Un siglo de lucha por los derechos de los trabajadores
El 4 de octubre de 1925, en la Casa del Pueblo de Palma, se creó UGT en Baleares, liderada por Llorenç Bisbal
PalmaNo eran los mejores tiempos posibles: era la época de la dictadura de Primo de Rivera. Aún así, fue entonces cuando Llorenç Bisbal, un zapatero que llegaría a alcalde de Palma, se empeñó en unir a las diversas asociaciones obreras de Mallorca bajo unas siglas comunes: la Unión General de Trabajadores (UGT). Aquello fue en la desaparecida Casa del Pueblo de Palma el 4 de octubre de 1925, hace cien años.
En el conjunto del Estado, la Unión General de Trabajadores fue fundada en 1888 en Barcelona por el tipógrafo Pablo Iglesias Posse –no debe confundirse con el político homónimo de nuestros tiempos. Nueve años antes, el propio Iglesias había creado, en Madrid, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Esta circunstancia hizo que ambas organizaciones, partido y sindicato, estuvieran estrechamente ligadas prácticamente hasta la actualidad, cuando ya actúan de forma autónoma –y, en ocasiones, enfrentada.
Por supuesto, antes de que UGT se constituyera también en Baleares, ya existía un cierto movimiento obrero de relieve. La Unión Obrera Balear (UOB), fundada en 1881, fue un antecedente significativo, con cerca de diez mil asociados e implantación en oficios diversos y no sólo en Palma, sino también en la Part Forana. Ya antes de crearse una delegación en las Islas, existían sociedades obreras que, como El Desarrollo del Arte y La Igualdad, se habían adherido a la UGT estatal. Otro antecedente fue la Federación de Sociedades Obreras, creada hacia 1893.
Un papel fundamental en la constitución de UGT en Baleares lo jugó el alcudiense Llorenç Bisbal Barceló. Bisbal –como decíamos– trabajaba como zapatero, pero al mismo tiempo fue una de las firmas habituales del periódico El Obrero Balear –a veces con el seudónimo, nada rebuscado, Elebebe–, del que se convirtió en el director, y donde publicó incluso algún poema. Ya había sido el principal dirigente de la Federación de Sociedades Obreras.
De sindicalistas a concejales
Bisbal aprovechó el hecho de que en la Casa del Pueblo de Palma, inaugurada en enero de 1924 por donación de Joan March, se concentraran una docena de asociaciones obreras, para animarlas a integrarse en una central sindical común. La Casa del Pueblo acogió las reuniones preparatorias y, el 4 de octubre de 1925, hace cien años, el congreso constituyente de lo que entonces era UGT sólo de Mallorca. Reunía veinte entidades, con un total de 2.137 afiliados y presencia en Alaró, Binissalem, Calvià, Esporles y Llucmajor, además de Palma. Bisbal fue elegido como su primer secretario general, con Rafael Rigo –otro zapatero– como presidente. La constitución del nuevo sindicato fue objeto de fuertes críticas por parte de los anarquistas y sobre todo de los comunistas, sus teóricos 'compañeros' en el movimiento obrero.
En 1930 ya integraban la central sindical en Mallorca 33 sociedades obreras, con más de tres mil socios. La Federación Obrera de Menorca (FOM) se adhirió. En las Pitiusas, UGT también logró implantarse. Bisbal dejó la secretaría general, pese a los intentos que se lo repusiera, y fue sustituido por Jaume Bauzà. El sueldo del secretario era entonces de 40 pesetas mensuales, mientras que la cuota de afiliación ascendía a diez céntimos por trimestre.
A diferencia de los comunistas y de los anarquistas, que rehusaron colaborar con la dictadura de Primo de Rivera, UGT optó por el pragmatismo y aceptó participar en los 'comités paritarios' de patrones y obreros, que pretendían solucionar 'a las buenas' sus conflictos. Este hecho no les libró de sufrir episodios represivos: los dirigentes ugetistas Jaume Garcias e Ignasi Ferretjans fueron procesados por criticar la guerra de Marruecos. Por ese 'colaboracionismo', los ugetistas recibieron los reproches de los comunistas y los anarquistas.
En nuestros días, cuando quizá los dos ámbitos se encuentren más delimitados, nos resultaría chocante que un sindicato se presentara a las elecciones municipales o generales. Pero justamente fue esto lo que hizo UGT isleña, al integrarse en la coalición Frente Único Antimonárquico en los comicios de 1931, los que llevaron la II República. El secretario general del sindicato en Baleares, Jaume Bauzà, se convirtió en presidente de la Diputación; Bisbal accedió a la alcaldía de Palma, y otros ugetistas como Rafel Rigo, Ignasi Ferretjans y Jaume Garcias se sentaron a su lado en los escaños de Cort, como concejales.
La República representaba un entorno mucho más propicio y UGT creció espectacularmente, superando los seis mil afiliados. Ahora bien, también aparecieron en su seno distintas tendencias: 'caballeristas' –de Largo Caballero, más radical– y 'prietistas' –de Indalecio Prieto, más moderado. El sindicato se planteaba también si debía seguir apoyando un régimen que, por muy republicano que fuera, no dejaba de ser 'burgués', o debía adelantarse un paso más allá, hacia la revolución proletaria.
