Territorio

Las Islas engullen territorio: crece un 65% el suelo artificial

Un estudio basado en el análisis europeo de los usos del territorio confirma que Baleares ha desbocado la transformación de la tierra en los últimos 30 años. Los expertos advierten del proceso de degradación que vive ahora el campo

21/12/2025

PalmaLa artificialización del territorio de Baleares ha aumentado un 65% en menos de 30 años (1990-2018). Ésta es una de las conclusiones más contundentes que se desprenden del análisis de los datos del sistema europeo que sigue la evolución de los usos del suelo, el Corine Land Cover, realizado por la geógrafa Marta Pieras. Según el especialista, las cifras retratan "una situación de consumo de territorio desbocado que refleja un modelo muy preocupante". Entre 1990 y 2018, la superficie ocupada por zonas urbanas, infraestructuras y áreas vinculadas a la actividad turística ha crecido de forma sostenida, mientras que los cultivos y el paisaje se desvanecen a marchas forzadas, según el mismo análisis.

El Corine Land Cover es un proyecto que coordina la Agencia Europea del Medio Ambiente y que clasifica el territorio en grandes categorías según su uso: zonas artificiales, agrícolas, forestales y húmedas, y masas de agua. En el caso de las Islas, el aumento desorbitado de la transformación y conversión en un territorio cada vez más artificial se completa y se suma al abandono de los cultivos, que ha aumentado un 12% en los últimos 30 años. Los expertos consideran que buena parte de esta pérdida de la actividad agraria se compensa con el incremento de la masa forestal, si bien "también existe un proceso enorme de urbanización del campo, y no siempre se recoge en el modelo. De esta forma, es posible que, en realidad, la transformación del territorio todavía haya sido mayor en los últimos 30 años", confirma Marta Pieras.

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El catedrático de Geografía de la UIB Macià Blázquez coincide con esa visión. Según este experto, uno de los aspectos más preocupantes es precisamente la degradación de los espacios rurales, principalmente en Mallorca y en Menorca. "Es un proceso lento y sostenido. Se compran los terrenos, se parcelan y se van haciendo chalés. Después, se hace una piscina, pistas de tenis... todo lo que vendría a ser una conversión del campo en un territorio urbano- Como aquellas imágenes hacer tostadas", explica Blázquez, y asegura que "esto es una artificialización completa". "Por mucho que a algunos urbanitas pueda parecerles auténtico, lo que se hace es urbanizar y alejar el campo de su función, que es producir paisaje y alimentos", concluye.

Un 88% más de gente

Esta transformación de la tierra se produce en paralelo a las evoluciones demográficas más intensas que han experimentado Baleares. Las Islas han pasado de los 655.000 habitantes en 1981 a los más de 1,2 millones en 2024, lo que supone un aumento cercano al 88%. En el caso de las Pitiusas, Ibiza ha visto cómo su población crecía un 157% y Formentera, un 170% en cuatro décadas. "El problema principal es que hemos convertido este consumo de territorio en un modelo económico. Vivimos de capolar el territorio, y eso tiene consecuencias en todos los ámbitos", explica la portavoz del GEN-GOB, Neus Prats, quien recuerda que "no hay agua, o debe fabricarse, y contaminar cada vez más". "Debemos enviar los residuos a Mallorca para que no caben, y hemos perdido para siempre espacios naturales de altísimo valor. Es bien hora de que las autoridades se tomen en serio la situación porque nos lo estamos cargando todo", denuncia.

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Uno de los procesos que se esconden detrás de estas cifras de artificialización del territorio es el que algunos expertos han calificado de "acaparamiento verde", apunta Macià Blázquez, y advierte que "durante años las movilizaciones ciudadanas eran para detener una gran urbanización en la costa e, incluso". "Eran proyectos enormes, de muchos chalets, que con el tiempo se detuvieron para ser insostenibles. Pero ahora ha venido una segunda hornada, básicamente promovida por personas de alto poder adquisitivo, que compran en el interior de las Islas, en el mundo rural. Se hacen pasar por campesinos, se sacan una autorización de agricultor preferente, montón das cuenta, es un espacio de ocio que poco o nada tiene que ver con el campo", añade.

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Este sistema de entrada en el mundo rural es un "goteo contra el que no actúa ninguna administración, porque en el fondo en la mayoría de casos la ley lo permite", critica Blázquez. "La parcela mínima, con la excepción de Menorca, es de 14.000 metros en rústico, y hoy en día hay codazos para conseguir una y urbanizarla. No hay ningún debate sobre aumentar los metros cuadrados necesarios para construir en rústico, ni siquiera en los municipios gobernados por partidos progresistas." Hemos retrocedido.

El Colegio de Arquitectos de las Islas Baleares (COAIB) ha advertido en diferentes ocasiones de la importancia de "preservar el suelo rústico" como último bastión territorial, más aún en un momento en que el aumento de población ha hecho que los actuales gobernantes busquen en estos terrenos una opción para hacer fincas de piso. más", remarcó el decano de Mallorca del COAIB, Joan Cerdà, cuando se aprobó por ley esta opción.

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El trasfondo de todo es un modelo económico que necesita continuar construyendo para dar trabajo a la población que hoy en día reside en las Islas. El sector hotelero alzó la voz cuando la ley agraria, ahora mismo en proyecto, incluyó la posibilidad de meter a turistas en el campo. Pero la realidad es que el consenso teórico no se traduce en nuevas fórmulas que planteen alternativas y permitan detener "el engullidor de territorio que es el sistema actual", espeta Macià Blázquez.

El Foro de la Sociedad Civil, que aglutina a entidades preocupadas por el futuro social y ambiental de las Islas, considera que "la transición del modelo económico basado en el turismo y la construcción hacia uno más diversificado no se está cumpliendo". Así lo ha señalado en más de una ocasión su portavoz, Jaume Garau, quien recuerda que se está perpetuando la presión sobre el territorio y los recursos naturales "sin generar beneficios sociales ni económicos equilibrados". Aunque en los últimos años el turismo ha perdido algo de peso en el conjunto de la economía, "ni el sector agrario ni la industria muestran indicadores que permitan pensar que se puede combatir la excesiva dependencia no sólo del turismo, sino sobre todo de la construcción inmobiliaria", se remarca en un reciente informe del Fórum.

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Otras voces reclaman que, para cambiar una manera de vivir orientada al binomio cemento y turismo, hay que apostar de verdad por la investigación. Un territorio que en 2024 recibió 18,7 millones de turistas sólo ha invertido un 0,48% de su PIB en investigación y desarrollo (I+D). "Somos prisioneros de un patrón de crecimiento económico mucho más intensivo en recursos naturales y mano de obra. Necesitamos hacer la transición", subraya el catedrático de Economía Antoni Riera.