Johanson y público se funden en Inca en un concierto que repasa clásicos y temas nuevos

El público vibró con el regreso del artista a Mallorca

ARA Balears

PalmaEl teatro Principal de Inca acogió un concierto cargado de complicidad y emoción. Jay-Jay Johanson volvía a Mallorca en el marco de SonsDeNit, con nuevo disco –Backstage–, pero, sobre todo, con la voluntad de reencontrar una audiencia que le conoce, le quiere y lo recuerda.

Acompañado por su parte –Erik Jansson en los teclados y Fredrik Wennerlund en la batería– Johanson ofreció un repertorio que iba mucho más allá del nuevo trabajo. Sólo dos piezas de Backstage sonaron en escena; el resto fue un recorrido intenso por su trayectoria, con clásicos que han marcado una generación: Finally, Smoke, The girl I love is gone, Milan Madrid Chicago Paris, Heard somebody whistle, So tell the girls that I'm back in town...

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La escenografía, austera pero efectiva, se completaba con proyecciones de vídeo que mostraban escenas cotidianas –rostros, grupos de gente, cigarrillos encendidos, miradas que interpelaban a la audiencia desde el fondo del escenario– y ayudaba a construir una atmósfera reconocible. En la platea, el público se aferraba a las canciones como quien revisita una película querida: cabezas que se inclinaban, labios que hacían playback, silbidas espontáneas Tal vez, si hubiera estado en un espacio sin butacas, la velada se habría convertido en una constelación de grupos de amigos en movimiento, que se reencuentran en los recuerdos compartidos que estas canciones evocan. atento e inmerso. La propuesta, situada entre el trip-hop, el jazz y el pop electrónico, transformó el teatro en una cámara de ecos emocionales.

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Y cuando todo parecía acabar con elegancia contenida, el concierto dio un giro inolvidable. My Way de Sid Vicious sonando por el equipo, Johanson salió de detrás del telón, volvió a escena como quien se despide de un grupo de amigos y bajó a la platea. Saludó, rió, cruzó la sala saltando por encima de las sillas para llegar a todo el mundo –hasta los técnicos de la sala. Un gesto que borraba por completo las fronteras entre artista y público y dejaba clara una verdad que flotaba en el ambiente: sus canciones forman parte de la vida de muchos de los que le escuchaban. Y él lo sabe.