Literatura

Pilar Arnau: "Devora Llompart había una gran mujer"

Autora, publica 'Mientras me reste una hebra de aliento' (Quid Pro Quo)

Pilar Arnau ha contado con más de una treintena de testigos para dar forma a la biografía de Llompart.
18/09/2025
4 min

PalmaEl interés de Pilar Arnau por Josep Maria Llompart viene de muy atrás, y empieza lejos de Baleares: fue en la Universidad de Bochum, en Alemania, donde Arnau empezó a descubrir lo inalcanzable de su figura. Ahora, un par de décadas más tarde, ha escrito Mientras me reste una brizna de aliento. Josep Maria Llompart de la Peña: un hombre polifacético al servicio del país, una biografía de más de 300 páginas que publica la editorial Quid Pro Quo.

Ya en 2011 escribiste una primera biografía, mucho más breve, sobre Josep Maria Llompart. ¿Esta es la definitiva, o la trayectoria de Llompart da por algún volumen más?

— [Ríe] A ver, todo siempre se puede ampliar y mejorar, y si hubiera tenido un año más quizás este volumen tendría cien páginas más. Pero yo creo que como biografía es bastante completa.

Que fuera tan polifacético hace que sea difícil acotar y sintetizar su huella.

— Es inalcanzable, Llompart, su vida pública tiene muchas facetas. Me gustaría mucho adentrarme en su epistolario, pero es un trabajo que yo calculo que me llevaría unos tres años, y debo tener tres años para poder hacerlo.

¿Recuerda cuándo fue que se empezó a interesar por Josep Maria Llompart?

— Sí, lo recuerdo. Yo era lectora de Catalán en la Universidad de Bochum y me ofrecí a elaborar una biblioteca catalana, y me dieron un presupuesto por cada año que yo utilizaba para comprar novedades y clásicos. Y pegué a los Papeles de Son Armadans, donde empecé a ver el nombre de Llompart ya leer cosas suyas. Debió de ser a principios de los años 90 eso.

Y desde entonces su trayectoria se ha ido encontrando una y otra vez.

— También he hecho otras cosas, ¿eh? [Ríe] Pero sí, por ejemplo quise replegar todos los prólogos, lo que era un reto. Un profesor de la universidad me dijo que sería imposible localizar a todos, pero yo quería hacerlo. Hablamos del prologuista más prolífico en catalán, probablemente, del siglo XX. Tiene que son circunstanciales, pero otros son estudios literarios.

El Llompart editor, el Llompart poeta, el Llompart activista, el Llompart gestor cultural… ¿Con cuál se queda?

— Yo destacaría, sobre todo, la parte cívica. La Mallorca de los 80 y los 90 no habría sido posible sin Llompart. Nunca tenía un no por nadie, y yo creo que sus días debían tener más de 24 horas. Fue importantísimo para la recuperación de la lengua y de la democracia, entre otras muchas cosas. Ahora, a veces nos olvidamos de otro elemento en todo esto.

¿Cuál?

— Que si pudo hacer todo esto también fue porque cuando llegaba a casa tenía el nevero lleno, algo que ni tú ni yo tenemos.

¿Qué quiere decir?

— Que no tuvo que preocuparse por cuestiones domésticas. Tenía una persona al lado, Encarna Viñas, que se encargaba de todo esto y que, además, tenía un nivel intelectual muy alto. Había leído mucho, ella, antes de conocerle. Y no me gusta nada aquello de "detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer", nada, pero en este caso había una devora, una que le facilitó que pudiera dedicarse a cuestiones políticas y de normalización y de historia de la literatura, un ámbito en el que fue también pionero.

¿Hoy en día sería posible que una mujer lograra todo lo que Llompart consiguió?

— No te lo sé decir. Lo que veo es que las cosas no han cambiado tanto como pensábamos que cambiarían. Las mujeres trabajamos, sí, pero todavía nos preocupamos de muchas, muchas cosas. Por feminista que seas, todavía lo llevas interiorizado.

De todas las cosas que le han contado sobre Llompart, ¿cuál es la que más le ha sorprendido?

— Algunos nunca contaré porque son de su vida privada. De la vida pública me han explicado muchas cosas porque, en realidad, Llompart en Mallorca todo el mundo se le considera algo suyo, y eso quiere decir que hay mucha gente que te puede o te quiere dar información.

Repasar su trayectoria es encontrarse con muchos de los grandes nombres de la literatura y cultura catalanas del siglo XX.

— Por eso me interesa también su epistolario, porque mantenía correspondencia con gente como Salvador Espriu. Pero es que él igual participaba en las reuniones del Institut d'Estudis Catalans como en un recital de poesía local de Campanet, intentaba ser por todas partes. Iba a la Universidad Catalana de Verano, en Prada, y también mantenía relaciones con la Comunidad Valenciana, con gente como Manuel Sanchis y Guarner: se llamaban para explicarse si a uno le habían hecho una pintada o si habían recibido un anónimo. Y después hay cosas como que Marià Villangómez les ayudó a organizar el viaje de boda: Llompart tiene la imagen esta como de patriarca, pero era también un hombre muy simpático, empático e irónico.

La situación del catalán ha cambiado mucho, de esos años 70 y 80 a ahora. Una vez que se ha adentrado tan profundamente en la trayectoria de un hombre que contribuyó de forma tan activa, ¿cómo valora el contexto actual?

— Creo que se ha perdido mucho tiempo. Los políticos, sean del partido que sean, nunca se lo han creído. No han dado al catalán su importancia. Y ahora parece que se dan cuenta de lo que está pasando, pero mientras tanto no ha habido acogida lingüística ni políticas de autoestima ni nada de eso. Hace diez años, después de Bauzà, habría sido un buen momento para hacer todo esto, no sé si volveremos a tener ninguno tan bueno. Es una asignatura suspendida a nivel político, la situación del catalán.

¿Y no tiene marcha atrás?

— Mira, yo estuve en Quebec hace años, entre otras cosas porque me interesaba la política lingüística de allí. Pero es que allí lo creen, y destinan recursos. Y tienen políticas propositivas pero también sancionadoras y tienen leyes que sirven para proteger la lengua. Aquí, las pocas que tenemos ni siquiera las aplicamos, y esto es muy triste. Y después queremos que personas que lleguen con niveles culturales bajos, analfabetos funcionales, que trabajan muy a menudo en situaciones de precariedad, se les exija un nivel que no exigimos a médicos o enfermeros. La sustitución lingüística no es sólo una consecuencia de la sustitución demográfica, se debe también a una falta de políticas en favor de la lengua.

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