Baleares en 50 años: una postal que se desvanecerá (si las cosas no cambian)
Más población, polarización política, destrucción del territorio, dependencia del turismo y acentuación de los efectos del cambio climático, así como menos recursos y falta de vivienda. Si las tendencias actuales continúan, el panorama que afrontarán las Islas en el 2075 no es demasiado optimista
Palma¿Cómo serán Baleares en 2075? El ARA Baleares ha consultado a expertos y todos ellos lanzan un mensaje común: si no se toman medidas contundentes y de gran importancia para revertir determinadas tendencias, el panorama que se presenta en el horizonte de las Islas en 50 años no es nada optimista. Más población, dependencia del turismo, polarización política, residuos y destrucción del territorio. Menos vivienda y recursos básicos, como el agua, mientras se enfrenta a la profundización de los efectos del cambio climático. Baleares afronta una carrera contra reloj y no hay garantía si no se actúa.
Demografía
La población seguirá creciendo gracias a la importación de mano de obra
Las previsiones del INE para 2037 señalan un incremento de casi 200.000 habitantes y una población que alcanzaría los 1,5 millones de personas en Baleares. "Si continúa la misma tendencia que ahora, se superarían todas las líneas rojas", señala el catedrático emérito de Geografía Humana de la UIB, Pere Salvà. De esta forma, si el crecimiento demográfico no se estabilizara, las Islas podrían superar los dos millones de habitantes, una cifra con consecuencias difíciles de afrontar. "Se pasaría de una densidad de población de 200 a 500 habitantes por kilómetro cuadrado", prosigue. Absorber a los nuevos residentes implicaría un crecimiento en vertical, con una acumulación de edificaciones similar a lugares como Hong Kong y Singapur. El crecimiento no será vegetativo –diferencia nacimientos y defunciones– sino que seguirá alimentándose de la migración, mano de obra indispensable para el turismo. "La necesidad de agua y la generación de residuos se multiplicarían", dice, y recuerda que se trataría de una población más envejecida. "Tengo esperanzas de que la sociedad se despierte y reivindique. Espero que haya una estabilización", finaliza Salvà.
Política
Una sociedad que camina hacia una mayor polarización
"La sociedad camina hacia la polarización, con reivindicaciones individualistas y fragmentarias", apunta por su parte el politólogo Toni Fornés, quien considera factible que se pierda "la lucha global, transversal y sistemática". También advierte que, a más individualismo, mayor posibilidad de enfrentamiento social. "Es lógico pensar que el conflicto con los migrantes suba y que se vean como enemigos, causantes de los males propios", dice Fornés. La tensión será tanto con la migración poco calificada, que "genera competición en el mercado laboral", como con la migración de alto poder adquisitivo, que "tensa el mercado de la vivienda y provoca una tendencia inflacionista". Otras amenazas como el cambio climático y el desarrollo de la inteligencia artificial podrán acentuar aún más los conflictos. "La situación invita a replantear las políticas públicas", añade. Y advierte que "la extrema derecha puede erigirse como alternativa ante las injusticias del gobierno liberal y el fracaso de gestión de las fuerzas de izquierdas".
Economía
Un sistema subsidiado, que seguirá dependiendo del turismo
Si se proyecta a futuro la inercia económica actual, se llega a "una economía completamente volcada en el turismo", dice el catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra, Guillem López Casasnovas. "La economía será subsidiada, porque seguirá habiendo gente que trabaje entre seis y ocho meses al año y cobrando el paro unos cuatro meses", explica. En cuanto al turismo, "se acabará subvencionando el transporte para que la máquina funcione, no sólo el local", añade. "La idea de fijación a un punto para tener una continuidad habrá desaparecido. La gente hará toda la caja que pueda [a lo largo de la temporada] y después buscará lugares alternativos para vivir [a lo largo del paro]", señala el economista, quien remarca que esto implicará "no involucrarse en el patrimonio colectivo, como asociaciones de vecinos, de padres y políticas",. López Casasnovas reclama decisiones políticas al respecto: "Tiene que haber una planificación". "La oferta responde pensando sólo en un sector sin tener en cuenta el resto de variables, que en unas islas son importantes [como la disponibilidad de agua]". El economista recuerda que contener, mantener lo que tenemos ahora, "quiere decir que la tasa de crecimiento debe ser del 0%". "No es un éxito un crecimiento del 3%", remarca.
