Energía

Interconexiones submarinas que respetan el mar que las acoge

Los enlaces que envían energía a las Islas se proyectan a partir de estudios previos del ámbito marino, que analizan desde las características del fondo, a las comunidades biológicas o la actividad pesquera en todo su recorrido para asegurar la alternativa más adaptada al entorno marino

Red Eléctrica

PalmaHoy, las Islas Baleares están conectadas entre sí y con la Península por interconexiones eléctricas submarinas, lo que ha supuesto un bote gigante en la garantía y seguridad del suministro eléctrico en nuestras Islas y que, a su vez, es clave en la transición energética porque los enlaces nos hacen llegar energía que es mayoritariamente de origen renovable.

Éste es el presente: las actuales interconexiones en servicio (los enlaces Península-Mallorca, Mallorca-Menorca, Mallorca-Ibiza e Ibiza-Formentera), junto con la producción renovable local, nos permiten avanzar hacia un modelo que, progresivamente, va dejando las energías fósiles.

El futuro, a corto plazo, consolidará este camino emprendido con un segundo enlace con la Península –ya en tramitación– y una nueva interconexión entre Mallorca y Menorca, dos nuevos enlaces que reforzarán –junto a otros elementos de la red de transporte de energía como las baterías en construcción en Menorca e Ibiza– los beneficios de seguridad y ahorro económico y de emisión de CO2 (hasta/2009).

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Pero vamos un poco más atrás. Unos años antes del presente de las interconexiones actuales y de ese futuro en el que ya hace tiempo que se trabaja. Red Eléctrica, la empresa de Redeia responsable de la operación y transporte del sistema eléctrico español, es quien proyecta estas infraestructuras, quien dirige su construcción y quien las pone en servicio, opera y mantiene.

Mucho antes de la redacción del proyecto de cada interconexión submarina –y evidentemente, del inicio de la tramitación–, Red Eléctrica estudia palmo a palmo el ámbito –tanto en tierra como en el mar– en el que deberá instalarse esta infraestructura.

El objetivo es claro: un conocimiento detallado que permita amparar el proyecto más respetuoso con el entorno y que, a su vez, garantice la integridad y seguridad –la viabilidad técnica–, de una infraestructura tan importante y compleja como es una interconexión que recorre kilómetros de mar transportando energía. El planteamiento es rotundo: la mejor alternativa será siempre aquella en la que el impacto sea el menor posible y que permita corregir o compensar el mínimo que se pueda producir con la adopción de todas las medidas pertinentes en la ejecución de la obra.

Los proyectos de las interconexiones eléctricas submarinas necesitan siempre, para arrancar, disponer de los resultados de estudios en el ámbito terrestre y marino. La información que den estos estudios es la que fundamenta las distintas alternativas que se plantearán para acabar concretando –en un proceso en el que también resulta esencial el diálogo con las instituciones y los ciudadanos de la zona donde se desarrollará la infraestructura– la mejor alternativa desde todos los rasgos: medioambiental, técnico, social y normativo.

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En el ámbito terrestre, se hace un diagnóstico territorial y se llevan a cabo trabajos de campo para completar el inventario ambiental en el que se fundamentará el Estudio de Impacto Ambiental que acompañará al proyecto. Esta fase previa en la parte terrestre tal vez no difiere demasiado de la de otros tipos de proyecto, aunque la transición de mar a tierra del enlace exige atender cuestiones específicas de gran complejidad técnica.

Es, sin duda, en la parte marina donde estos estudios previos (que también son clave para el EIA) tienen un mayor alcance y son muy específicos para este tipo de infraestructuras.

Se llevan a cabo dos tipos de estudios. En primer lugar, una campaña marina ambiental que se desarrolla en aguas menos profundas. Y posteriormente se realiza el muestreo de detalle, que incorpora todo el ámbito del proyecto, incluidas las aguas más profundas.

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Para el futuro segundo enlace entre la Península y las Islas Baleares –proyecto que ya dispone de un trazado terrestre de consenso concretado el pasado mes de julio y que tiene entrada en tierra desde el mar por la zona de la Herradura, en Alcudia–, en los años 2019-2020 ya se puso en marcha el mar de la interconexión de Castellón hasta su aterrizaje en Mallorca, en el que se llegaron a estudiar -en función de los datos obtenidos- hasta 13 alternativas de llegada de la interconexión.

Hay que decir también que respecto al futuro segundo enlace entre Mallorca y Menorca, Red Eléctrica inició sus estudios en diciembre de 2021 (en la parte terrestre) y en el mar, en marzo de 2022, y hoy ya están completados, de forma que se podrá acelerar el proyecto cuando sea incluido en la planificación energética por parte del gobierno del estado.

¿Y qué es lo que se analiza en cada uno de estos estudios previos?

La campaña ambiental marina incluye estudios del fondo marino (topo-batimetría, morfología, pendientes.); metoceánicos (análisis de corrientes, régimen de oleaje, dinámica litoral) y de calidad del agua, así como de caracterización granulométrica y química de los sedimentos marinos.

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También se lleva a cabo un amplio estudio de biocenosis, por el que se identifican y localizan las diferentes comunidades biológicas marinas existentes en el ámbito de estudio (Posidonia oceánica, Cimodocea, arrecifes de coral, cetáceos, tortugas marinas, entre otros). Se analiza igualmente, la existencia de caladeros de pesca (tipo de embarcaciones que pescan, frecuencia de trabajo, artes que emplean) y se identifican los puntos de fondeo.

Se realiza igualmente un estudio sobre patrimonio arqueológico submarino, mediante el análisis previo de las cartas arqueológicas marinas, así como a través de inmersiones y prospecciones durante el proceso de estudio.

Los datos lanzados por todos estos estudios son procesados y sirven de referencia para abordar la segunda parte de la fase de análisis y caracterización ambiental marina.

La campaña de detalle técnico que sigue repite algunos de los estudios ya realizados en la fase anterior, pero en este caso se acometen en la zona más profunda (por ejemplo, campaña geofísica/geotécnica, estudio de las corrientes, oleaje y de los sedimentos, entre otros). Además, esta segunda campaña incorpora nuevos análisis y estudios como la detección de artefactos explosivos y la evaluación detallada de características físicas del fondo, condiciones y riesgos para el soterramiento del cable (profundidad, tipo de protección óptima, existencia de corrientes marinas, entre otros aspectos). También se realizan estudios sobre otras infraestructuras existentes en todo el recorrido, como otros enlaces, por ejemplo de telecomunicaciones y canalizaciones de gas.

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La Herradura, la opción con una afección casi nula en la posidonia

Los estudios previos al proyecto del segundo enlace entre la Península y las Islas Baleares (a los que responde el gráfico) aportaron la información necesaria para proyectar su recorrido por mar, hasta 392,15 kilómetros desde Castellón hasta la costa norte de Mallorca.

Todos los datos obtenidos fueron clave para valorar hasta 13 alternativas de entrada del enlace del mar al suelo, que analizaron su afectación al medio marino y hacían comparativas entre ellas, concretando la interacción de cada una con los elementos del entorno. Entre estas 13 alternativas (aportadas algunas por Red Eléctrica, otras por instituciones y también por vecindarios), las diferencias de la finalmente decidida –aterrizaje desde el mar por la zona de la Herradura– eran muy significativas y se fundamenta su elección. Así, por ejemplo, la afección a la posidonia es prácticamente nula, la más baja de todas las alternativas, 893 metros frente a otras que alcanzaban los 18.000 metros afectados.