Como en todas las vertientes sociales de la época, las mujeres quedaron en un segundo plano a aquel primer ugetismo, si bien algunas jugaron un papel muy destacado. Maria Plaza, afiliada al sindicato desde los veintiún años, participó en la creación de UGT en Búger, donde había sido destinada como maestro de escuela. Con el franquismo fue 'depurada', pero no se dio por vencida: estudió Farmacia, se convirtió en botica en la Calatrava, en Palma, y siguió luchando por sus ideales, primero bajo la dictadura y después con la democracia restaurada, hasta su muerte, en 1990. En Menorca destacó Sofia Sintes años, colaboró con la fracasada expedición de Bayo a Mallorca.
Margalida 'Alquilado' y Can Ventosa
En Eivissa, Margalida Roig Alquilado había empezado a trabajar en la fábrica textil de Can Ventosa –ahora biblioteca municipal– a tan sólo quince años. Pero con una diferencia importante respecto de las compañeras: su madrina, algo insólito, sabía leer y escribir, y la introdujo en el mundo de los libros. Roig se afilió a UGT y el 13 de julio de 1936, sólo cinco días antes del golpe de estado, encabezó una huelga indefinida en Can Ventosa, reclamando mejoras laborales. Con la victoria de los golpistas, fue objeto de una durísima represión: condena a cadena perpetua y multa exorbitante de 4.666 pesetas. Fue indultada en 1946 y murió veinte años después.
La UGT de las Islas, en conjunto, fue víctima de la represión desatada por los vencedores. Albert Comes, Joan Huguet y Manel Santana registran como Josep Bernat, Antoni Ribes y Miquel Porcel, miembros de la comisión ejecutiva, "fueron ejecutados por guerrillas fascistas". Jaume Rebassa, ex secretario general, falleció en un campo de concentración. La casa de Rafael Rigo fue asaltada y él, encarcelado hasta 1945. El patrimonio sindical fue incautado y la Casa del Pueblo cambió el nombre por 'Casa Primo de Rivera', por el fundador de la Falange. Por suerte para él, Bisbal había muerto en 1935.
Los supervivientes de la masacre intentaron reconstruir a UGT en la clandestinidad, en los años cuarenta, dirigidos por Rafael Rigo. Por entonces los enfrentamientos del pasado quedaban muy atrás: socialistas y comunistas colaboraron juntos para reflotar el sindicato y también se planteaba la unión con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), de tendencia anarquista. En el domicilio de Gabriel Juan en la calle Pursiana, en el entonces barrio obrero –quien lo diría hoy– de Santa Catalina, en Palma, se llevó a cabo una reunión entre ugetistas y cenetistas, con este objetivo.
Hacia finales de los cuarenta, con una España de Franco convertida en aliada útil de Estados Unidos dentro del nuevo contexto de Guerra Fría, se desvanecieron las esperanzas de un final próximo de la dictadura y UGT, en las Islas, quedó desarticulada. Empezaba, para el sindicalismo democrático, una noche muy larga.u
Fue en la calle del Sindicato de Palma, según narran Albert Comes, Joan Huguet y Manel Santana, donde se reconstruyó UGT en Baleares: en el despacho del miser Joan Pinya, el lugar donde los trabajadores "acudían masivamente para conocer sus derechos". Aquello era hacia principios de 1975, cuando un pequeño grupo, entre ellos Gabriel Sevilla, José Luis Martín Peregrín y Ángel Barrero, pusieron en marcha al mismo tiempo tanto la revitalización del sindicato como de su 'hermano', el PSOE. Como en el colectivo de la oposición democrática Grup Tramuntana los comunistas tenían dos votos: uno por el partido y otro por Comisiones Obreras (CCOO), sindicato entonces vinculado al PCE, los socialistas decidieron apostar fuerte, también, por la rama sindical.
Tal vez por la mala experiencia con la otra dictadura, la de Primo de Rivera, UGT se negó rotundamente a participar en las estructuras del sindicalismo oficial franquista; a diferencia de CCOO, que sí lo hizo por puro pragmatismo, por conseguir mejoras para los trabajadores. Por ello, la renacida UGT tenía poca implantación. Ese vínculo tan estrecho con el PSOE también levantaba reticencias: quien debía decirlo, que en 1988 UGT convocaría una huelga general en el conjunto del Estado contra un gobierno socialista.
La primera asamblea de los ugetistas isleños se celebró en enero de 1976, apenas fallecido Franco, en una guardería de Palma. En abril fue elegido secretario general Ángel Barrero, un minero asturiano represaliado por el franquismo. Como fue habitual en la Transición, todos los miembros de la ejecutiva eran hombres: no fue hasta un año más tarde cuando al menos se incorporó una mujer, Ascensión Bustos, a la comisión de conflictos. En la asamblea del sindicato de marzo de 1977 actuó como presidente de la mesa un jovencito de sólo veintisiete años: Ramon Aguiló, que poco después llegaría a alcalde de Palma.
En 1977, la organización dio un paso de gigante al incorporar la Alternativa para un Sindicato Unitario y Democrático de Trabajadores de la Hostelería (ASUDTH), muy presente en un sector tan clave como el turismo, y sus dirigentes, entre ellos Francesc Obrador, que al año siguiente se convertiría en secretario general de UGT balear. La legalización de las organizaciones de trabajadores y más tarde la entrega a éstos de lo que había sido el patrimonio del sindicato franquista –caso de la sede actual de UGT en Palma, en la calle de Font y Monteros– marcaron el regreso a la normalidad. En 1978, se pudo celebrar de nuevo el 1 de Mayo en libertad.
Información elaborada a partir de textos de David Ginard, Antonio Nadal, Antonio Vidal Nicolau, Pedro Gabriel, Juan Tomás Martínez Grimalt, Albert Herranz Hammer y Juana Maria Roque Company y Albert Comas, Juan Huguet y Manel Santana.