Territorio
Las consecuencias más perniciosas del modelo se agravarán
Las soluciones basadas en la liberalización del suelo, mucho de él en rústico, para construir "agravan las consecuencias del modelo", dice la portavoz del GOB, Margalida Ramis, quien remarca "la pérdida de suelo fértil, el empuje a la especulación y la negligencia en cuanto a la disponibilidad de recursos hídricos". Según Ramis, "la dinámica es de fuga hacia adelante", mientras que los recursos "serán de cada vez más escasos". "Es una inercia muy peligrosa, porque ya somos uno continuum urbano, una ciudad-isla", continúa. "Las políticas de atracción demográfica" para tener mano de obra pondrán aún más en peligro un territorio que ya está colonizado por el turismo. A esto habrá que añadir el consumo de suelo que habrá provocado la expansión de las instalaciones de parques fotovoltaicos. "Es una industria que acaparará más suelo con el argumento de la crisis climática. Energía
Sin una reducción del consumo, las placas solares no son la panacea
La activista ambiental y exconsejera de Medio Ambiente, Margalida Rosselló, destaca que no es viable sustituir completamente los combustibles fósiles por las renovables, por mucho que se planteen como opción para mantener el consumo energético en un futuro y recuerda que el primer objetivo de las empresas energéticas es la "ganancia económica". "Vamos a un escenario relleno de placas y consumiendo todavía combustibles fósiles", dice en referencia a lo complicado que los aviones no los utilicen, por ejemplo. "Habrá una dependencia brutal, una necesidad de chupar energía de donde quiera que esté", continúa, ya que la llegada de turistas implica de cada vez "más consumo energético". "Un territorio cubierto de placas: éste es el modelo que han elegido", sentencia.
Vivienda
Los precios no dejarán de aumentar de forma acelerada
El economista y experto en vivienda Eduard Robsy asegura que, "mientras que haya impulso demográfico y alquiler vacacional, los precios de la vivienda aumentarán cada vez más". "A menos que haya una crisis mundial que toque el bolsillo del que compra ahora, se acelerarán las subidas de precios", insiste, y critica que las medidas que se ponen ahora sobre la mesa impliquen más construcción. "Durante la crisis del 2008, cuando se había hecho vivienda como nunca en España, los precios se duplicó", dice. "Estas islas no aguantarán así 50 años seguidos. Nos enfrentamos a una situación de colapso, de grandes cambios. Si no, la realidad nos pasará por encima", comenta Robsy, quien considera que "las estadísticas ya son insoportables".
Movilidad
Un escenario catastrófico en sólo una década si no se hace nada
"El escenario, no en 50 años, en 10 años, será catastrófico: más coches, menos territorio sin tocar y una vida cotidiana más complicada", apunta la geógrafa y experta en movilidad Pilar Vega, quien señala las causas de esta situación: "Un turismo que no deja de crecer, con un grado alto de motorización y un uso elevado; favorable al uso del vehículo privado; una planificación urbanística que favorece la construcción de más aparcamientos, que a su vez inducen a utilizar el coche; y la falta de una red ciclista y peatonal”. Si queremos un futuro menos catastrófico, Vega recomienda "un desarrollo urbano compacto para que los desplazamientos sean a pie y bicicleta; reducir el tráfico por carretera y en puertos y aeropuertos por no consumir territorio para hacer infraestructuras, ni tampoco para ampliarlas; y dar prioridad a los peatones". De hecho, la experta propone una imagen de las avenidas "convertidas en un estupendo bulevar". "Si deseamos un escenario sostenible que permita a la población vivir mejor, habrá que aplicar medidas transformadoras", remarca.
Ecosistemas
Cultivos que se volverán inviables y condiciones semiáridas
El impacto del cambio climático transformará los ecosistemas marinos y terrestres que conocemos ahora. "Habrá cultivos inviables", dice el catedrático de Física de la Tierra de la UIB, Damià Gomis, además de señalar que "se avanzará en las condiciones semiáridas" en lo que se refiere a la vegetación. "El pino aguantará más, pero la encina cada vez se reducirá más a zonas de sombra permanente. Los árboles que necesitan más agua irán desapareciendo, porque la vegetación se adaptará a las condiciones", continúa. Por otra parte, "aumentarán las enfermedades transmitidas por vectores como los mosquitos, que de cada vez resisten mejor". Habrá más dengue y malaria, por ejemplo. Según Gomis, lo más preocupante en el mar es la posidonia. "Si el agua está por encima de los 28 grados, comienzan a morir los haces de posidonia", asegura. Esta planta "es la base del ecosistema marino" y, de disminuir o desaparecer, el impacto sería "muy importante". "A veces, hay sorpresas: mutaciones o adaptaciones inesperadas", apunta Gomis, y recuerda que "la posidonia se ha adaptado a las condiciones del Mediterráneo oriental". Ahora bien, "no es lo mismo hacerlo en mil o treinta años", concluye.
Cambio climático
El aumento de temperatura podrá hacer que vengan menos turistas
Pese a que es factible "suavizar el cambio climático", éste no le parece el camino al meteorólogo Agustí Jansà. "Si la media aumenta moderadamente, se dispara la probabilidad de fenómenos extremos de que, cuando vengan, serán más fuertes", recuerda, además de remarcar que ya hemos superado de 1,5 grados de incremento respecto a la época preindustrial. "El futuro no tiene gracia", afirma. "El calor y el exceso de mortalidad están relacionados, y también será complicado el tema del agua. En 50 años, el nivel del mar podrá subir más de medio metro y las edificaciones estarán en peligro", explica. Todos estos elementos tendrán consecuencias en la principal industria de las Islas: "El turismo podrá disminuir porque la gente no querrá venir a pasar calor y los veranos serán más agradables en sus países", añade. Jansà duda de que se puedan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y destaca que hoy en día "están aumentando".