La ruta migratoria entre Argelia y Baleares, la más larga y más peligrosa
En los últimos cinco años, ha habido grandes transformaciones: llegan más mujeres y menores, en peores embarcaciones y vienen de más lejos

PalmaLa ruta migratoria entre las costas argelinas y Baleares está en constante transformación. Más allá del aumento de llegadas en el último lustro, también ha crecido la peligrosidad de la travesía; ha cambiado el perfil de las personas que llegan, los motivos que les empujan y la respuesta de las autoridades. Lo que empezó en el 2018 como un goteo puntual de personas que atravesaban de un país vecino a otro, ahora se ha convertido en una ruta establecida, una de las más importantes del Mediterráneo, a través de la que salen personas que su camino comienza a miles de kilómetros de nuestras costas.
En los primeros años, las personas que llegaban a Baleares eran mayoritariamente población de Argelia, hombres y normalmente jóvenes. Se trataba de una ruta que sobre todo servía de escapatoria a la frustración que viven muchos de los jóvenes del país, a la falta de oportunidades y libertades. Un momento, en el 2019, en el que el país magrebí también vivía un aumento de las movilizaciones, el conocido como Hirak (que significa 'movimiento' en árabe). Unas protestas que el viernes tras el viernes congregaba a miles de manifestantes que pedían a sus dirigentes que dieran un paso al lado y se abriera una transición democrática. Esta movilización fue acompañada de una importante represión, especialmente coincidiendo con el período de coronavirus.
"Durante la pandemia (2020) la ruta estaba muy activa, sobre todo después de las protestas. Salían muchas familias. Especialmente de la zona oeste del país hacia la Península", explica Helena Maleno, fundadora del colectivo Caminando Fronteras. Ahora bien, relata que con el tiempo fue cambiando el perfil, empezaron a detectar un aumento de niños y sobre todo de salidas de la zona de Argel, que es el punto habitual de partida hacia Baleares. "A partir de 2023 se consolida más la ruta Balear. Lo hacen con embarcaciones en peores condiciones, también comienzan a aparecer otros perfiles que llegan de otros países del continente africano", relata.
Más llegadas
Hace dos años se empezó a normalizar la llegada de personas que provienen de África occidental (Mali, Guinea, Gambia, entre otros), a las que estos últimos meses se han sumado otras que vienen del otro extremo del continente, de Somalia, Sudán y Sudán del Sur. "Seguimos encontrando mucha infancia, adolescentes y mujeres que creen", detalla Maleno. Según un informe de Caminando Fronteras, el pasado año, el 40% de las personas que salían de Argelia no eran originarias de este país magrebí; este año, este porcentaje ya ha superado el 50%. Esta transformación y cambio de perfil se debe también al aumento de la represión, intercepción de pateras y deportaciones a partir de 2023 hacia la población migrante en Túnez y Libia, por donde habitualmente intentaban el trayecto.
El aumento ha supuesto también la necesidad de habilitar espacios en Baleares para acoger a las personas que llegan. "El cambio de tendencia ha obligado a habilitar nuevas infraestructuras y recursos", explican fuentes de la Delegación del gobierno español. En 2021 se habilitó el antiguo cuartel de Son Tous en Palma como ampliación de las dependencias policiales en los momentos que necesitan más espacio. Actualmente, también se está trabajando para crear dos zonas de acogida a las personas vulnerables en las dependencias de la Autoridad Portuaria de Palma e Ibiza. Se trata de recintos con casas modulares donde las personas pueden pasar el anochecer mientras esperan ser trasladados en ferry a la Península. Diferentes organizaciones han denunciado que algunas de las personas, entre ellas mujeres, han tenido que pasar la noche en la calle este verano antes de embarcar.
Perfiles más vulnerables
El origen de las personas que llegan a Baleares ha cambiado, también el motivo por el que llegan. Estos últimos meses ha subido el número de personas que escapan de un conflicto o de una persecución, que es la diferencia que jurídicamente distingue a una persona migrante de una refugiada. Se ha evidenciado sobre todo con la llegada, a partir de finales del año pasado, de personas desde Somalia, un país en el cuerno de África, a casi 6.000 kilómetros de Baleares. Una ruta que puede suponer entre uno y tres años de camino, violencia y extorsión por parte de las mafias.
