las compras.

El producto local es prioritario y también es importante que sea ecológico y que se puedan minimizar los envases. En cuanto al coste, una de las directrices de la cooperativa es no negociar precios a la baja con los productores. "Con el producto fresco nunca negociamos. Tener contacto directo con los productores da elementos para entenderlo", remarca Pizarro. Los socios garantizan una base de compradores constantes y la relación con sus proveedores es de confianza. "Intentamos poner cara a los productores, transmitir quienes están detrás de los alimentos", continúa Ysasi, y explica que es muy importante la labor de formación y sensibilización de la cooperativa.

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"Colaborar con una iniciativa como Terranostra es muy importante para nosotros", dice el gerente de la cooperativa Labradores Ecológicos de Mallorca (PEM), Xavier Ballester, quien destaca la importancia de que los consumidores "valoren el producto y estén dispuestos a pagar lo que vale, no lo que las grandes superficies han decidido que vale". "Se trata de cobrar un precio justo, no que los campesinos y Terranostra se enriquezcan", continúa. Ballester remarca una cuestión tan básica como importante: "Los campesinos tienen derecho a ganarse la vida dignamente". "En las grandes superficies prevalecen las cuentas de resultados y no valoran lo que la agricultura ecológica lleva detrás", añade.

Otra forma de hacer economía

Iniciativas de la economía social que funcionan, como Terranostra, demuestran que las cosas se pueden hacer de otra forma, más allá de la búsqueda constante de incrementar los márgenes de beneficios empresariales. "Hemos normalizado que el leitmotiv sea ​​la máxima rentabilidad. Pero si la empresa es más democrática, cubre necesidades, servicios y cuidados, y puede pagar sueldos dignos sin tener grandes beneficios por acumular, muchas más serían viables", explica el profesor de Sociología de la UIB David Abril. "Son cosas reales y muchas funcionan bien y crecen sin ningún tipo de apoyo institucional", dice, además de remarcar la importancia que el Baleares. "Todo el mundo se llena la boca con el cambio de modelo, pero, para hacerlo, tienes que hacer palanca", añade. como Inca, la economía social ya genera más del 12% de la riqueza y representa casi el 14% de los asalariados, según un reciente estudio de la Fundación Intercoopera "BK_SLT_LNA". Debemos pensar alternativas sostenibles, porque pueden ser rentables", dice por su parte Ysasi. En el caso de Terranostra, al ser una entidad sin ánimo de lucro, los beneficios deben reinvertirse en la propia cooperativa, mejorando sus instalaciones o abaratando sus precios. "Bot_SLT_LNA~ El cooperativismo. que nuestros campesinos reciban un precio justo y de algún modo les liberamos de tareas que individualmente son muy costosas, como la comercialización y la logística", añade.

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Sea como fuere, la dimensión de las empresas de la economía social, va más allá del ámbito económico. "Tienen una vertiente comunitaria y de militancia", surge de la sociedad civil para dar respuestas que no se han cubierto ni desde lo público, ni desde lo privado. Los supermercados son un ejemplo, pero las cosas van más allá, con la banca ética, la energía renovable y el cooperativismo de consumo", subraya. Puede que un pequeño supermercado no cambie el mundo, pero sí puede mejorar la vida de las personas y de sus barriadas. "Compramos cada día. Es importante dónde lo haces y si lo haces con criterio", sentencia Marta Pizarro.

El mercado ecológico y payés de palma, el más importante del Estado

El Mercado Ecológico de Palma es el único campesino y 100% ecológico de Baleares. Según la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE), este mercado es el más importante del Estado en lo que se refiere al número de paradas y la frecuencia. El proyecto, que empezó hace quince años y que cada martes y sábado se instala en la plaza dels Patins, vive un momento de crecimiento, al tiempo que mantiene su esencia: una clientela fiel, productores y productos únicamente locales y ecológicos, y una relación entre compradores y vendedores más parecida a la de los amigos o familiares, que a la de los actores de una comprada. "Es un ejemplo de cómo un mercado puede vivir en una ciudad y cuidar forávila y los productos locales y ecológicos", remarca Marialaura Dolfi, de Apaema.