“Dijeron que yo era el patrón de la patera y me detuvieron, pero no es cierto”
El joven Aliou cumple condena en Palma, donde se ha tratado de una leucemia y ahora trabaja como cocinero


PalmaSe llama Aliou. En 2021 llegó a las Islas Canarias en una patera. Veintidós días después le detuvieron, al considerarlo el patrón de la embarcación, aunque él lo niega. Después de ser trasladado a la cárcel de Palma, le detectaron una leucemia y pasó por un trasplante de médula. Por el camino ha aprendido castellano –lo habla con un leve deje canario– y se ha sacado un título de auxiliar de cocina. Como ya le han concedido el tercer grado penitenciario, trabaja en un restaurante. Tiene solo 23 años, pero piensa que ya ha "perdido mucho tiempo": "No sé si lo podré recuperar".
"Quería venir a España, pero no en patera", dice apenado: "Como no había otra forma de llegar aquí, cogí el barco". En Senegal (en Dakar) su vida era "muy dura". "Trabajaba en un barco familiar, pero ya llevaba mucho tiempo allí y no ganaba dinero para poder vivir", explica. La necesidad le empujó a viajar a Mauritania, donde pasó dos meses esperando para meterse en una embarcación: "Había muy mala mar". Se enteró de dónde debía dirigirse por el boca oreja. "Te encuentras con paisanos, hablas con ellos, mucha gente, mucha, quería hacer ese mismo camino", explica el joven. Pagó más de 3.000 euros por el viaje: "Ahorré mucho". Lo hizo acompañado de un amigo que no está en Baleares, pero con quien todavía mantiene el contacto.
Eran 45 personas en el barco. El trayecto debía durar unos cuatro días, pero se prolongó una semana. Recuerda especialmente el frío y el viento. "La ropa que llevaba estaba mojada, y tuve que aguantar así", dice: "Te podías cambiar, pero toda la ropa estaba empapada, porque hacía mucho viento, y no había sol para secarla". Los dos últimos días se quedaron sin agua potable. "Meclábamos azúcar y agua de mar para poder beber", cuenta: "Fue muy, muy duro". Cuando llegaron les recibió Cruz Roja, y los ubicaron en un hotel. Una tarde, le detuvieron: "Habíamos salido, nos duchamos, comimos, y de repente vino la Policía". Lo llevaron al calabozo para interrogarle. "No sabía que cuando llegara me iba a pasar esto, fue un golpe", admite.
"Yo no era el patrón del barco", asegura contundente. "Como trabajaba en el mar, tenía algo de experiencia", explica. Por eso ayudó durante la navegación. Pero él, insiste, "pagó" el mismo dinero que el resto. "Había un muchacho jovencito, como yo, que siempre estaba a mi lado, y fue él quien dijo que yo era el patrón, por eso me detuvieron", lamenta. "Yo no fui", insiste.
Pese a que no puede dar detalles del proceso penal, cuenta que pidió el traslado a Palma porque tenía "algunos paisanos" aquí. En la cárcel se llevaba bien con todos. "Iba al gimnasio, a la escuela, y al final me dejaron salir [por buena conducta]". Muestra satisfecho un cinturón de cuero: "Lo hice en un taller de prisión, es un recuerdo". Entre Canarias y Palma aprendió a hablar castellano con fluidez. Entonces llegó la enfermedad.
"Cuando llevaba un mes en Palma, me encontraba muy, muy, muy débil", afirma. "Primero pensaba que era por el deporte, pero me encontraba mal incluso cuando entrenaba muy poco", prosigue. "Me cansaba, me mareaba, y fui a la enfermería, pero no me encontraban el qué", explica. En ese momento era agosto de 2023 y tenía 21 años. Finalmente, tras la intervención de una educadora social, le hospitalizaron, primero en Son Llàtzer y después en Son Espases, donde le dijeron que estaba "muy mal". "Me ponían bolsas de sangre todos los días para que cogiera fuerza", rememora. "Le pregunté al médico: '¿Por qué me ocurre esto?', pero él me dijo que no era por nada que yo hubiera hecho", dice.
El deporte, al que se ha aficionado en los últimos años, le ayudó a ganar fuerza y mantener los ánimos. Cuenta orgulloso que "el médico flipaba" al verlo tan en forma: "Mucha gente se encuentra muy mal después de la operación, pero yo el mismo día ya andaba, y no vomité". Lo dice con una sonrisa que, tal y como confirma personal sanitario que le ha atendido durante estos meses, nunca ha perdido. Aún sigue en tratamiento contra el cáncer, pero se encuentra mucho mejor. "Gracias a Dios, estoy bien, estoy bien", repite.
El futuro
Desde que tiene el tercer grado penitenciario vive en un piso gestionado por el GREC, la Pastoral Penitenciaria e Instituciones Penitenciarias con otros cuatro compañeros, bien avenidos. "Siempre estamos de broma, no discutimos", apunta. Se sacó el título de auxiliar de cocina porque siempre le ha gustado: "Mi plato favorito es Tikka Masala". Trabaja en el restaurante MarSenses y tiene planes para hacer de modelo: "Mucha gente me ha dicho que podría dedicarme a eso", explica sonriendo. Sin embargo, su principal proyecto de futuro es "mejorar en el trabajo:. "No vengo para otra cosa, vengo para mejorar mi vida".
En un momento en que el PP rechaza recibir a menores migrantes procedentes de Canarias y Vox relaciona directamente y sin datos la inmigración que llega en pateras con la delincuencia, Aliou promete que nunca ha notado actitudes racistas ni de rechazo en el tiempo que ha estado en España, y se muestra agradecido con los profesionales –especialmente los de sanitarios, los educadores, y los funcionarios de prisiones– que lo han atendido: "He aprendido el respeto, a tratar bien a la gente". "Lo he pasado muy mal, y la gente que me ha recibido me ha tratado como un hijo", concluye, y se despide para hacer la comida.