Hito a hito

El faro de la Mola, sobre el extremo rellano y el duro riscal

Itinerario por el extremo oriental de la pequeña isla de Formentera que nos lleva a sentir la fuerza del paisaje y de su historia

La ruta
Joan Carles Palos
01/08/2025
5 min

PalmaCuando hablamos de faros, nos referimos implícitamente a aquellas personas que a menudo desde puntos lejanos y aislados de todo contacto humano se ofrecían a ser los 'ojos de la noche' de quienes surcaban el mar. Una historia pequeña, hecha del quehacer diario, silente y disciplinado, que ha trascendido en forma de leyendas y anécdotas curiosas. Éste es el caso de uno de los encargados del faro de la Mola, en activo desde 1861. Corría en 1944, a finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando el farero rescató al piloto de un avión alemán que había caído a unas dos millas del faro. Le dio alimento, ropa y cobijo. Al día siguiente fue llevado a la base de hidroaviones que entonces existía en el Estany Pudent, desde donde fue repatriado. Por estos hechos, el gobierno alemán de entonces entregó a este farero un diploma y mil pesetas como recompensa a su labor de rescate. (fuente: farsdebalears.com)

El faro de la Mola, llamado también el faro de Formentera, es una obra emblemática del ingeniero Emili Pou Bonet que se sitúa a 118 metros de altitud ante el inmenso Mediterráneo. Cerca del faro, encontramos el monumento al escritor francés Juli Verne (1828-1905), plantado con motivo del 150 aniversario de su nacimiento. No está documentada su visita a Baleares. Probablemente no las visitó nunca, a pesar de la fuerte amistad que mantenía con el Archiduque Luis Salvador, a quien había conocido el verano de 1884 en Venecia. Sea como fuere, La isla misteriosa (1875), Héctor Servadac (1877) o El faro del fin del mundo (1901) parecen tener, tal y como señala Nicolás J. Moragues en su libro Juli Verne y las Islas Baleares (Edicions Talaiots, 2015), una inspiración clara y directa en la geografía y patrimonio de Formentera a través de la lectura del Die Balearen del Archiduque.

La ruta

[00 min] Antes de iniciar la caminata, desde la misma parada de bus (L-2), que cubre la línea entre el puerto de la Savina y el faro de la Mola, podemos realizar una visita a la iglesia del Pilar, del siglo XVIII. Construida por los pobladores de la Mola, fue dedicada a la Virgen del Pilar por el primer obispo de Ibiza, el aragonés Manuel Abad y Lasierra, el día 11 de mayo de 1784. Hasta entonces, todos los servicios religiosos se realizaban en San Francisco Javier. A pocos metros de la iglesia, en dirección al faro, encontramos a la izquierda la calle del Monasterio de Santa Maria, que pronto se bifurca. A la izquierda, el camino de Les Creus, ya la derecha, el camino del Monasterio, de tierra y entre paredes. Continuamos nuestra caminata por éste último.

La cueva Grossa, cerca de la punta de Estrips, un espacio desde el que mejor se capta toda la magia del entorno.

Alineados junto al camino [05 min], un aljibe de planta rectangular con un cuello de cisterna bien encalado, a la izquierda, y una higuera estalonada, a la derecha, perteneciente a Can Vicenç Miquelet. De ahora en adelante nos viene una tirada recta y bien encaramada a gregal, la cual nos llevará hasta los pinares que fronterizan con el Monasterio. Después de chocar un cruce importante, continuamos de pie y poco después la mencionada posesión, que encontramos a la derecha del camino [20 min]. El topónimo del Monasterio parece venir de un antiguo cenobio agustino, ubicado en este lugar en los siglos XIII y XIV. Los documentos apuntan que Guillermo de Montgrí, uno de los magnates de la conquista de Ibiza en 1235, estableció en la Mola un grupo de frailes agustinos que abrieron con el arado las tierras de este entorno.

Por detrás de las casas, hacia gregal, nace un camino que apunta directo hacia el mar. Primero avanza paralelo a una pared hecha de ladrillos, mientras atraviesa un espeso pinar. Después de un portillo sin barrera, bordeamos una pared seca entre viejos sementeros y avanzamos con la vista puesta sobre el acantilado que tenemos enfrente. La pared seca de deslinde, coronada con un mojón, acaba sobre la timba, sobre la cueva de Caballero [40 min]. Giramos a la derecha y rozamos por el paso y la mirada la vertiginosa cuesta. Con suaves desniveles y bellos sabinares avanzamos hacia la punta del Llençó. A medio recorrido, dejamos a la derecha Can Graziano, un chalet sin más interés. [50 min] Superamos la pared seca que se encuentra sobre la cabeza antes mencionada y, siguiendo el tiraño, penetramos un paraje forestal seguramente bien explotado en época preturística, donde encontramos incluso una dañada olla de cal. Un pequeño barranco [1 h 00 min], nos obliga a hacer una pequeña voltera interior para, a continuación, recuperar el acantilado. Nos acercamos a la punta de Estrips, de donde empieza a ser visible la cueva Grossa [1 h 15 min].

Dos espacios con encanto

Estamos en un entorno en el que podemos contemplar los restos de una antigua cantera. Poco antes de llegar, a mano izquierda, vale la pena bajar hasta la cueva Grossa, a la que se accede por un camino de carro que nace en un impresionante rincón. A continuación, pasamos por otros dos espacios de un encanto enorme y de una impresionante belleza. Se trata del rincón de la Figuera y la Xíndria. Un poco más adelante, a la altura de la punta de Les Roques, desde donde ya avistamos el faro, atravesamos el Cocó Llarg, torrente que baja vertiginoso al mar, y superamos una pared seca. El monumento a Juli Verne y, por supuesto, el faro de la Mola, nos confirman que ya hemos alcanzado el principal punto de interés de la ruta [1 h 55 min]. Momento para recordar un fragmento del poema Formentera de Marià Villangómez (Ibiza 1913-2002), incluido en el capítulo 'Entre el mar y el viento' del poemario La miranda (Ed. Moll, 1958): "Alta Mola, extremo rellano,/dura risco redonda,/donde abajo, lenta, muere la onda/arriba, recuerdo y claro,/reposa el espacio profundo;/desembarazado paraje/de un raro y ascendente viaje,/último paso a otro mundo." Unos versos que son la síntesis perfecta de la sarta de sensaciones que hemos ido acumulando a lo largo de esta primera parte de la caminata.

El itinerario de regreso al Pilar lo tenemos a la derecha, nada más empezar a caminar por la carretera (PM-820) que atraviesa la isla de punta a punta, de la Mola a la Savina. Pasado Can Toni Puig y su depósito de agua, [2 h 00 min] encontramos a la derecha el camino de las piedras que obviamos. Al siguiente carrerany, cinco minutos después, giramos a la derecha. Serpenteamos entre propiedades –Can Vicent d'en Costa Vell, Can Joan del Camp y Can Miquelet– hasta llegar a un cruce, a la altura de Can Jaume Maians [2 h 25 min]. Rodeamos a la izquierda y entre campos de cultivo en continua transformación, llegamos a Can Jaume Costabell, donde giramos a la derecha mientras saboreamos este conjunto de casas construidas siguiendo el modelo tradicional de arquitectura rural de la isla. El camino nos lleva directos a la carretera del faro, a pocos metros del Pilar de la Mola, donde cerramos circuito y damos por terminada la caminata [2 h 45 min].

Los datos

Dificultad 2 sobre 5

Distancia 11,37 km

Desnivel 183 m

Duración 2 h 45 min

Altitud máxima 147 m

Ruta circular

@Fita_a_Fita

stats