"Gran parte de las llegadas reflejan perfiles con necesidades de protección internacional, en un contexto marcado por la difícil situación en los países de origen. Muchas de estas personas se ven forzadas a huir a causa de la violencia, la persecución y el conflicto", explica Paula Barrachina, portavoz de la agencia de la ONU para los Ref. También han detectado a personas originarias de Mali y Burkina Faso, entre otras.
Según precisan fuentes de la Delegación del gobierno, muchas de estas personas son acogidas a través del sistema humanitario que habilita al ejecutivo central a través de Cruz Roja. En Baleares reciben una primera asistencia antes de viajar a la Península donde son acogidos en distintos centros gestionados por organizaciones humanitarias. "En Mallorca sólo hay un centro de 44 plazas y suele estar lleno. Una vez en la Península los equipos jurídicos de las entidades sí llevan a cabo todo el proceso para que las personas puedan solicitar el asilo", explica Lidia Hernández, Coordinadora Estatal de Acción Humanitaria de Comité Español de Ayuda al Refugiado (CEAR). Relata que son personas que han sufrido violencia, tanto en su país como durante el periplo para llegar a Baleares, como tortura o violencia sexual.
Cada vez más peligrosa
La ruta Balear es la más peligrosa de todas las que salen de Argelia, la más larga y una en las que encontramos más desapariciones y muertes. En los últimos cinco años también se ha observado cómo las embarcaciones que utilizaban se han ido precarizando, son de peor calidad y también ha aumentado la media de personas por patera: si en los inicios era difícil encontrar a más de quince personas por barca, actualmente podemos encontrar alguna con casi el doble de ocupantes. Precisamente, en muchas ocasiones, son las pateras en las que viajan los migrantes no argelinos que van más cargadas.
Según la Organización Internacional por las Migraciones (OIM), Argelia representó el mayor número de muertes registradas en la zona oeste del Mediterráneo. Un total de 288 el año pasado, "debido a una serie de naufragios mortales, a menudo invisibles, frente a Boumerdes, Dellys, Tipaza y Orán, así como numerosas desapariciones vinculadas a intentos de llegar a las Islas Baleares o Almería". A estas cifras, hay que sumar a las personas que perdieron la vida ya en aguas españolas.
Según la ONG Caminando Fronteras, la cifra es de 517 personas que han perdido la vida intentando llegar a Baleares o la Península. Cuentan que este año, la ruta argelina acumula ya 328 víctimas, la "mayoría", precisan, tenían previsto llegar a Baleares.
Este año también han aumentado el número de cadáveres que han llegado a las costas. Según explican fuentes de la ONG, esto permite inferir que algunos de los naufragios se produjeron relativamente cerca del litoral: "Plantea interrogantes urgentes de responder sobre las razones por las que no se detectaron ni se buscaron a estas personas a tiempo, pese a las alertas recibidas".
"Que estén llegando somalíes a Baleares es muy grave, evidencia la difícil situación que viven y la falta de vías más cercanas para escapar de la violencia y la falta de recursos", cuenta Josep Maria Royo, investigador de la Escuela de Cultura de Paz de la UAB. El país del cuerno de África arrastra más de treinta años de conflicto, con intervenciones internacionales que han terminado en fracaso y un país que "sigue en un proceso de construcción y vertebración".
"Uno de los principales motivos de la violencia es la presencia del grupo armado Al-Shabab, que mantiene una guerra con el gobierno federal, pero que también ha intensificado durante la última década los ataques indiscriminados contra población civil. El otro gran foco de preocupación es el fuerte impacto del cambio climático, tanto por sequías extremas como inundaciones. Un cuarto de la población, un cuarto de la población, un cuarto de la población de inseguridad alimentaria y casi 7 millones necesitan ayuda humanitaria", explica Royo.
Todo ello ha producido que haya 4 millones de desplazados internos, la mayoría mujeres y menores, que son, precisamente, quienes más sufren, sea por la violencia sexual, matrimonios forzados o el reclutamiento de jóvenes por parte de los grupos armados. Somalia, vive, además, rodeado de conflictos, como la guerra en Sudán, Sudán del Sur y Yemen.