Los demásvertidos

pese a que miles de personas han elegido 'anochecer' como neologismo del 2025, me quedaré con otra palabra que me ha producido fascinación y una fuerte sensación de identificación: 'otrovertido', un concepto que ha popularizado el psiquiatra Rami Kaminski. Los demás vertidos no son ni introvertidos ni extrovertidos ni ambivertidos –están a medio camino entre los dos primeros. Son personas que valoran las relaciones individuales profundas y que se sienten ajenas a los grupos e identidades colectivas. Son personas que pueden resultar perturbadoras, pero que no tienen problema en alternar cierta socialización con el disfrute de la soledad. Además, la aceptación por parte de los demás no evita que muchas veces se sientan fuera de sitio.

Bingo! ¡Qué etiqueta más bonita he encontrado para colocarme! Quien piense que somos rarita, se equivoca. Somos otro verdad, que es algo moderno y sofisticado y que las masas, tan ajenas a mi concepción del mundo, no acaban de entender. Me da igual, porque como otra verdad no me preocupa lo que piensen los demás –de hecho, aproximadamente el 83,5% de los pensamientos de la gente que me rodea me importa bastante poco.

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Kaminski no lo explica, pero épocas como esta, de celebraciones grupales y socialización máxima, nos provocan un trauma a los demás vertidos, los cuales después pasamos meses escondiéndonos de familiares y amigos, con estrés postraumático. Y eso que minimizamos las interacciones grupales, hasta el punto de ir al límite y parecer algo groseros. Yo guardé durante meses una foto que me tomé cuando me enyesó una pierna y la utilicé de excusa para no quedar. Pero llegó un momento en que empecé a dudar sobre la posibilidad de enviarla dos veces a la misma persona y, con mucho dolor, renuncié a esta práctica. Es importante ser conscientes de que, en algunas circunstancias, mentir no es una falta moral sino una señal de buena educación y una herramienta de supervivencia. Sólo los moralistas cortos de miras menosprecian uno de los mecanismos que hacen que la convivencia social no estalle.

La lista de cosas que me generan una supina indiferencia otrovertida es interminable. Pero los almuerzos y las opiniones de los demás sobre un abanico casi esquizofrénico de cuestiones están, sin duda, entre las primeras de las cosas que me producen bostezos enormes. En fin, disfrutaremos hasta que no podamos soportarlo.