Galicia, Euskal Herria, Países Catalanes
¿Cuál ha sido el último libro que ha leído escrito originariamente en euskera o en gallego? ¿Cuántos autores o autoras sabrían llamar de los que escriben actualmente desde Galicia o Euskal Herria? ¿Y traductores directos entre estas lenguas? Si está claro que tenemos unas cuantas cosas en común, aunque no todas buenas, ¿por qué no tenemos más espacios de intercambio entre los tres sistemas culturales?
Éstas y otras preguntas me acompañan desde el último encuentro de Galeusca, la federación de asociaciones de escritores en gallego, vasco y catalán. Después de una década sin actividad pública, este espacio estratégico de activismo y diálogo intercultural reanudó la marcha el año pasado en Palma, y este año ha sido Santiago la ciudad que le ha dado continuidad. Allí se habló sobre la necesidad fraterna de escucharnos y tenernos más en cuenta como campos culturales afines, sobre derechos de autor e inteligencia artificial y también sobre la literatura de tradición oral. Para los que asistimos también fue una buena oportunidad para conocer a autores vascos y gallegos de primera mano, fuera en persona o recomendados por los mejores prescriptores que pueden tener: sus compañeros de oficio. Y entre tanto descubrimiento, me decía: "Ojalá esta conversación, directa y sin intermediarios, pudiera llegar aún a más gente".
Ya dijo Umberto Eco que la lengua de Europa es la traducción. Por eso hay casos de autores vascos y gallegos que han triunfado sin problemas con las traducciones de sus libros al catalán, como Manuel Rivas, Suso de Toro y Bernardo Atxaga, entre otros. Si nos fijamos en el camino inverso, da gusto ver cómo figuras como Rodoreda y Quim Monzó se han llegado a convertir, también, en clásicos leídos en euskera y gallego. Pero, ¿qué hay más allá de estos escritores que hicieron fortuna sobre todo hacia los años ochenta y noventa, marcados por un momento de cierta expansión y normalidad editorial? ¿Qué autorías nos perdemos si no las buscamos más proactivamente?
Al igual que las literaturas gallega y vasca reciben con una curiosidad nada tímida obras traducidas de Irene Solà, Bel Olid y Pau Vadell, no son pocas las traducciones de estas lenguas a la nuestra que se han publicado en los últimos años. Y tanto en un caso como en otro, parece que la cosa va de escritoras: Eider Rodríguez y Katixa Agirre han generado dos pequeños fenómenos editoriales gracias a las traducciones que ha hecho Pau Joan Hernàndez, mientras que en gallego destacan nombres como Marilar Aleixandre, ganadora del premio Nacional de Narra0 Las malas mujeres, y representantes de las generaciones más jóvenes de autoras para adultos y adolescentes, como Berta Dávila y María Reimóndez. Y también están Gonzalo Hermo, Míriam Ferradáns, Castillo Suarez, Cesáreo Sánchez Iglesias… El mérito es suyo y del ejército a menudo heroico de traductores que les acompañan: Eduardo Velasco, Dolores Miguel, Pedro Comellas, Manel Rodríguez Castelló, Ainara Munt, Lluís. Y creo que nos lo debemos.